“No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, tampoco es la más inteligente la que sobrevive. Es aquella que se adapta mejor al cambio”. Esta es una de las frases más famosas de Charles Darwin que, a riesgo de no ser original, se puede aplicar al sector financiero. Las entidades deben hacer frente a un sinfín de retos, muchos de ellos propios de la naturaleza de su negocio en un entorno poco propicio, con bajos tipos de interés y una crisis financiera provocada por el coronavirus. Sin embargo, otros están relacionados con la aparición de nuevas “especies”. Y todos ellos amplificados por un entorno digital que no ha hecho más crecer también con el impulso de la pandemia.
De esta forma, la digitalización es uno de los principales retos a los que se enfrenta el sector. Así lo destaca Juan Abellán, profesor del máster en Finanzas y banca digital del IEB, quien también subraya el papel de intermediación entre las medidas y ayudas que han de llegar del Estado al tejido empresarial, el incremento de la morosidad cuando se eliminen las medidas de contención, la creación de una nueva red oficinas, la gobernanza y sostenibilidad, el euro digital o el impulso de la Unión Bancaria.
En este contexto, aparecen nuevos competidores de diferente tamaño y naturaleza que, al menos por ahora, pelean por nichos especializados del mercado y que van desde las fintech hasta las grandes tecnológicas, pasando por los neobancos o los brokers online. Gabriela Orille, co-CEO de MyInvestor, concreta en que los bancos tienen por delante varios retos: “rentabilidad, regulación redistribución de canales, reputación y rebelión de competidores”.
En esa “rebelión de competidores”, las fintech juegan su papel. Las “tecnofinancieras”, según reza en la Fundéu, son empresas de pequeño tamaño que, por lo general, intentan aprovechar determinados nichos rentables del negocio tradicional, como las comisiones, los pagos online o las tarjetas, para ir construyendo su cartera de clientes, especialmente jóvenes. Teniendo en cuenta datos de Finnovating recogidos por PWC, a finales de 2019 ofrecían sus servicios en España 385 startups fintech, lo que representa un incremento anual superior al 30%.
Como su propio nombre indica, los neobancos son otro de los competidores de la banca tradicional. Ofrecen servicios digitales de intermediación financiera como cuentas corrientes, transferencias, tarjetas y servicios de cajero. Nombres precisamente como MyInvestor, N26 o Revolut ya no son desconocidos para el gran público, especialmente entre las generaciones más jóvenes. “La forma de hacer banca ha cambiado y la pandemia ha supuesto un avance en la digitalización de clientes definitiva. No sólo los millennials, incluso los baby boomers han modificado su forma de relacionarse con los bancos”, afirma Abellán. Los jóvenes inversores también propician el auge de otros jugadores del sector como los brokers online. Atraídos por la renta variable y los productos low cost, los millennials se decantan por plataformas del estilo Robin Hood.
Respecto a la irrupción de los ETFs o los fondos indexados, Abellán apunta que “los márgenes en banca de asesoramiento son cada vez más estrechos. La competencia y mayor formación de los inversores así lo contrastan. Pero sigue siendo, junto con la banca de empresas, los nichos en los que ha de apostar la banca”. “En el segmento de la gestión automatizada de carteras la mayor competencia proviene de las nuevas entidades financieras, más tecnológicas y con menos estructura comercial que los bancos”, subraya François Derbaix, cofundador y co consejero delegado de Indexa Capital.
Pero, además, la banca tiene que hacer frente a la competencia que suponen las grandes compañías tecnológicas, especialmente en lo referente a los servicios de pago, el crédito, los seguros o la gestión de activos. Siempre fuera de los límites del negocio tradicional, precisamente para no tener que someterse a los mismos (y severos) requisitos de regulación y supervisión, y que también suponen un reto para los bancos. En opinión de Abellán, las bigtech son la peor amenaza para los bancos tradicionales, desbancando a las fintech desde 2018.
Un reciente informe de PWC señala que el proceso de digitalización será un factor determinante para combatir la baja rentabilidad de la banca, “la rémora de la herencia de los activos físicos y la creciente competencia de los nuevos jugadores que están entrando en el sector, especialmente de las llamadas bigtech”. Según la consultora, las FAANG suponen cada un desafío cada vez mayor para las entidades financieras, por delante de las fintech. Como muestra, el crecimiento del valor en bolsa de estas compañías. En el último año, la capitalización bursátil de este selecto grupo de valores creció de media un 38%, lo que contrasta con la caída de los bancos: del 37% en el caso de las entidades británicas, por el 11% de la europea y del 11,3% de la estadounidense.
Así, los gigantes tecnológicos son cada vez más grandes para emprender nuevos proyectos en el sector financiero. ¿En unos años se habrá normalizado pedir un crédito a Amazon o hacer operaciones financieras con Facebook? ¿Todo se hará a través del móvil mediante diversas aplicaciones o una que englobe a todas las que el usuario necesite?