EEUU atraviesa un complejo año en el que se enfrena a la inestabilidad política, motivada por el nuevo proceso electoral de cara a la presidencia del país, así como por su intervención en el conflicto entre Israel y Palestina. Además, su economía se tambalea y sigue dando pasos hacia una posible recesión. Esta situación, según los analistas, podría derivar en un ‘sorpasso’ histórico de China sobre EEUU, calculándose que a mediados de la década de 2040, el PIB chino superaría al de la mayor potencia mundial hasta la fecha.
La perspectiva de crecimiento de China sigue ralentizada, aunque se espera que mantenga su línea ascendente durante los próximos cinco años, duplicando la aportación al PIB. El PIB se situó a finales de 2023 en los casi 20 billones de dólares, frente a los 26,8 billones de dólares del valor de la economía estadounidense.
Tal y como vaticina el Fondo Monetario Internacional (FMI), la diferencia aparentemente insalvable entre las dos potencias podría acabar con una restricción crediticia y una sucesión de impagos en EEUU como consecuencia del desplome de los beneficios empresariales y de un exceso de deuda.
Según cálculos del Foro Económico Mundial e informes recientes del Japan Center for Economic Research (JCER), el sorpasso podría adelantarse a algún momento de la próxima década, a partir de 2030. En este sentido, su presidente, Xi Jinping, se muestra optimista y mantiene su política proactiva y pausada como fruto del socialismo moderno implantado por el gobierno de Pekín de cara a 2035.
Pese a las políticas arancelarias impuestas por EEUU, todo apunta que será imposible que en 2049 no se produjese el temido sorpasso. Si bien es cierto que China seguirá dependiendo de las inversiones estatales, del desarrollo tecnológico y del consumo interno, con menos exportaciones de manufacturas.
Pese a todo, se augura un crecimiento para el PIB de China de un 5,7% anual hasta 2025 y después un 4,7% anual hasta 2030, según datos de Centre for Economics and Business Research (CEBR).
Desde Pekín se incide en la importancia del valor añadido sobre las exportaciones de bienes tradicionales, pues la guerra comercial con EEUU y el cierre de empresas como consecuencia de la crisis sanitaria incrementaron la presión sobre las manufacturas. De ahí que las multinacionales extranjeras hayan expandido sus lazos hasta países vecinos como Vietnam, reduciendo costes y regulaciones ambientales. En plena pandemia, la economía china totalizó 15,92 billones de dólares en 2020, mientras que en EEUU se registraron unos 23 billones de dólares.
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El poder de las inversiones estatales
Para el gobierno de Xi Jinping, China será capaz de mantener su rápido crecimiento económico acumulado durante las últimas dos décadas y tendrá un mayor control del estado en sectores clave tras intervenir en algunos de ellos como el Internet. El control directo sobre las empresas excederá el promedio de economía abierta y un mayor grado de implicación del gobierno central.
Aumento de la tecnología
Para los analistas chinos, la tecnología ocupará un papel esencial en el crecimiento económico de la economía. Especialmente apuntan al hardware, que requiere de un mecanismo de crecimiento, sin descuidar la expansión en semiconductores y software de infraestructura.
El país podrá vender y exportar productos tecnológicos y servicios esenciales para impulsar su economía, rivalizando plenamente con el crecimiento exponencial de la economía estadounidense.
El impulso de los gastos del consumidor
También hay que tener en cuenta, en este sorpasso económico previsto para la década de 2030, que los gastos de los consumidores aumentarán. Las cadenas de suministro han madurado y, con ello, sus capacidades de innovación. Los gastos de los consumidores impulsaron la economía en plena pandemia y, a pesar de la reducción de los ingresos por los confinamientos, la población de China es mayor que la de EEUU y gastará más, aunque la estadounidense posee mayor capital.
Así pues, los dirigentes chinos auguran crear más de 11 millones de nuevos empleos urbanos y expandir la demanda doméstica y el nivel de inversiones, aportando un pleno dinamismo a la economía.
Consecuencias directas
Si la economía china sobrepasa a la de EEUU, el país asiático tendrá más influencia sobre el conjunto mundial. De este modo, el país estará mejor situado para promover su iniciativa de la Franja y la Ruta, que busca fijar unas rutas de comercio terrestre y marítimo por Asia, África y Europa en proyectos de infraestructura e inversiones.
Todo partirá de una política exterior más audaz por parte del Partido Comunista Chino, resolviendo disputas regionales y quitando legitimidad al liderazgo regional y global de EEUU. Así pues, China prevé cubrir sus necesidades de materias primas con préstamos lanzados desde sus bancos de desarrollo y comerciales de capital estatal.
Habrá una clara transición hacia un modelo productivo basado en la demanda interna, al estilo de las grandes potencias industrializadas, perdiendo su carácter de factoría mundial que le ha hecho depender del sector exterior durante décadas.
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