En marzo se aprobó la ley de rescate de Biden por valor de 1,9 billones de dólares. El plan ofrece pagos directos de 1.400 dólares a muchos estadounidenses, amplía las ayudas por desempleo a los millones de ciudadanos que aún no han recuperado su puesto de trabajo y pone a disposición de las pequeñas empresas préstamos con bajos tipos de interés. Los casi 400.000 millones de dólares en pagos directos incluidos en el paquete representan la mayor inyección de dinero desde que comenzó la pandemia.
La masa monetaria ha aumentado de forma significativa y parece que podría aumentar aún más en 2021. Con esta última ronda, las medidas de estímulo parecen haber compensado con creces la pérdida de ingresos provocada por el cierre de negocios y la pérdida de empleos.
La eficaz distribución de las vacunas debería llevar a Estados Unidos a superar su PIB de tendencia previo al COVID en 2022. Dicho esto, la economía tiene más de 8 millones de empleos menos que en febrero de 2020, el mes anterior a que comenzaran las pérdidas de empleos relacionadas con la pandemia.
La tasa oficial de desempleo y la tasa U6 (que incluye a los trabajadores que no buscan empleo por estar desanimados ante las escasas probabilidades de encontrarlo y a los trabajadores a tiempo parcial que desearían trabajar a jornada completa) se situaron en marzo en el 6,0% y el 10,7% respectivamente.
El sector servicios y otras áreas tardarán más en recuperarse, o podrían encontrarse en las primeras etapas de un cambio estructural. Las cicatrices que toda esta situación deje en el mercado laboral podrían ejercer una cierta presión a la baja sobre la inflación a medio plazo. Dicho esto, en Capital Group piensan que, una vez que se reabran las distintas economías, la demanda acumulada favorecerá a las áreas basadas en los servicios.
El mercado ha adelantado las expectativas de subida de los tipos de interés, a pesar de ciertos factores deflacionistas a corto plazo. El mercado de futuros, por ejemplo, ha descontado en casi 80 puntos básicos una subida de tipos para finales de 2023. En nuestra opinión, este ritmo de subida es más agresivo del que la Reserva Federal acabará aplicando.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, insistió en la intención de las autoridades monetarias de mostrarse pacientes. El conocido como «diagrama de puntos», que resume las perspectivas de los tipos oficiales, señala que lo más probable es que los tipos de interés se mantengan estables a lo largo de 2023, lo que coincide con nuestras perspectivas.
Powell ha afirmado que la Reserva Federal prevé un aumento transitorio de la inflación por encima del 2% este año, como consecuencia de efectos de base y del aumento de la demanda que favorecerá la reapertura de las economías. Con respecto al aumento de los rendimientos de los bonos, Powell señaló que lo que le preocuparía sería un endurecimiento desordenado o persistente de las condiciones financieras que pusiera en peligro los objetivos de la Reserva Federal. Sin embargo, las condiciones financieras continúan siendo extremadamente flexibles a pesar del brusco aumento de los rendimientos. De sus comentarios se desprende que la Reserva Federal no intervendrá a menos que se produzca un cambio en las condiciones.
En otros mercados desarrollados, el crecimiento también está repuntando hacia los niveles previos a la pandemia con mayor rapidez que el empleo. Los confinamientos se mantienen en algunos países de la eurozona, que incluso han endurecido sus restricciones ante la irregular evolución de la campaña de vacunación.
La actividad manufacturera de la eurozona ha mostrado una sorprendente capacidad de resistencia en el primer trimestre del año. Se prevé una aceleración de la vacunación en los próximos meses, lo que nos lleva a pensar que el alivio de las restricciones podría favorecer una recuperación aún más sólida, especialmente en el sector servicios. De igual modo, la actividad manufacturera se beneficiaría de la fuerte recuperación del ciclo industrial mundial.
El alivio de las restricciones en el Reino Unido podría favorecer la recuperación de la economía británica, que podría superar a la de la eurozona.
En China, el crecimiento económico podría estar estabilizándose. Al haber iniciado su proceso de recuperación antes que otros países, el impulso del crédito y los efectos del estímulo fiscal comienzan a desvanecerse. Los datos que nos ofrezcan en los próximos meses la economía y el índice de gestión de compras, así como los relativos a la demanda de cobre y acero, nos darán más pistas sobre las perspectivas de la economía china.
Las valoraciones de las distintas clases de activo parecen indicar que los mercados no están teniendo en cuenta los riesgos bajistas a corto plazo. Aun así, lo más probable es que la pandemia influya en el sentimiento de los mercados en los próximos meses. La eficacia de las vacunas, la propagación de las variantes del COVID-19 y la posibilidad de aumento de la incidencia cuando se reabran las economías constituyen fuentes potenciales de volatilidad.
Dadas las perspectivas de Capital Group positivas a corto y medio plazo, piensan que los posibles contratiempos podrían ofrecer favorables puntos de entrada a los inversores a largo plazo. No cabe duda de que el riesgo de tipos de interés ha adquirido un especial protagonismo entre los inversores. Sin embargo, y en su opinión, la subida que han experimentado desde finales de febrero los rendimientos de los bonos parece excesiva.