Pero eso no significa que no se esté avanzando en los otros ODS tanto de manera implícita como explícita. La aplicación del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) desde el 10 de marzo de 2021 traerá una mayor transparencia en la información no sólo a la red de distribución sino al usuario final, con la clasificación de productos en categorías que dictarán requisitos de divulgación adicional.
Muchas más gestoras de activos están incorporando factores ambientales, sociales y de gobernanza en sus procesos de inversión, y se involucran intencionalmente vía el engagmenet con las empresas en las que invierten en temas que van no sólo con el cambio climático, sino el tratamiento de empleados, supervisión de cadenas de suministro y la diversidad e inclusión. La demanda de estrategias que consideren aspectos ESG alcanza nuevos máximos, principalmente en Europa, con flujos que llegaron a los 233.000 millones de euros, que son 10 veces más que en 2010 y el doble que en 2019. Se lanzaron más de 500 nuevos fondos ESG y se reutilización más de 250 fondos convencionales. Los activos en estrategias sostenibles alcanzaron los 1.100 billones de euros en diciembre de 2020 (según Morningstar). Y, aunque ha habido repunte en los activos de estrategias pasivas, realmente es la gestión activa la que acompaña a empresas que hoy no alcanzarían ratios altos en su evolución.
Gestoras como Fidelity, Janus Henderson y Schroders incorporan factores ESG en sus fondos que de manera transversal involucran a todos, pero también cuentan con fondos donde el aspecto social toma relevancia. Sigue quedando camino por recorrer en cuanto a la medición de la “S” de las carteras, pero se están desarrollando nuevos estándares, siendo siempre necesaria la formación y educación financiera, que es un eslabón importante en la evolución de los inversores.
Uno de los retos más apremiantes es el Desarrollo Sostenibilidad, sin embargo, gran parte de los esfuerzos se han centrado en el cambio climático, quedando en un segundo plano la S- social- y la G-gobernanza-.
Cada vez es más común ver mediciones de impacto medioambiental en las carteras, pero queda la duda si es posible medir el resto de ODS en las compañías que integran las carteras. En este sentido Beatriz Rodríguez San Pedro, Gestora de Ventas en Fidelity International, comenta que “la medición de los aspectos sociales hoy en día es algo más complicado”. La taxonomía europea por ahora solo ha ido en la línea del cambio climático. Sin embargo, es verdad que se están desarrollando ya nuevos estándares para la medición de la parte social, como por ejemplo la igualdad de género. “En Fidelity también nos centramos en la parte más cualitativa, donde utilizamos nuestro rating, basado en conversaciones que han tenido los analistas con las empresas, y se reportan en una herramienta interna y con base en esa información y ratios se analiza la trayectoria de la compañía y las expectativas a futuro en donde nuestros analistas juegan un papel fundamental, acompañando a esas empresas en su camino de mejora. Estoy segura de que en los próximos años veremos una estandarización de la información, haciendo todo mucho más sencillo de medir”.
Nos comenta como en Fidelity cuentan con estrategias que van más allá de la “E”, con la estrategia Fidelity Funds Sustainable Water and Waste, que invierte en toda la cadena del tratamiento del agua y residuos, es decir, desde las tuberías, tratamiento y limpieza del agua hasta el embotellamiento para que sea factible y potable para sociedad, y luego también el reciclaje que tan en boga está ahora mismo. Generamos tal cantidad de residuos que es importante concienciar a las personas de la importancia del reciclaje, pero no solo del plástico, sino del papel y cartón y demás deshechos, educando. Al invertir en compañías que tienen en cuenta tanto el agua como el reciclaje, también se invierte en aquellas que hoy en día no están haciendo las cosas del todo bien, pero que verdaderamente a través del engagement se puede cambiar la manera que tienen de hacer las cosas. De manera que “la sostenibilidad no es únicamente mirar los datos actuales, sino incluso más importante el lograr cambiar la trayectoria”.
Para Martina Álvarez, Directora de Ventas para Iberia de Janus Henderson, la inversión sostenible es una “evolución natural de la gestión activa”, vía el engagement o colaboración con las empresas en las que estamos invertidos, consiguiendo así trabajar en temas sociales como la diversidad o inclusión, o bien el apoyo las comunidades en las que invierte en nuestras empresas. “No es nada nuevo, es algo que llevamos años trabajando y que hemos estado reforzando equipos”, puntualiza. Se ha invertido en sistemas que ayudan a medir de forma cuantitativa los riesgos en las carteras. También se han hecho inversiones en equipo humano, porque de nada sirve tener esos datos cuantitativos, si no sabemos interpretarlos, necesitamos absolutamente ver no solo cuando ha sido la evolución pasada, pero hacia dónde pueden ir esos datos cuantitativos. Pero también en formación en todas las áreas.
En Janus Henderson cuentan con una estrategia multi-temática, Janus Henderson Global Sustnaible Equity, que cubre cinco temáticas medioambientales y cinco temáticas sociales, donde el 70% está invertido en temáticas sociales el conocimiento y la tecnología, la calidad de vida y educación, seguridad, salud y finanzas. De ahí que esta estrategia contribuya a los 17 ODS que ha marcado las Naciones Unidas. Por tanto, en una única estrategia se incorporan temas de cambio climático y medio ambiente, pero también temáticas sociales que efectivamente hay que sacarlas a la luz porque de momento se habla mucho del clima.
Según estimaciones de la ONU, a las que hace referencia Inés del Molino, Directora de Cuentas de Schroders, se calcula que se invertirán entre 5 y 7 billones de dólares al año para lograr esa ambiciosa lista de los 17 ODS, de los cuales, 2 billones serán destinados a cambio climático que está siendo el abanderado de los ODS a la hora de captar la atención de inversores y gestores. No obstante, “creemos que efectivamente cada vez más iremos viendo la repercusión en otros objetivos”, puntualiza. Al invertir en una estrategia de transición energética, también se analiza el trato honesto y honrado a sus empleados, y donde la gobernanza corporativa es fundamental, aunque a priori dé la sensación de que son única y exclusivamente a favor de cambio climático, “muchas de esas estrategias favorecen y refuerzan de manera colateral a esa huella social”.
En Schroders cuentan con estrategias relacionadas con la sanidad y los avances sanitarios, que tanta relevancia han tomado con la pandemia y donde la tecnología claramente juega un papel importante. El fondo Schroders Healthcare trata de aprovechar las oportunidades que nos ofrece este sector de energías renovables, que también tiene mucho que ver con la contaminación y muchísimo que ver con la salud. Es por ello por lo que la inversión sostenible tiene ramificaciones que abarcan de manera colateral otros de los ODS.
El 10 marzo entró la aplicación del reglamento sobre la Divulgación de Finanzas Sostenibles para proveer de información transparente a los inversores y, en este sentido, Inés comenta que esta nueva regulación lo que hace es homogeneizar y que todos hablemos el mismo idioma. Se realiza una clasificación de los fondos bajo artículos 8 y 9 dependiendo de que tengan o no un impacto absolutamente claro. “Nos está costando mucho porque no todas las estrategias entran única y exclusivamente en uno de los artículos, tenemos algunas estrategias que bailan un poco entre los dos y hemos tenido que decidir dónde clasificarlas y las fichas incluirán el artículo al que pertenece, algo como las estrellas de Morningstar”, finaliza.
Información y formación
Se ha marcado los mínimos imprescindibles que las gestoras tienen que comunicar, pero la idea es ir un poco más allá. Las tres gestoras enfatizan la importancia a la formación y calidad de la información, y que esta transparencia ayude a los inversores a conocer mejor las estrategias en las que invierte. Para los inversores, las nuevas reglas constituyen protecciones que son bienvenidas para evitar el greenwashing, obteniendo más datos en relación con sus inversiones y sobre los riesgos de sostenibilidad que asumen. Se abre una era repleta de información y formación que traigan consigo confianza en el sector.
Claramente Europa está llevando el liderazgo en la aplicación del Desarrollo sostenible y la agenda 2030 de las Naciones Unidas. Sin embargo, y aunque cada región vaya a su ritmo, desde el punto de vista de Fidelity hay noticias favorables al respecto. Con base en los resultados de la última encuesta realizada por la firma, más de la mitad de las empresas con las que sus analistas se reúnen tienen en cuenta los criterios ESG. La evolución ha sido significativa ya que mientras que en 2017 en torno a un 13% de las empresas los consideraban, en 2020 fue del 48% y ahora en 2021 ha subido hasta el 52%, con incrementos en todas las regiones. “Estamos dando grandes pasos, pero quizás deberían ser aún más grandes; tenemos que revertir 550 años de gases de efecto emisiones de gases de efecto invernadero y si nos fijamos en las en la época del confinamiento más estricto durante el año pasado solo conseguimos reducir las en 8,9%, por lo tanto, los retos por delante son inmensos”, puntualiza Beatriz.
A manera de conclusión, Inés comenta que, si bien es cierto que los inversores a la hora de tomar sus decisiones consideran la Rentabilidad y el Riesgo, la tercera a es el impacto positivo de nuestras inversiones en la sociedad y en el medio ambiente. Por tanto, la Sostenibilidad es la tercera dimensión de las inversiones.
Para Martina, si las décadas anteriores han sido las décadas de la tecnología, desde ya estamos en la década de la inversión ASG, de la inversión sostenible. Siendo algo natural de la gestión activa, que va de la mano con la inversión sostenible vía ese “acompañamiento” en la evolución de las empresas en las que invierten.
Y para Beatriz, la rentabilidad y la sostenibilidad son completamente compatibles, la sostenibilidad ya está en el ADN de muchas personas, no solo millennials sino de todas las generaciones. Según algunas estadísticas, casi un 60% de los españoles estarían dispuestos a sacrificar rentabilidad a cambio de generar un impacto positivo con sus inversiones.