Parece que no nos hemos dado cuenta de que ya estamos en plena recuperación económica desde hace seis años
, pero esta fase de recuperación está siendo mucho más débil y diferente que las anteriores.


Desde que comenzó la crisis financiera en el año 2007, la tasa de crecimiento potencial ha sido mucho más baja: del 3% al 2% para Estados Unidos, del 9,4% al 7,20% para China y de más de 5% a menos del 4% para Polonia.

Otras regiones, como la zona euro, se han mantenido al margen protagonizando un estancamiento de su crecimiento económico. En las últimas dos décadas, los ciclos económicos han sido más cortos debido a la globalización del comercio, la desregulación y la aceleración de los ciclos de innovación.

Desde la década de 1990, Estados Unidos pasó por tres recesiones: en 1991, 2001 y 2009. Es un error creer que la recuperación justo ha comenzado, cuando en realidad estamos cerca del final del actual ciclo económico. El estallido de una nueva crisis mundial en los próximos años es inevitable.

La falta de impulso económico de cara al próximo año, unido a los cortos periodos de deflación en relación con la caída de los precios del petróleo llevarán a los bancos centrales a perseguir su desastrosa estrategia de "alargar y disimular" que incrementará el precio de los activos financieros y la deuda global.

El BCE podría dirigir aún más los tipos de interés hacia territorio negativo y podría aumentar o alargar su programa de compra. Sobre la mesa tenemos varias alternativas: el BCE podría bajar el límite de compra del 25% de los bonos soberanos con calificación AAA. Otra opción podría basarse en añadir un programa con el fin de ayudar al mercado de bonos corporativos.

Del mismo modo, China podría sacar el "bazuca monetaria" en el primer semestre de 2016 con el lanzamiento de su propia versión del programa de compra de bonos parecido al QE. Todo ello, unido a una política monetaria de relajación cuantitativa, China podría aumentar un programa masivo de estímulo keynesiano, centrándose en el famoso y esperado plan de emisión de bonos, con el que podría recaudar 1.000 millones de yuanes.

¿Quién podría tranquilizar a los mercados?

El único banco central que dispone de margen de maniobra para elevarlos tipos de interés es la Fed de Estados Unidos. El 52% de los inversores esperan un endurecimiento de la política monetaria del país en el mes de diciembre.

No obstante, la velocidad y la magnitud de dicho ajuste se mantendrán bajas. Creemos que será poco probable que los tipos de interés vuelvan con rapidez al nivel donde estaban antes de la crisis financiera global.

Unos tipos de interés demasiado altos podrían causar un gran número de quiebras en industrias ya muy endeudadas, como es el sector del petróleo de esquisto estadounidense.

La Fed así como otros bancos centrales se encuentran en un callejón sin salida después de haber caído en la misma trampa que el Banco de Japón. Si suben demasiado los tipos de interés, crearán otra crisis financiera, por lo que parece imposible poner freno a la política de flexibilización monetaria.

Ante el continuado escenario de tipos de interés bajos, y ante el riesgo de una nueva crisis mundial, no ha sido nunca tan difícil encontrar la inversión correcta. Nadie es capaz de saber el resultado de las reuniones y posteriores ruedas de prensa del Banco Central.

El mundo podría pasar de la deflación a la hiperinflación sin hacer una parada en medio y pasar por la inflación. Ante este escenario, el oro parece seguir siendo la mejor inversión para protegerse frente a la crisis que se avecina.

Desde la repentina caída del suelo del par euro-franco suizo (EURCHF) en el pasado mes de, la divisa suiza ya no es un activo refugio seguro. Esta decisión ha dañado la credibilidad del Banco Nacional de Suiza y los inversores se convencieron de que no pueden creer ciegamente en las palabras de los banqueros centrales.

Pese a que la moneda china, el yuan, no es un refugio seguro, quizá estemos ante el momento correcto para invertir en la divisa del gigante asiático, pues creemos que está bien situada para crecer en popularidad y ser más fuerte.

De cara a finales de 2016, el yuan podría ser la tercer moneda más negociada en el mundo, por detrás del dólar y el euro.La nueva Ruta de la Seda probablemente ha sido la estrategia económica global más ambiciosa en los últimos 50 años y probablemente tendrá éxito y empujará a los inversores a mantener más productos en yuanes.

La paradoja del estado actual de la economía es que la innovación o la fabricación digital, por ejemplo, nunca ha sido tan numerosa y el crecimiento tan débil. La economía está cambiando hacia un nuevo paradigma.

Las 3 grandes tendencias para los inversores están relacionadas con demografías globales cambiantes, crecimiento económico bajo y cambio climático. Y no podemos olvidar que una población en continuo envejecimiento estimulará el desarrollo de los servicios de cuidados de la tercera edad.

Además, las grandes desigualdades entre tener y no tener, estimulará la creación compartida, la producción, la negociación y el consumo de bienes y servicios por diferentes personas y empresas. También hay que tener en mente que la transición energética hacia las energías renovables fomentará el desarrollo de productos financieros aún poco utilizados, como los bonos verdes. Es un momento muy difícil para los inversores porque los mercados financieros nunca han estado tan influenciados por los bancos centrales, pero existen un montón de oportunidades de inversión en la nueva economía.