Desde el "Trump trade" del 5 de noviembre, cuando Donal Trump ganó las elecciones, los mercados han caído con fuerza (de hecho la compañía de su querido amigo Elon Musk ha perdido casi un 50%). ¿El motivo? "Aislacionismo y recesión, espantapájaros de Estados Unidos al descubierto". Es decir, el aislamiento, la provocación y la imposición de aranceles que derivan en una guerra comercial están llevando a Estados Unidos hacia una recesión. Pero no solo eso: también están desencadenando una desintegración global en paralelo. Es decir, el comercio mundial se verá afectado inevitablemente. Pero esto no es algo nuevo.
Por ello, considero que detrás de las recientes caídas del 4% en el Nasdaq de ayer o de casi el 3% en el S&P 500, se encuentra, en parte, este factor. El futuro del crecimiento económico es menos alentador de lo que se esperaba, y los factores geopolíticos son clave. Sin embargo, insisto en que el aspecto más determinante es la guerra comercial. Desde hace tiempo advertíamos que los aranceles conducirían, de manera inevitable, a un conflicto comercial más intenso, no solo con China, sino también con Canadá, México y la Unión Europea. Ursula von der Leyen tendrá dificultades en este contexto.
Por otro lado, el incremento en el gasto en defensa e infraestructuras podría, en cierta medida, amortiguar el impacto económico, siguiendo una estrategia keynesiana. No obstante, el resultado sigue siendo una desaceleración global del comercio.
Ajustes en la estrategia de inversión
Ante esta situación, hemos reducido en un tercio nuestra exposición al sector tecnológico. No tanto porque los resultados hayan sido malos (porque no lo han sido), sino porque los mercados reaccionan a si los resultados son mejores o peores de lo esperado, más que a su calidad absoluta. En este caso, los resultados han sido buenos e incluso las expectativas no han sido negativas.
Sin embargo, el mercado mantiene una visión más cautelosa respecto al futuro de las tecnológicas. Las valoraciones eran elevadas, pero hasta ahora se justificaban por el crecimiento que las respaldaba. Aun así, la incertidumbre geopolítica y económica está generando una actitud más prudente por parte de los inversores.
Por otro lado, Europa parece haber abierto un paréntesis y está cumpliendo con expectativas extraordinarias, lo que ofrece oportunidades en ciertos sectores.
Otra de nuestras recomendaciones ha sido tomar posiciones en bonos soberanos a largo plazo en EE.UU. Como mencionamos hace mes y medio, observábamos un mercado con poca volatilidad, pero anticipábamos caídas y, para protegernos, optamos por estos instrumentos, incluyendo ETFs específicos. Esta estrategia ha funcionado bien.
A nivel sectorial, seguimos viendo oportunidades en el sector de defensa (aunque lamentablemente es por razones geopolíticas) y en el sector financiero, que ha mostrado un desempeño especialmente sólido. Por otro lado, hemos evitado sectores con menor visibilidad, como el automotriz, debido a la incertidumbre en su evolución.