Con que pierda en algunos estados clave que ganó por la mínima, perderá. Entonces, ¿era Trump un mejor candidato de lo que ha sido presidente o es que los americanos no estaban preparados para que una mujer fuera la persona más poderosa del planeta? Lo que no decían las encuestas y ahora sí lo hacen es que es muy probable que los republicanos también pierdan el Senado, y quizá la clave está en quién elija Biden como vicepresidente.
Parece que fue el siglo pasado, pero fue hace solo tres años y medio que Trump se convirtió en el hombre más poderoso del planeta. Durante una gélida mañana de enero tomaba posesión en las escalinatas del Capitolio del puesto de presidente de los EE.UU. y eso a pesar de haber obtenido los peores resultados electorales, en términos de voto popular, en toda la historia de los EE. UU. Y fueron peores incluso que los obtenidos en la primera victoria de George W. Bush, esa que se dilucidó después de tres conteos de papeletas en el estado de Florida. Ahí Bush perdió el voto popular frente a Gore por un escaso margen. Trump perdió por más de 2,5 millones de votos.
Trump ganó de la manera más insospechada posible. Perdió por una abrumadora mayoría en el voto popular nacional, pero ganó en tres estados clave, aunque por una mayoría inferior al 1%. Por menos de 100.000 votos, que en términos poblacionales americanos es una cantidad irrisoria. Tres estados, Michigan, Wisconsin y Pensilvania que durante las cuatro anteriores votaciones presidenciales habían votado de manera recurrente demócrata.
En ambas elecciones Obama, un político sin experiencia relevante previa, ganó en estos estados al candidato republicano por una media de más de ocho puntos. Y eso que, en al menos en la primera de las elecciones, el candidato republicano tenía todas las papeletas para ser un candidato ganador. John McCain era un héroe de guerra que fue prisionero de los vietnamitas durante mucho tiempo, un senador de prestigio y un político moderado.
“Obama ganó en tres estados de mayoría blanca a pesar de ser un político sin experiencia relevante previa y, al menos en la primera de las contiendas, luchar contra un blanco, héroe de guerra, senador de prestigio y político moderado, como McCain.”
Concurre que en estos tres estados del noreste americano la población blanca representa aproximadamente un 7% más que en el resto de los estados de la Unión. Así pues, podemos concluir que a pesar del problema racial del que, con razón, muchas veces se habla, la población blanca votó de manera mayoritaria a Obama en las dos elecciones a las que se presentó.
Escribo todo esto solo para explicar y demostrar que el votante tipo en estos tres estados es un votante demócrata.
Entonces ¿Por qué en estos tres estados ganó Trump? Pues la explicación hay que buscarla en las pocas afecciones, por no decir odios, que causaba Hilary Clinton. Hilary perdió por amplia mayoría, en todos los condados de estos tres estados salvo en las grandes urbes de estos, como son Detroit, Philadelphia y Milwaukee.
Esto nos lleva a preguntarnos sobre si el problema es que el votante americano no está todavía preparado para que una mujer se siente en el despacho oval.
Hace unas fechas una de las mayores empresas de demoscopia del mundo, Gallup, hizo una gran encuesta sobre la aceptación y rechazo que causaría un candidato por sus condiciones primarias. Los resultados denotaban que una mujer, por ser tal, no causaría más rechazo que aceptación. Igualmente pasaba si el candidato era de color, homosexual, católico o incluso islamista. Solo había una condición que sí causaba más rechazo que aceptación y era si cualquiera de estos era socialista. La encuesta desvelaba pues, que ni el sexo, ni la raza, ni la religión, ni siquiera la orientación sexual eran causa de rechazo a la hora de elegir un presidente, solo lo era su condición política.
“Una reciente macroencuesta política demostró que actualmente el pueblo americano no discriminaría por raza, sexo, religión o condición sexual. El único tipo de candidato que a priori generaría más rechazo que aceptación es aquel que se proclama socialista.”
Así pues, no debemos buscar otra razón más allá que Hillary no gustaba para que fuera el primer candidato demócrata, en perder en estos tres estados en muchísimo tiempo.
Incluso en estos estados “demócratas”, una sociedad tan conservadora como la americana, y más en los condados rurales, prefirió votar a un candidato con todo tipo de escándalos sexuales antes que a Hilary Clinton. Pero si se profundiza un poco más las “responsables” de la victoria de Trump fueron las propias mujeres, que no votaron a Trump, pero se quedaron en casa y no fueron a votar. Los estudios realizados con posterioridad anotaban una caída media del voto femenino en estos tres estados del 1,44%, lo suficiente para que Trump hubiese ganado (1)
La mañana posterior a las elecciones que ganó Trump recibí múltiples llamadas de colegas que me trataban de explicar como iba a ser la política a seguir por la administración entrante y al final en todas las llamadas yo replicaba lo mismo: “lo siento, pero creo que estás equivocado, este señor está ahí por un accidente de la historia, porque los demócratas han elegido como candidata al peor candidato posible. Este señor no sabe de nada, ni tiene estrategia alguna para nada.”
“Trump ocupa el sillón del despacho oval no por su experiencia o estrategia, sino por un accidente de la historia.”
Dos años y medio después de estos comentarios, tuve la ocasión de leer el ultimo libro de uno de mis autores favoritos, el periodista Bob Woorward, archiconocido entre otras cosas por ser uno de los periodistas del caso Watergate. En ese libro titulado Miedo nos narra las locuras del hombre más poderoso de la tierra. Nos lo describe como una persona errática y egocéntrica.
Por mi parte dejé de contar cuando iban por 23 los colaboradores cesados o dimitidos en tan solo 20 meses de administración. Eso sí, se mantiene a su lado uno de los personajes más macabros de la economía mundial. Un personaje sin cargo administrativo definido que actúa como asesor presidencial plenipotenciario, y la voz que se susurra a Trump las más altas conspiraciones: Peter Navarro.
Las encuestas realizadas desde las elecciones de mitad de mandato, y muy en contra de lo que habitualmente escuchamos en la prensa, no predicen que Trump vaya a ganar las próximas elecciones, sino todo lo contrario, aunque si bien es cierto que hasta hace escasamente 60 días estaban dentro del margen de error.(2)
Para perder las elecciones del próximo 3 de noviembre Trump solo tiene que perder en Pensilvania y Michigan, dos de los estados donde ganó por menos de un 1%, aunque repita victoria en todos los demás estados en los que ganó. Al momento de escribir este articulo Trump perdería no solo en estos dos estados, sino también en Wisconsin, en Florida, en Carolina del Norte, en Ohio y en Arizona, estados en los que en las anteriores elecciones ganó. Y las encuestas dicen que en muchos de ellos el resultado previsto está fuera del margen de error.
Decisiones erráticas y declaraciones explosivas en temas tan sensibles como la pandemia, el racismo o la brutalidad policial quizá no hayan provocado pérdida de votos, ya que tiene una base de fieles seguidores muy estable, pero si ha provocado que mucho votante que no pensaba votar lo vaya a hacer, pero en su contra.
El sistema electoral americano es un sistema complejo y difícilmente comprensible, dado que los votos electorales que corresponden al estado en cuestión no se asignan porcentualmente a cada candidato en función del voto recibido, sino que se le asignan en su totalidad al candidato vencedor en el estado.
Mientras tanto, el candidato demócrata, Biden, permanece recluido en su casa del estado de Delaware viendo como la torre de su enemigo se derrumba.
Y si gana Biden ¿qué debemos esperar? Pues depende en qué áreas. Biden es un senador veterano, con experiencia y conocimiento de Europa. Pero que nadie se crea que es de izquierdas, porque es la antítesis y por sus hechos se le conoce. Se enfrentará a los chinos y a los rusos, pero muy probablemente de una manera mucho más sutil y diplomática que Trump. Y seguro reconocerá a los europeos la condición de aliados y amigos, que por décadas ha sido manifiesta, aunque les exigirá muchas de las cosas que Trump viene exigiendo.
Pero mientras que hace mucho tiempo descuento que Biden será el próximo presidente, los dos últimos meses me han traído una sorpresa. Hasta entonces descontaba que el Congreso seguiría en manos demócratas y el Senado en manos republicanas, pero las ultimas encuestas empiezan a cambiar las tornas en la cámara alta.
Como sabrá el lector, los senadores son elegidos para mandatos de seis años, pero la cámara se renueva por tercios cada dos años. Con la renovación del próximo noviembre es previsible, o al menos eso dicen las encuestas, que los demócratas pierdan el puesto de Alabama, pero recuperen el de Maine, el de Colorado y el de Arizona. Así todo quedaría a expensas del resultado en Carolina del Norte. En todos los casos las encuestas están fuera del margen de error. La duda reside en Carolina del Norte, donde las encuestas, aunque dan ganador a los demócratas están todavía dentro del margen de error.
Si tal y como dicen las encuestas actualmente los demócratas ganasen Carolina del Norte, se produciría un empate a 50 escaños para cada partido, y en los casos de empate vota el presidente de la cámara, puesto que le corresponde al vicepresidente de la nación. Así pues, si Biden gana y las encuestas en el Senado se cumplen, los demócratas coparían tanto el ejecutivo como el legislativo pudiendo llevar a cabo el 100% de su programa.
“Muy probablemente en Carolina del Norte se decida parte de la próxima legislatura. Si los demócratas ganan el escaño del Senado, la legislatura será de una manera, si no, será de otra.”
Y ¿de que depende Carolina del Norte? Pues fundamentalmente de la movilización del voto femenino y sobre todo afroamericano. Y ¿saben cómo creo que Biden va a atacar este problema? Eligiendo para vicepresidente a una mujer de color. Y se llama Kamala Harris.
Kamala Harris es una californiana, senadora demócrata de origen jamaicano-nativo americana, que fue fiscal del estado. Ha sido precandidata en estas elecciones y se retiró para apoyar a Biden.
Así pues, veremos la solución en muy poco tiempo, porque el sprint final ya ha empezado.