La gran ventaja de los planes de pensiones es, sin duda, su fiscalidad. Los planes de pensiones desgravan hasta 8.000 euros anuales en la base imponible del IRPF y puede ser un producto ideal para la inversión a largo plazo. Sin embargo, los planes de pensiones también cuentan con desventajas: las comisiones que pagan de media los clientes son superiores a otros productos, no son líquidos y sobre todo, al rescatarlos se tributa por el total del capital acumulado como rendimiento del trabajo, a un tipo que puede llegar hasta el 45% si se tienen ahorrados más de 60.000 euros.
“En los fondos de inversión, el inversor puede entrar y salir cuando quiera. Esta flexibilidad puede ser muy ventajosa si el inversor necesita el dinero en determinadas circunstancias. Sin embargo, en los planes de pensiones los inversores no pueden retirar el dinero salvo en casuísticas muy especiales. Este vehículo de inversión a largo plazo puede ser muy beneficioso porque evitará que venda en malos momentos del mercado que es el mayor error y lo que le suele restar mayor rentabilidad a los inversores”, apunta Beatriz Hernández, analista de fondos de Atl Capital.
“La única ventaja de los planes de pensiones es la fiscalidad y no recomendamos hacer nuevas aportaciones en un producto algo más rígido, por un importe mayor al bonificado”, remarca Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G Banca Privada.
La oferta existente de fondos ahora mismo es muy amplia, y permite al ahorrador acceder a todos los mercados del mundo, con la posibilidad de invertir en euros y adaptada al perfil adecuado de cada persona en función de su horizonte temporal y de su aversión al riesgo, sin la necesidad de realizar grandes inversiones o desembolsos.
Los fondos de inversión son una buena alternativa, pero no la única. El sector financiero ha desarrollado otros productos de ahorro a largo plazo como los planes de previsión asegurados (PPA), los productos de seguro a largo plazo como el SIALP (seguro individual de Ahorro a Largo Plazo), los fondos de seguro diversificado conocidos como ‘unit linked’ o el PIAS (plan individual de ahorro sistemático).
Los PIAS cuentan con la ventaja fiscal de que, si el seguro se cobra en forma de renta vitalicia, el rendimiento obtenido hasta su vencimiento está exento de pagar impuestos y en caso de fallecimiento del cliente durante el período de ahorro los beneficiarios están cubiertos. Los SIALP, que comercializan las compañías aseguradoras, y los CIALP, que venden los bancos, son productos orientados a los ahorradores más conservadores y que buscan una rentabilidad en el largo plazo, el límite máximo de inversión es de 5.000 euros y se debe mantener la inversión durante cinco años para poder tener exenciones fiscales en los intereses que se hayan generado.
Los ‘unit linked’ son un producto que funciona como si fuese un seguro de vida, por lo que cubre la muerte, la invalidez o la jubilación del ahorrador y en el que el dinero aportado se invierte en una cesta de fondos de inversión o en una cartera de valores en función del perfil de riesgo que elija el inversor, que cuenta con el asesoramiento de una compañía de seguros.
¿Cómo invertir siendo conservador?
Ante la necesidad de complementar la jubilación pública, muchos ahorradores conservadores encontraban refugio y valor en la renta fija antes de que los bancos centrales pusieran en marcha sus políticas monetarias no convencionales, basadas en bajar los tipos de interés y comprar deuda en los mercados, con el objetivo de reactivar las maltrechas economías golpeadas por la crisis de 2008. Sin embargo, a día de hoy, encontrar rentabilidad sin apenas riesgo en renta fija es prácticamente misión imposible.
Los bonos de alta calidad para un inversor europeo cuentan con retornos negativos e incluso han llegado a marcar mínimos históricos este año tras la puesta en marcha de los últimos estímulos del Banco Central Europeo (BCE).
Los fondos multiactivos, los de retorno absoluto y los fondos de renta son los reyes actuales de la industria para aquellos perfiles que no tienen tolerancia al riesgo. “Los inversores más conservadores deben ser conscientes de que vivimos en un entorno de tipos bajos, con inflación y crecimiento moderado, con una renta fija en euros poco interesante que ofrece tipos de interés reales negativos, de hecho el 30% de la deuda pública global ofrece tires negativas, situación acentuada en el caso de Europa”, explica David Espeja, director de la unidad de banca privada de Banca March.
También se da la paradoja en los últimos tiempos de que muchos inversores que tradicionalmente habían apostado por la renta fija y por una inversión a largo plazo tranquila, sin grandes altibajos, están siendo empujados por la industria hacia la renta variable sin tener ningún tipo de afecto por este activo. “Estamos viendo cómo muchos pequeños inversores están incrementando el riesgo de su cartera, a veces sin tener la percepción de ello, en post de conseguir su rentabilidad objetivo, lo que nos parece bastante peligroso”, arguye Alfonso Benito, director de gestión de activos de Dunas Capital AM.
Gestión activa vs pasiva
Otra opción que tienen los ahorradores es invertir su patrimonio, o parte de él, a través de fondos cotizados o ETFs, que replican a los índices bursátiles más conocidos como el S&P 500, el Nasdaq, el Dax… pero también existen múltiples índices creados ad hoc con el objetivo de ser replicados, por temáticas, sectores o compañías con estilos de inversión similares. Es un producto con bajos costes, simplicidad a la hora de operar y alta diversificación, aunque no traspasables como los fondos.
La opinión generalizada del sector es que son un buen producto para tener exposición a la renta variable estadounidense, donde muy pocos fondos de gestión activa baten de forma sostenible a los índices de Wall Street. Sin embargo, en mercados bajistas o con alta volatilidad pueden no ser el producto más idóneo.