El precio de la vivienda ha sido otro de los indicadores que constató una notable resistencia, manteniéndose firme incluso ante una disminución en las transacciones de compraventa e hipotecas. Este comportamiento se vio influenciado significativamente por el avance en el precio de la obra nueva que, si bien ha ido suavizando su escalada, presentó unos crecimientos elevados.
Las perspectivas para este 2024 son continuistas. De todas formas, a pesar de la buena marcha del sector, este continuará afrontando algunos de los principales desafíos derivados de un mercado que seguirá presionado.
En términos generales, podemos afirmar que la falta de oferta en el residencial seguirá siendo el mayor reto para la estabilidad del inmobiliario en un momento en el que, según los datos actuales, todo apunta que la demanda continuará siendo activa.
Por un lado, la adaptación de la producción a la demanda de nuevos hogares continúa siendo un reto. A pesar de la estabilización en los costes de construcción, el inicio de promociones se mantendrá en los mismos niveles, y es que la lentitud administrativa y las rigurosas imposiciones normativas siguen siendo obstáculos significativos para la obra nueva.
El encarecimiento de la financiación y los viejos problemas estructurales de la planificación urbanística limitan la capacidad de lanzar nuevos proyectos al ritmo deseado.
Si nos centramos en compraventas, se espera que el nivel de transacciones recobre pujanza y cierre este 2024 en torno a las 665.200 compraventas, un 4,9% más que en 2023, con un renovado dinamismo después del verano que aprovechará unas condiciones de financiación que se prevén más relajadas.
Según los últimos datos analizados por Servihabitat Trends, la escasez de obra nueva y el cada vez más escaso stock de segunda mano rehabilitado y de calidad neutralizan cualquier posibilidad de desplome en los precios. No obstante, la subida será más suave que la alcanzada en 2023, cuando este indicador escaló un 4%. Así, la revalorización prevista para el precio de la vivienda se estima en un 3%.
Igual que en 2023, se espera que el interés de compradores internacionales por el residencial español se mantenga fuerte. Como dato, no podemos perder de vista que este perfil ha sido el protagonista de 128.800 firmas en el último año que, si bien representa un 4,3% menos que en 2022, hay que recordar que venimos de un pico del 30,6%.
En el plano del mercado de alquiler, las cifras dibujan una curva ascendente en el precio que no parece tener techo. Este dato se verá, principal y nuevamente, presionado por la pérdida progresiva de la oferta disponible, que se retira del mercado o va al turístico, aupados por una mayor rentabilidad. En este sentido, la nueva legislación no ofrece soluciones, sino que presiona aún más al mercado al no proporcionar garantías suficientes a los propietarios y el control sobre los precios de alquiler resta tracción a un negocio patrimonialista de enorme tradición en España.
Ante este escenario, y bajo nuestro punto de vista, consideramos que este 2024 marca también, un momento decisivo hacia la adopción de cambios estructurales en el sector. Resulta imperativo adoptar nuevas formas de construir porque ya no es viable continuar potenciando los enfoques metodológicos más tradicionales. La realidad demanda una adaptación y una evolución constante que, actualmente, pasa por ofrecer soluciones habitacionales a los nuevos estilos de vida emergentes. Debemos abrazar nuevos modelos de construcción que potencien la digitalización y el uso de las herramientas tecnológicas y que, a su vez, tengan en cuenta aspectos ambientales como la eficiencia energética de los inmuebles.
Tenemos por delante una diversidad de desafíos que requieren ser abordados con una actitud positiva y constructiva. La vivienda no solo actúa como un motor de generación de riqueza, sino también como un pilar de cohesión social. Necesitamos de una oferta diversificada y de alta calidad para asegurar un espacio en el mercado para todos, fomentando así una sociedad más integrada y equitativa.