La inflación estadounidense sorprendió al alza en el mes de abril: la inflación subyacente subió un 0,9% y la inflación básica un 0,8%. Esto cambia de forma sustancial las matemáticas de la inflación. Aun cuando la tendencia mensual de la inflación se desacelere al 0,15%, ligeramente por debajo de la tendencia previa a la pandemia, pensamos que la variación anual del IPC subyacente (que excluye los precios de los alimentos y la energía) se situará por encima del 2,5% al menos durante el próximo año. Es muy probable que la tendencia mensual se sitúe muy por encima del 0,15% en los próximos meses.
A su vez, ello implica que el aumento interanual del índice de gastos en consumo personal podría acelerarse por encima del 2,25% y mantenerse en ese nivel durante un periodo de tiempo prolongado. En definitiva, nos encontramos en el objetivo de inflación de la Reserva Federal. Aunque aún se tienen que registrar avances significativos en el ámbito laboral, los datos de inflación correspondientes al mes de abril aumentan la probabilidad de que la Reserva Federal decida reducir sus programas de compras de activos antes de lo previsto. Por lo tanto, desde Capital Group piensan que los rendimientos del tramo medio de la curva (los títulos del Tesoro a cinco y siete años) deberán aumentar para reflejar esta mayor probabilidad.
Todo ello podría adelantar la subida de tipos de interés, que en la actualidad se prevé, como mínimo, para 2023. Al menos por el momento, aún es pronto para adelantar dicha fecha: los datos son demasiado volátiles y las perspectivas demasiado inciertas como para que la Reserva Federal decida realizar ajustes importantes. Lo que estamos viendo no se debe a un ciclo virtuoso de inflación impulsada por la demanda de mano de obra, sino a la reapertura de las economías y los cuellos de botella de las cadenas de suministro, que, en nuestra opinión, tienen carácter transitorio. Eso podría cambiar.
Si los datos de empleo comenzaran a mejorar de forma significativa (y se redujera la cifra sin precedentes registrada en el mes de marzo, con ocho millones de empleos sin cubrir), se aprobaran nuevas medidas de estímulo fiscal y la tendencia de la inflación subyacente superara el 2,5%, la Reserva Federal se plantearía la posibilidad de reducir sus programas de compras de activos y subir los tipos de interés antes de lo previsto. Sin embargo, conviene recordar que la entidad desea que la inflación alcance el objetivo del 2% o que incluso lo supere, y también persigue una mejora amplia e inclusiva del empleo.
Por lo tanto, el reajuste de la inflación en niveles más elevados coincide con los objetivos a largo plazo del banco central. La reunión que la Reserva Federal celebra hoy 16 de junio debería ofrecernos cierta información al respecto. Por último, conviene también recordar que, en 2011, tras la crisis financiera mundial, la inflación no superó el 3% durante mucho tiempo por la aparición de una serie de imprevistos negativos que se produjeron tras la crisis, lo que podría volver a ocurrir.
Perspectivas de inflación en el resto del mundo
El Banco de Inglaterra y el Banco de Canadá ya han anunciado el cese gradual de sus medidas de estímulo. El Banco de Inglaterra prevé una fuerte recuperación de la actividad ante la reapertura de la economía y los indicadores recientes que apuntan a una mayor capacidad de recuperación de la economía real a pesar de las restricciones de movilidad. Además, la subida de los precios de las materias primas en todo el mundo está llevando a las compañías industriales a subir sus precios, y los minoristas prevén también un aumento de los precios de venta. Dicho esto, la inflación sigue sin alcanzar su objetivo, y dado el considerable excedente de capacidad, las presiones inflacionistas subyacentes son débiles. Lo más probable es que el banco central mantenga sin cambios los tipos de interés hasta tener más claras la velocidad y la magnitud de la recuperación económica.
El BCE también podría reducir su programa de compras, dada la generalización de las presiones inflacionistas en la eurozona. Sin embargo, aún no está claro hasta qué punto la situación actual tiene carácter temporal, si atendemos a la incertidumbre sobre las consecuencias de la pandemia, las recientes fluctuaciones de las divisas y los precios de las materias primas, la magnitud del excedente de capacidad y las perspectivas salariales. Tras su última reunión, el BCE anunció que no realizaría cambios en su política monetaria, pero resulta evidente que existe una creciente división entre los miembros del consejo que piensan que es necesario intensificar aún más la orientación expansiva de dicha política y aquellos que consideran que la entidad tendrá que comenzar pronto a preparar a los mercados para una futura retirada del programa de compras.
Por el momento, ambas partes están dispuestas a mantener sin cambios la política monetaria, con la voluntad de aumentar o disminuir el ritmo de las compras de activos en función de un análisis sobre las condiciones de «financiación» de la eurozona. Si la economía se recupera según lo previsto y la inflación aumenta, los partidarios de ir reduciendo los programas de compras harán valer sus argumentos con fuerza.
El BCE finalizará el análisis de su estrategia el próximo otoño y, a continuación, dará a conocer sus intenciones con respecto al programa de compras, que vence a finales de marzo de 2022.
En el resto del mundo desarrollado, la inflación se sitúa lejos del objetivo del 2% en Japón, tanto por la brecha de producción como por el hecho de que el gobierno basa sus medidas de estímulo en los recortes de precios. Lo más probable es que el Banco de Japón mantenga una política monetaria expansiva en un futuro próximo.
En los mercados emergentes la inflación también ha aumentado más de lo previsto. La combinación de la subida de los precios de las materias primas (aunque algunos gobiernos han impuesto medidas para reducir el impacto de la subida de los precios de los alimentos y la energía en el IPC), los efectos de base, las presiones sobre los costes derivadas de la debilidad de las divisas de los mercados emergentes (sobre todo de los países con mayor rendimiento) y los cuellos de botella de las cadenas de suministro ha provocado una aceleración generalizada de la inflación.
En México, Brasil, Chile, Colombia, República Checa, Hungría y Polonia se han registrado cifras de precios al consumo superiores a las previstas, mientras que la inflación de los precios de producción sorprendió al alza en China. Los bancos centrales de Rusia y Brasil ya han comenzado a subir sus tipos de interés. El banco central ruso subió los tipos 25 puntos básicos en marzo y 50 en abril, mientras que el brasileño los subió 75 puntos básicos en marzo.