Un escenario muy positivo para los activos de riesgo, de donde si algo hemos aprendido es que cerrar una inversión antes de tiempo puede salir caro. Lo vimos gráficamente en el artículo del mes pasado (“Momento de tomar decisiones”).
También comentamos entonces que era un contexto difícil para la inversión. La economía ha perdido dinamismo y las probabilidades de recesión se han incrementado (diferentes indicadores económicos así lo indican).
Pero la historia nos ha demostrado que antes de llegar las caídas en mercados de renta variable se producen varios “falsos positivos”. Además, se ha producido cierta divergencia entre los indicadores soft (los indicadores adelantados, basados normalmente en encuestas de sentimiento, como el ISM, por ejemplo) y los hard (como la producción industrial o el PIB, basados en datos económicos) que parece estar resolviéndose: se han visto brotes verdes en los últimos PMI, por ejemplo.
Si finalmente se confirman, debería ser positivo para los activos de riesgo. Si no, podríamos ver recortes de cierta relevancia, dada también la divergencia entre tipos de interés y bolsas.
Nuestro escenario es que una recesión en los próximos 12 meses podría ser menos probable de lo descontado por muchos. Y podría haber tanto malo ya puesto en precio que una resolución positiva de algunos riesgos que están sobre la mesa (brexit, incertidumbre comercial, etc) debería sorprender positivamente a los activos de riesgo.
Con todo, somos realistas y seguimos siendo prudentes, en línea con lo comentado el mes pasado. Deberíamos actuar de actuar de acuerdo a los datos. No querríamos precipitarnos en este cruce de caminos.
En todo caso, como inversores de medio/largo plazo, deberíamos olvidarnos de intentar predecir el futuro y centrarnos en aquello que sí podemos controlar: la gestión de los riesgos.
Así, si pensamos que las probabilidades de que se produzca un mercado bajista se han incrementado, aunque no sea nuestro escenario principal, deberíamos investigar cómo podría ser y cómo afectaría a nuestra cartera.
En este sentido, existen diferentes tipos de mercados bajistas con los que podríamos tener que lidiar. Siguiendo con la analogía de “Ricitos de Oro”, podrían ser “los tres ositos” (por lo de los bear markets):
- Mercado bajista cíciclo. Sería el peor de los casos por el movimiento tanto en tiempo como en precio. Un mercado bajista en un entorno recesivo históricamente ha resultado en las mayores caídas en renta variable. Sin embargo, a pesar de que los datos sí podrían indicar un menor dinamismo, no parecen ser acordes con una recesión en los próximos 12 meses. Es más, dado el apoyo de los bancos centrales, parece complicado que este escenario pudiera producirse.
- Mercado bajista por contagio. Suele producirse por una crisis de una compañía (o sector) muy profunda que desemboque en quiebras que pongan en riesgo el sistema (por ejemplo, una crisis financiera). Si bien es cierto que la deuda privada ha aumentado notablemente, la situación de los fundamentales es más sana que en otros momentos previos a este tipo de mercados bajistas. Además, la posición financiera del sector privado es positiva (ingresos totales menos gastos totales de empresas y familias).
- Mercado bajista provocado por un evento. Teniendo en cuenta la situación geopolítica y los riesgos actuales, parece el escenario alternativo de mayor probabilidad (pero no nuestro escenario principal). Este tipo de mercado bajista suele ser de rápida duración, pero también de notable profundidad y podría cubrirse parcialmente.
Ratificamos por tanto lo señalado hace un mes: que el mercado esté en máximos no debería ser una justificación para vender, pero sí podría ser justificación para adecuar las carteras a nuestro perfil de riesgo, diversificando correctamente e incluso en las posiciones de mayor riesgo, plantearse realizar beneficios. Y dado que la probabilidad de un mercado bajista provocado por un evento parece que podría ser alta, para el caso de los clientes con mayor conocimiento, quizá podrían plantearse la apertura de coberturas.