El primer semestre de 2018 fue, en el mejor de los casos, agitado. Los acontecimientos macroeconómicos y microeconómicos afectaron a los mercados y generaron rentabilidades prácticamente planas en todas las clases de activos. Sin embargo, seguimos siendo optimistas con respecto a la segunda mitad del año, principalmente por dos razones:
- Porque aunque el crecimiento no se ha acelerado en lo que va de 2018, la economía no corre el riesgo de caer en recesión por las tensiones geopolíticas. Además, los directivos de las empresas siguen siendo sumamente optimistas acerca del nivel de las carteras de pedidos.
- Porque aunque para la mayoría de las clases de activos han sido decepcionantes, los fondos europeos de renta variable han seguido recibiendo fuertes entradas de capital en 2018.
A pesar de ello, hay tres riesgos importantes a tener en cuenta:
- La minicrisis del petróleo: el precio del crudo ha pasado de 25 a 75 dólares el barril en dos años, lo que lastra el crecimiento de los países importadores, sobre todo los europeos.
- El proteccionismo: la amenaza de barreras arancelarias se ha hecho realidad. Aunque su impacto sobre el crecimiento sigue siendo muy pequeño, ya ha afectado a la confianza de los inversores.
- El auge del populismo: las elecciones en Italia, con la victoria de los partidos «euroescépticos», han provocado una crisis en los mercados europeos. Sin embargo, pensamos que Italia se mostrará dispuesta a llegar a acuerdos y que las tensiones con Bruselas probablemente se calmarán cuando comiencen las negociaciones.
Si hay algo seguro es que la volatilidad de los mercados seguirá siendo elevada.
Seguimos siendo optimistas con respecto a los activos de riesgo. Preferimos la renta variable estadounidense a la europea y, sobre todo, el sector tecnológico, que sigue en racha gracias a un crecimiento impresionante y que exhibe un atractivo perfil de riesgo y rentabilidad. En Europa, preferimos los valores de mediana capitalización (más sensibles al aumento de las barreras arancelarias) a los valores de pequeña capitalización, por motivos de liquidez.
La confirmación por parte de Mario Draghi de que los tipos del BCE no subirían hasta antes del verano de 2019 supone, en nuestra opinión, un buen nivel de entrada en las acciones inmobiliarias europeas para beneficiarnos de sus rendimientos atractivos (4,8% de media).
Por lo que respecta a los tipos y a la deuda privada, seguimos siendo prudentes. La normalización de las políticas monetarias y el riesgo de subida de los tipos a largo plazo nos hacen apostar por los bonos high yield a corto plazo.
En definitiva, la normalización de las políticas monetarias poniendo punto final a las medidas excepcionales de expansión cuantitativa equivale a un aumento de la volatilidad. Algunas clases de activos, como el capital riesgo (private equity) o la deuda privada, permiten evitarla gracias a sus perspectivas prometedoras.
Es preciso tener en cuenta que esta volatilidad va a ofrecer numerosas oportunidades en los mercados, por lo que constituye un terreno de juego ideal para los gestores activos.