¿Por qué un fondo de biotecnología en este momento?
Juan Martínez: La razón surge porque la conjugación de los conocimientos científicos de Armando con los míos financieros son perfectos para este sector de la renta variable, en el que hay ineficiencias de mercado y en el que con conocimientos específicos se puede extraer valor a largo plazo.
Cuando valoran una compañía ¿cómo ponderan una negativa por parte de la autoridad sanitaria correspondiente?
JM: Es el principal riesgo. Que se apruebe o se rechace un fármaco o que pase de fase, puede tener un impacto en la revalorización del 80% o del 100%, e incluso un 200% si son monoproducto o monomolécula. Esa es una de las razones por la que vemos el fondo como un vehículo de capital riesgo, y es normal que alguna mina pises cuando estás comprando experimentos científicos.
Son compañías de crecimiento, no reparten dividendo. ¿Cuáles son las principales ineficiencias?
JM: Alguna hay con dividendo, aunque son la excepción y sobre todo son aquellas más grandes, porque aunque buscamos compañías de pequeña y mediana capitalización no renunciamos a las grandes, que pueden estar infravaloradas, como Bayer o Mylan. La principal ineficiencia que les vemos es que normalmente necesitan ampliar capital y eso se suele ver mal. Como inversor debes saber que estas operaciones existen y debes tenerlas reflejadas en tu modelo. En este sector el dinero inteligente es de un 5% o un 10%, los demás son especuladores individuales con falta de conocimiento y fondos pasivos o no especializados.
Armando Cuesta: A nivel científico, hay ineficiencias porque en el mercado participan especuladores carentes de conocimientos atraídos por la volatilidad y porque requiere una experiencia para saber qué hace la compañía, que molécula desarrolla, qué enfermedades tratan, muchas veces hay malinterpretación.
A nivel macro dicen que es un sector descorrelacionado. ¿Cómo se comportó el sector y el índice en los peores momentos de la crisis en 2008 y 2009?
JM: El índice Nasdaq Biotechnology lleva 25 años y a pesar de que la crisis de 2008 fue la peor de los últimos cien años a nivel mundial, el índice no protagonizó ni la peor ni la segunda mayor caída de su historia ese año. Ha habido causas internas que han provocado mayores descensos, en 2008 el S&P 500 y el Ibex 35 se dejaron un 60% y el índice biotecnológico un 30%, teniendo compañías más volátiles y más pequeñas.
¿Cree que a través de la deuda de estas compañías se podría sacar más rendimiento que a través de sus acciones?
JM: Son compañías que per se no suelen tener deuda. Desde el punto de vista financiero son compañías muy sencillitas. No suele haber deuda porque si ya hay pocos inversores activos especializados que se atrevan con las acciones con la deuda tiene menos sentido, porque tienen más riesgo al ser compañías muy volátiles. No existe un mercado secundario de renta fija.
¿Qué tienen en común las compañías en las que estáis invertidos?
JM: Sobreponderamos algunas temáticas como el ahorro hospitalario, las compañías que permiten suministrar fármacos en casa como Fresenius, y empresas que desarrollan antibióticos contra cepas multi resistentes. Otra tendencia es la genómica, tanto la terapia génica como la edición genética, en la que se incluiría una empresa como Spark Therapeutics. Nos gusta la terapia celular y todo lo que tiene que ver con las células Car T, es decir, las que permiten modificar los linfocitos fuera del paciente para que ataquen de forma específica al cáncer, o la terapia regenerativa, que permite crear órganos para los pacientes.
¿Por qué tienen tanta exposición a EEUU? Pondera un 58% en el fondo frente al 3,8% de Alemania o el 3,4% de Suiza.
JM: Igual que los grandes unicornios tecnológicos están en EEUU. Realmente no tenemos una predilección a EEUU, pero las empresas a las que les vemos más valor están allí y el universo de inversión también es más grande, unas 600 empresas frente a 200 europeas, aunque algunas también cotizan en el Nasdaq.
AC: Hay dos razones adicionales, en EEUU e Israel la transferencia de conocimientos entre las universidades y las empresas es mucho más eficiente y más madura que en Europa. Y el Nasdaq es un mercado muy serio, con unos estándares de regulación por parte de la SEC que nos hacen confiar mucho a la hora de analizar las compañías.
¿Podrían poner algunos ejemplos de compañías que les gustan?
JM: Tenemos a Editas, Crispr e Intellia que se dedican a la edición genética. De estilo más ‘value’ tenemos a Amgen, Biogen o Gilead, ésta última un poco denostada lo que le hace estar a unos múltiplos muy atractivos, a pesar de que su negocio contra la Hepatitis C ha muerto de éxito, y es que al conseguir curar ya no vende más. Aun así, tiene una serie de fármacos para el VIH y terapias génicas que creemos que van a tener efecto en la cotización en unos cinco años.
Otro ejemplo es Selecta que utiliza la nanotecnología para inyectar medicamentos ya existentes en enfermedades como la gota, lo que mejora la calidad de vida del paciente.
En el mercado español hay algunos ejemplos como Oryzon Genomics, PharmaMar o Biosearch. ¿Hay valor en este momento en este tipo de compañías? ¿Podréis ser inversores?
JM: No tenemos ningún sesgo emocional a España porque creo que no es bueno tenerlo si quieres ganar dinero. Podrían entrar pero la probabilidad, teniendo en cuenta que cotizan en un mercado menos maduro que el estadounidense, el acceso al capital es peor… es más difícil. Hay un ángulo para poder entrar que es que precisamente esas desventajas pueden crear ineficiencias.
AC: Aunque sí las seguimos, especialmente a Oryzon que tiene un producto innovador que es el tratamiento epigenético en enfermedades neurodegenerativas. Dentro de este tipo de enfermedades somos muy cautelosos a invertir en todo lo que tiene que ver con el Alzheimer, demencias… porque la fisiopatología no está nada clara, es decir cómo se produce la enfermedad no está nada clara y es una de las áreas terapéuticas que lleva más retraso.