Un año y 100 millones de personas contagiadas después, cualquier proyección inicial de los efectos económicos de la pandemia se ha visto desbordada por la cruda realidad. Esta semana los informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) nos han recordado la virulencia del ajuste económico. En el caso de la OIT, en su informe anual estima que las horas trabajadas cayeron un 8,8% en 2020, casi cuatro veces más que en la crisis financiera de hace una década, lo que equivale a 255 millones de empleos a tiempo completo. El 93% de los trabajadores residen en países en los que se ha establecido algún tipo de cierre de los lugares de trabajo y se destaca la asimetría en los efectos de la crisis en el mercado de trabajo. Por ejemplo, en Europa, donde la reducción de las horas trabajadas en países como Italia (13,5%), Portugal (13,4%) o España (13,2%) es muy superior a la que se está produciendo en Países Bajos (4,2%) o Alemania (6,3%).
Por su parte, el FMI ha revisado al alza el crecimiento previsto para 2021 (+0,3 p.p., hasta 5,5%) y mantiene sin cambios en el 4,2% su estimación de crecimiento mundial para 2022. El informe del FMI no cambia excesivamente la valoración de la situación económica respecto a octubre, aunque refuerza la idea de que la recuperación va a ser desigual e incompleta. Desigual porque la brecha entre los ritmos de recuperación se mantiene e, incompleta, porque en términos de crecimiento habrá que esperar, al menos, hasta 2024 para ver algo parecido a los niveles de actividad de finales de 2019. De hecho, según el FMI, todavía en 2022 habrá 110 países (150 en 2020) donde los ingresos per cápita serán inferiores a los de 2019. Por países, China ya recuperó en el cuarto trimestre su nivel pre-Covid y EEUU y Japón lo harán en 2021. UEM y Reino Unido serán las grandes rezagadas, ya que en 2022 seguirán todavía por debajo de su nivel de finales de 2019. El FMI achaca el buen comportamiento del gigante asiático a la "efectividad de las medidas de confinamiento", mientras el buen desempeño de la economía americana se estaría produciendo por la tremenda respuesta de política económica que, en términos fiscales acumulados, equivaldría a 26 puntos porcentuales de PIB (incluyendo el nuevo paquete propuesto por Biden). Pese a este buen comportamiento relativo de EEUU, no debemos olvidar que la contracción del PIB en 2020 (-3,5%) constituye el peor registro desde el inicio de la serie en 1950.
En el lado contrario, los exportadores de petróleo y aquellas economías más dependientes del turismo afrontan unas perspectivas menos halagüeñas, dadas las previsiones a la baja que se manejan para los precios del crudo y la lenta normalización que se anticipa para los viajes internacionales. Incluso, dentro de cada país, el impacto de la crisis será desigual por grupos de población y sectores, lo que aumentará la desigualdad. Los trabajadores menos cualificados, los jóvenes, las mujeres y los trabajadores de la economía sumergida han sufrido enormes pérdidas en sus ingresos. De hecho, se espera que casi 90 millones de personas en todo el mundo caigan en la extrema pobreza en 2020-2021, revertiendo las tendencias a la baja logradas en los últimos veinte años.
En general, la incertidumbre preside todo el análisis, pues, aun descontando la permanencia de un tono de política económica extraordinariamente expansivo y dando por hecho que la estabilidad financiera se mantendrá a raya, el único factor determinante para las previsiones será el juego entre la evolución de las mutaciones del virus y la efectividad de las vacunas. En ese sentido, el FMI recuerda que "la pandemia no habrá acabado hasta que haya acabado en todas partes".
También, en Europa, hemos ido conociendo durante la semana el avance de los datos de crecimiento de la última parte del año. El comportamiento de la actividad fue de más a menos en el trimestre, de manera que las fuertes restricciones impuestas desde diciembre han tenido un coste económico menor de lo esperado, también en parte explicado por el buen comportamiento de las exportaciones. El PIB cayó solo un 1,3% trimestral en Francia y logró crecer en Alemania (0,1%) y en España (0,4%), lo que puede limitar el descenso del PIB en la UEM al 1,0% (se publicará el martes 2). El pesimismo que muestran los indicadores de confianza, la imposibilidad de levantar los confinamientos a corto plazo y el lento progreso en la vacunación hacen pensar en un nuevo trimestre con caídas de la actividad y, por tanto, en que la región esté experimentando una nueva minirecesión, ligada a la tercera ola de la pandemia.
Por el contrario, la economía española ha conseguido de momento evitar el signo menos delante del dato de crecimiento en la última parte del año. El crecimiento del 0,4% trimestral confirma la pérdida de fuerza de la reactivación en el cuarto trimestre, como consecuencia del empeoramiento de la situación sanitaria y el aumento de restricciones a la movilidad y la actividad. De este modo, el PIB recupera un 59,2% de la caída acumulada en el primer semestre del año (nada menos que un 22,2%), si bien los niveles actuales siguen un 9,1% por debajo de los de finales de 2019. Por su parte, en el conjunto de 2020 se registra un desplome histórico del 11%. A destacar que han sido el consumo privado (+2,5% trimestral) y el público (+4%) los que han conseguido compensar la debilidad de la formación bruta de capital (-.6%) y de las exportaciones (-1,4%) en la última parte del año.
Aunque el impacto asimétrico de la crisis se pone de manifiesto con especial virulencia en el lado de la oferta. Por un lado, destaca positivamente la agricultura, tanto por el avance trimestral (+4,9%) como por ser el único sector con niveles superiores a los de hace un año (+8,7%). La industria ralentiza su crecimiento hasta el 0,5% trimestral y se encuentra un 4,7% por debajo de los niveles del cuarto trimestre de 2019. Mientras el conjunto del sector terciario crece un 1,1% trimestral, si bien se observan fuertes diferencias entre actividades: mientras que comercio, hostelería y transporte crecen un 3% en el trimestre, las actividades artísticas y recreativas se hunden un 15,1%. Respecto a los niveles de un año antes, los servicios se encuentran un 9,8% por debajo, destacando negativamente comercio, transporte y hostelería (-20,4%) y actividades recreativas (-31,5%). Por último, la construcción es el sector con peor comportamiento, al quebrar la recuperación y contraerse un 8,1% trimestral (-18,2% interanual).
En el lado de las sorpresas negativas destacaríamos el avance negativo de la productividad, tanto en términos de PTETC (-3,8%) como en horas trabajadas (-2,9%). Si a esto se añade la subida de la remuneración por asalariado (+2,1%), los costes laborales unitarios (CLUs) anotan un fuerte crecimiento del 6,1%. Sorpresa porque, según la EPA publicada el jueves, la destrucción de empleo en 2020 se habría concentrado en quienes tienen estudios primarios (160.000 personas) o medios (500.000 empleos), mientras que el empleo habría aumentado entre las personas con estudios superiores (37.000 personas), lo que haría pensar en un efecto composición positivo. Quizás la explicación estriba en que las empresas no están siendo capaces de ajustar con agilidad el empleo a una demanda sometida a la volatilidad de los confinamientos.
Por lo demás, la Encuesta de Población Activa, aún con los buenos datos del cuarto trimestre (+167.400 ocupados), muestra el enorme impacto de la pandemia sobre el mercado laboral. Por un lado, en el año se perdieron casi 623.000 empleos (-3,1%), con un descenso aún muy superior de las horas trabajadas (-11,12%): con una intensa caída en el sector privado (-748.000 ocupados), fundamentalmente en servicios, parcialmente compensada por el aumento en el público (+125.800). En cuanto al paro, aumentó en 528.000 personas, hasta el 16,1% de la población activa (13,8% un año antes); el dato habría sido peor de no ser por la caída anotada por la población activa (casi 95.000) y por el efecto positivo de los ERTES. La enorme asimetría por regiones en el comportamiento del mercado laboral también llama la atención, con Murcia (0,4%), La Rioja (+0,3%) y, sobre todo, Extremadura (+1,4%) creando empleo, frente a la fuerte destrucción de Baleares (-8,1%) y Canarias (-12%). Finalmente, destaca el intenso envejecimiento del mercado de trabajo español pues, si la ocupación de mayores de 44 años aumentó durante la pandemia, la de los jóvenes se redujo en casi un 20%.