El tercer trimestre ha puesto de relieve que las diferencias entre la economía americana, que se acelera impulsada por una sólida demanda interna, y la economía europea, que se esfuerza por instalarse en un ciclo de crecimiento sostenible, se acentúan cada vez más.
Los mercados de renta variable han esbozado una tímida reactivación desde principios de junio. Los operadores alimentan la esperanza de una inminente intervención de los principales bancos centrales.
En Europa, los fundamentales económicos no son muy dinámicos, y en el mejor de los casos permiten esperar un crecimiento sumamente flojo para los próximos trimestres.
El crecimiento anémico de la tercera economía de la zona euro - concretamente, el de sus índices de actividad del sector servicios - ha suscitado un movimiento de pánico respecto a las obligaciones del Estado italiano.