Cuando preguntamos a los expertos del mercado una idea de inversión para este 2021 la mayoría lo tiene claro: es un año táctico, donde se hace necesario tener la mente más abierta que nunca, la cautela tiene que primar pero el sentimiento sigue siendo muy positivo. El apoyo de los Bancos Centrales y gobiernos seguirá apoyando a la renta variable aunque pueda haber pausas en el camino que consideraremos sanas. Un año en el que estamos viendo una gran rotación y en el que tendremos que ver si los márgenes de las compañías acompañan la ampliación de múltiplos que hemos vivido en 2020. ¿Y en renta fija? Siempre se dice que las TIR no pueden caer más con lo que este año puede ser el definitivo aunque sólo sea porque complica mucho las carteras de los inversores más conservadores.
Un escenario en el que, dentro de esa visión táctica, es necesario mirar hacia temáticas del futuro, con carteras vinculadas a la sostenibilidad y donde los episodios de volatilidad nos obliguen a estar preparados, cubriendo las carteras, estructurándolas bien y con margen de liquidez suficiente para asumir más riesgo cuando se necesite.
Renta fija: visión global y deuda corporativa
Y ¿dónde están las alternativas? Una de las estrategias de inversión flexible, global y sin restricciones para invertir en los mercados de renta fija global es el Allianz Strategic Bonds. Un fondo cuyos objetivos principales son: generar rentabilidades positivas consiguiendo generar un alfa del 11% en los tres últimos años; correlación cercana a cero con respecto a activos de de más riesgo y, por último, asimetría haciendo que las pérdidas estén limitadas dejando correr parte de la ganancias. “Es un fondo sin restricciones ni a nivel geográfico ni por rating. Tenemos un enfoque de retorno total con un posicionamiento de alta convicción muy basado en encontrar el valor, que muchas veces nos hace tener una visión contrarían al posicionamiento del mercado”, dice Romualdo Trancho, miembro del equipo de desarrollo de negocio de Allianz Global Investors.
El fondo cuenta con cuatro fuentes generadoras de alfa: tipos de interés , crédito, bonos ligados a la inflación y divisas. Una estrategia con poca correlación con las principales clases de activos que es positivo cuando los mercados van bien y permite ser más eficiente en momentos complicados. “Utilizamos la divisa como factor de cobertura donde actualmente tenemos una posición larga en yenes japoneses y estamos cortos en euro, libra, dólar canadiense y dólar australiano”, dice Trancho. Un fondo que tiene sentido en este entorno por su diversificación, baja correlación con la renta variable, sin restricciones y con una amplia flexibilidad por parte de un equipo gestor con gran experiencia.
Sin salir del segmento de renta fija y con una visión más conservadora, la renta fija corporativa investment grade es otro de los activos a los que tener exposición en cartera en un entorno en el que la inflación ni está, ni se la espera. La digitalización y el 5G son fuertes componentes de destrucción de empleo y de mayor constricción en cuanto a costes. Todo se podrá manejar de forma más barata y con costes salariales menores lo que impactará de lleno en la inflación. A nivel económico, la macro y los indicadores apuntan a una recuperación sólida ayudada tanto Bancos Centrales como Gobiernos. Esto “está llevando a que la mayoría de empresas se estén desapalancando, aumenten poco a poco sus márgenes y beneficios, crezcan sus fondos procedentes de operaciones, estabilicen sus rentabilidades y se empiecen a estrechar sus diferenciales. El período más favorable para los bonistas”, dice Ricardo Comín, director de ventas de Vontobel AM pues “el proceso que están llevando a cabo la empresas en cuanto a liquidación de su deuda y saneamiento de sus balances puede favorecer a los ratings y fomentar una subida en las diferentes emisiones”. Un activo en el que además juegan a favor una oferta más limitada, menos papel corporativo en los mercados, con una mayor demanda de inversores institucionales que están saliendo de bonos de gobierno y cash porque no pagan, pagan en negativo o simplemente porque los están comprando los Bancos Centrales lo que les obliga a moverse al siguiente nivel de riesgo. “Y además, quitando el investment grade americano, todo está cayendo y quien está comprando deuda vuelven a ser los Bancos Centrales con lo que tendremos un nuevo comprador, mayor demanda y menor oferta en el mercado”. Un tipo de deuda que cuyo yield puede estar algo ajustado pero que paga más que la parte tradicional de la carteras en cuanto a no riesgo.
El Vontobel Corporate Bond Mid Yield tiene que estar invertido al menos un 67% en emisiones de rating entre A – BBB. Para la parte de spreads muy comprimidos pueden llegar a invertir hasta un 22% en BB y consta de dos fondos: Europeo y el global, que ha cumplido cinco años e invierte en EEUU y en deuda investment grade de países emergentes en divisa fuerte. La versión europea está sobreponderado en bancos, aseguradoras, real estate y aquellos países que se beneficien del fondo de recuperación. En la cartera global, sobreponderan telecomunicaciones, automóviles y energía.
La sostenibilidad a través de empoderamiento y visión global
Tener una visión global es imprescindible siempre pero más en un momento como el actual. 2020 fue un año de drama a nivel humanitario y económico pero, para los mercados, fue una sorpresa muy positiva y, el gran ganador, fue la inversión socialmente responsable. “2020 fue la gran prueba de fuego, esta estrategia ha salido victoriosa y ha servicio para que, todos aquellos que pensaban que la ISR detrae retornos no sólo no lo ha hecho sino que los ha potenciado”, dice Luis Martín, responsable de ventas de BMO global AM par el Sur de Europa y Latam.
Una tendencia que se perpetuará en el futuro por varios motivos: hay un cambio en el patrón de consumo de la sociedad, el cambio regulatorio apoyará las inversiones responsables y, por supuesto, habrá una cantidad masiva de dinero dirigido a infraestructuras para solucionar el problema climático y social. Una tendencia de la que busca beneficiarse el BMO Responsible global Equity Fund, un fondo que invierte en empresas que se someten a criterios de responsabilidad, sostenibilidad y que exige a las compañías que cumplan con los estándares del sector sobre impactos sociales y ambientales. Se trata de un “fondo concentrado, entre 30-40 compañías, con una rotación baja para que la sostenibilidad pague y que se mide contra el índice genérico, el MSCI World, porque invirtiendo de una forma global en un fondo responsable se puede batir al índice de referencia genérico”.
La filosofía del fondo es 360º: integra en sus modelos de valoración los criterios ASG con una lista de exclusiones muy sólida por la conducta de la propia gestora. A través de este producto se invierte en compañías que “tienen un comportamiento positivo con el medio ambiente y la sociedad pero, sobre todo, intentamos comprar compañías que, a través de nuestros procedimientos de engagement, podamos mejorar haciéndolas más sostenibles y más justas socialmente”. Y aunque no se encuadra dentro de los “fondos temáticos”, el equipo gestor piensa en el mundo a través de seis temáticas diferentes: innovación tecnológica, salud y bienestar, acceso a finanzas, eficiencia de recursos, transición energética y movilidad sostenibles.
Dentro de la estrategia de inversión sostenible, hay productos como el Nordea Global Social Empowerment Strategy que se centra en la renta variable mundial pero sobre todo en el componente “S” (social) de los criterios ASG. Un criterio en el que no está centrado el 64% de los ODS de la ONU y que tiene un gap entre la inversión estimada anual (5.700 millones de dólares) y la actual (3.000 millones de dólares) para alcanzar los objetivos de la ONU en 2030. “Una situación que nos abre una oportunidad porque si se quieren alcanzar esos objetivos habrá que aumentar la inversión en solucione encaminadas a esta tendencia”, dice Ana Rosa Castro, directora de ventas de Nordea AM. Un reto que se plantea a nivel global y que cuenta con dos apoyos fundamentales: necesidad de aumento de la inversión y mayor concienciación.
El fondo de Nordea invierte de forma global, sin límites por sector o temática, aunque centrándose en tres temáticas principales: necesidades vitales (relacionadas con el aire puro, aire limpio, agua, alimentación, acceso vivienda…); inclusión (desarrollo de la capacidad humana, conectividad digital o infraestructuras) y empoderamiento (salud y bienestar, innovación productiva y engagement financiero). Una temática que cuenta con una amplia experiencia por parte del equipo gestor y que integra de forma completa el análisis fundamental y sostenible de las empresas. “Por categorías, tiene mayor peso en el sector de empoderamiento y el resto está más dividido en necesidades vitales y tema de inclusión. Por sectores la exposición se distribuye entre bienestar, sanidad, financiero y educación”.
Renta Variable a través de la conectividad del mundo y el 5G
Dando un paso más en el perfil de riesgo hay un tema estratégico que se ha visto acelerado por el efecto del Covid -19 y la pandemia: la conectividad. Que no es otra cosa que la capacidad de establecer conexión, vinculación o vínculo. “El ser humano siempre ha necesitado estar conectado con el resto de las personas y ahora estamos en el inicio de una época dorada en todo lo relacionado con la conectividad y la comunicación”, dice Óscar Esteban, Director de ventas de Fidelity. Y es que el gran habilitador de la innovación tecnológica no es otra cosa que la conectividad, que será más rápida y más barata. La comunicación entre personas, lugares y cosas hará que se generen nuevas oportunidades en todos los sectores y habrá muchas compañías que se verán beneficiadas por esta aceleración de la conectividad. Un entorno en el que el 5G revolucionará todos los sectores “desde el punto de vista de la movilidad (vehículos autónomos y ciudades inteligentes), industrial (reaidad v irtual o aumentada) y en atención sanitaria. Y esto es solo el principio”.
El Fidelity Future Conectivity invierte en tres tipos de compañías: 1)dinamizadores. Aquellos que proporcionan equipos, dispositivos y componentes que posibilitan las redes de alta velocidad, teléfonos móviles o utensilios digitales. Un mercado que con un tamaño de 460.000 millones de dólares y que crece a un ritmo del 5% anual. 2) redes, que son los grandes habilitadores para poder conectarnos unos con otros a través de torres de conectividad y 5G. Un mercado que mueve 1.465 millones de dólares y que cuenta con crecimiento muy estables y 3) innovadores, que son compañías y aplicaciones que se beneficiarán de los dos primeros. Tiene una capacidad de crecimiento de doble dígito alto con una capitalización actual de más de 3.050 millones de dólares.
La gran pregunta cuando se habla del futuro y la conectividad es si llegamos tarde a esta tendencia después de un 2020 en el que muchas se han beneficiado sacando el máximo partido a la pandemia y los confinamientos. “Los que subyace aquí es la necesidad de analizar a nivel global qué compañías están creciendo a tasas interesantes y cuáles, por valoraciones, tienen un alto recorrido”. El Fidelity Future Conectivity, dice Esteban, no es fondo sectorial “Por eso nos centramos en buscar en un universo de 2000 compañías aquellas cuyo 40-80% de la generación de beneficios, ingresos o economía se deriven de la conectividad. Un fondo en el que también se busca un elevado rating de sostenibilidad”