Estas conclusiones pueden extraerse de un análisis reciente formulado por el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo. En este sentido, Beata Javorcik, economista jefe del BERD, ha asegurado públicamente que muchos gobiernos de la zona este de Europa tienen miedo a ser atacados y a sufrir cuantiosas pérdidas económicas sin opción alguna de sobreponerse.
Análisis detallado de las consecuencias económicas
Con informes oficiales en la mano, la economía rusa ha mejorado su previsión de crecimiento, pues según el FMI, ésta ha pasado del 1,1% al 2,6%. De hecho, el rublo recuperó su valor y mejoró durante 2022, pese a que durante los últimos meses haya vuelto a caer con fuerza. No obstante, la economía rusa no parece quebrarse.
Ante la invasión rusa, la dependencia energética de algunos países europeos era elevada. Alemania o Finlandia adquirían entre el 60% y el 80% del gas natural que precisaban por suministro ruso. Otros países como Chequia, Eslovaquia, Hungría o Letonia tenían una dependencia del gas ruso entre el 80% y el 100%.
Europa intenta subsistir
Si bien es cierto, los países de la Europa del Este han logrado reducir su dependencia energética notablemente, pues en 2023 solo el 14% de las importaciones de gas natural procedía de Rusia, además del 13% en forma de gas licuado (GNL).
Ahora, Washington se posiciona como el tercer mayor exportador de GNL del mundo, con 95.000 millones de metros cúbicos de gas exportado en 2021. De hecho, las importaciones de GNL (exceptuando a Rusia, principalmente de los EE. UU., Qatar y Nigeria) fueron del 25,7 %, siendo Noruega y Argelia otros dos exportadores esenciales en esta batalla energética.
El caso de Arzebaiyán también es llamativo, pues del 6% suministrado en 2023, se espera que lleguen a enviar 200.000 millones de metros cúbicos de los casi 400.000 millones que consume el conjunto de la UE.
Principales impactos económicos de la guerra
Hay que tener en cuenta que la economía de la UE y, en especial, de los países del este del viejo continente, se ha visto mermada. El shock de la oferta, provocado por el aumento progresivo de los precios del gas y del petróleo, así como el impacto de las amenazas geopolíticas ha derivado en una situación crítica para Europa.
Se estima que los impactos económicos de la guerra de Ucrania con costes presupuestarios directos a corto plazo para la UE y sus miembros podrían ascender a 175.000 millones de euros o alrededor del 1,1 al 1,4 % del PIB en 2022. De este modo, 50.000 millones de euros habrían sido empleados para contener los precios internos ante el agravamiento del shock de la oferta por transferencias, recortes de impuestos y/o controles de precios.
Además, 75.000 millones de euros fueron empleados para poner en marcha un plan de independencia energética, capaz de reducir la dependencia de Rusia, mientras que 30.000 millones de euros fueron empleados para mutualizar el coste de acoger refugiados y 20.000 millones en seguridad y defensa en 2022 (cifra duplicada en 2023).
Estos costes adicionales perturbarán el plan de consolidación fiscal planificado a partir de 2023 y es probable que agrave las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda pública en los estados miembros más frágiles.
Existe optimismo
Pese al incremento de los costes de endeudamiento, los países de Europa Central y Europa del Este logran subsistir. Los expertos entienden que 2024 será un año muy positivo, pues los países del sureste demostraron ser bastante resilientes, mientras que los del llamado Grupo de Visegrado, conformado por Hungría, Eslovaquia, República Checa y Polonia, tendrán un crecimiento medio del 0,6 %, con la excepción de la economía húngara, que caerá un 1 %.
Si bien es cierto, el crecimiento económico será más lento, por lo que estas deducciones indican que la mayoría de los países de la región han digerido gran parte del impacto económico causado por la guerra. La idea es, ante todo, que Moscú no eleve la intensidad del conflicto.
La inflación continúa en unos niveles demasiado altos, aunque se prevé que los países de la región miembros de la Unión Europea, experimenten un crecimiento económico del 1 %, por encima del 0,2 % previsto para el bloque.
Los países de Europa del Este están protagonizando una convergencia real. El PIB per cápita en Eslovenia ha superado ya al de España y se espera que supere a Italia en 2029 si se ajusta al poder adquisitivo, según las últimas proyecciones del FMI.
Por otro lado, Polonia y Lituania superarán a España e igualarán a Italia, a finales de la década de 2020. Por consiguiente, pese al desarrollo del conflicto y del aumento de los costes de endeudamiento, el desarrollo y bienestar económico de la Europa del Este sobrevive.