La subida de tipos, los efectos tardíos de la postpandemia en algunos segmentos y la más reciente crisis de suministros nos habían empujado hacia un estado de prudencia y minimización de riesgos generalizada en el que las nubes y los árboles impedían a veces ver la realidad de un monte que ha lucido robusto, no sin las lógicas amenazas externas
Ahora que las previsiones macroeconómicas y geopolíticas comienzan a darnos cierto respiro y las señales de dinamismo vuelven a aparecer en el sector inmobiliario, el grueso de las SOCIMIS emerge de nuevo como ese sector atractivo y profesionalizado que ha sabido aprovechar el lógico parón en la animosidad inversora para hacer lo que debía, con estrategias meditadas de reducción de apalancamiento y una diversificación de cartera que le ha permitido una mejor adaptación a las necesidades cambiantes del mercado.
Siempre con la prudencia debida, las previsiones generalizadas de los expertos coinciden en que la recuperación del mercado inmobiliario y el aumento de la demanda del modelo del alquiler permitirá seguir creando un nuevo entorno favorable y de oportunidades a partir de la segunda mitad de este año. Sin olvidar que el impulso de la digitalización jugará también un papel clave en la evolución de las SOCIMIS con la adaptación de soluciones tecnológicas innovadoras para mejorar la gestión de los activos y la optimización de las operaciones entre otros usos.
Tras once años del debut en el mercado español de las primeras SOCIMIS de un tamaño relevante, el balance general ha sido más que positivo para el inversor nacional e internacional. Pero es también el momento de aprender del camino de recorrido para trabajar en la mejora de ciertas cuestiones que, a mi juicio, siguen lastrando el pleno funcionamiento.
La década de historia evidencia que existe un marco regulatorio estable que ofrece tranquilidad a los inversores, si bien los procesos y la calidad de las revisiones tienen todavía margen de mejora. El trasvase de la demanda e interés a otras bolsas de reciente creación en España y Europa, que ofrecen mayor facilitación en los trámites y más abaratamiento de los gastos, evidencia que todavía se puede trabajar en una mayor especialización sin renunciar a las plenas garantías legales y de transparencia.
El hecho de reducir requisitos obligados en asuntos como due diligence, auditoría, confort letter o proveedor de liquidez, entre otros, está dinamizando la actividad en esos nuevos índices, permitiendo ensanchar la base con SOCIMIS de tamaño más pequeño. Pero no olvidemos que existe también una actividad de sociedades de tamaño medio, que cuentan con una base de inversores más establecida, con sus objetivos más centrados en el entorno transparente y líquido que les ofrece el mercado continuo.
Es importante también desterrar la vieja idea de la SOCIMI como vehículo únicamente atractivo por su régimen fiscal. A nadie se le escapa que todavía existen muchos inversores particulares únicamente atraídos por esas ventajas tributarias que poco ayudan a la fama del sector.
La mayoría de los family offices entienden hoy, que además del ahorro impositivo, la organización del patrimonio bajo los parámetros que ofrecen las SOCIMIS suponen una ayuda inestimable a la gobernanza y la profesionalización de sus inversiones. Y es precisamente porque su estructura garantiza a todos los integrantes tener una participación de un negocio transparente, con una auditoría profesionalizada, una correcta valoración de los activos e identidad clara de los accionistas, entre otras cuestiones.
Aunque todavía habrá que esperar para comenzar a ver grandes operaciones en España, y con ciertas dudas todavía en torno a la relajación de los tipos, la recuperación del segmento retail en este primer trimestre, así como las nuevas fórmulas en el residencial como el ‘Living’ comienzan ya a generar interesantes oportunidades de inversión para el ámbito de las SOCIMIS. La aparición de esos proyectos de nueva dimensión con diferentes esquemas de uso obliga a una gestión más profesionalizada en los que vehículos como las SOCIMIS son verdaderamente diferenciales.
No son pocas las dificultades que enfrenta el sector, especialmente en materia regulatoria, si bien la capacidad y flexibilidad para para adaptarse a los nuevos escenarios les sigue haciendo igual de atractiva o más que hace ahora once años, con carteras diversificadas y realmente diferenciales. Sigamos mejorando.