La crisis del Covid-19, eso sí, no ha sido, hasta el momento, tan dramática como lo fue la crisis económica de 2008 para el sector bancario. “La crisis del Covid-19 ha sido una prueba de resistencia real para los bancos europeos. Los resultados son, en general, positivos, ya que el sector ha sido capaz de hacer frente a la necesidad de provisiones adicionales sin dañar demasiado su base de capital. Esto es en parte el resultado positivo de la re-regulación del sector desde la gran crisis financiera: los bancos entraron en esta crisis con modelos de negocio menos arriesgados, más capital y perfiles de financiación más sólidos”, explica Marco Troiano, director adjunto del equipo de instituciones financieras de Scope Ratings.
Todo ello gracias a las saneadas cuentas de las entidades financieras, pero sobre todo por la rápida intervención de bancos centrales y gobiernos a la hora de poner encima de la mesa todos los estímulos monetarios y fiscales necesarios con el objetivo de salvar la economía y evitar una crisis crediticia como se pudo ver en la anterior recesión. El programa de compras contra la pandemia (PEPP) del Banco Central Europeo (BCE) se eleva hasta los 1,85 billones de euros y el Fondo de Recuperación de la Unión Europea (conocido como Next Generation EU) suma 750.000 millones de euros, a lo que habría que añadir los estímulos propios de cada país miembro y los planes que ya tenía en marcha el banco central. Un camino keynesiano que también se ha seguido en Estados Unidos, China, Japón o Reino Unido.
“Esperamos que la rentabilidad siga estando bajo presión por los nuevos impagos de créditos a medida que las economías se estabilicen lentamente, pero no hay señales de una crisis bancaria generalizada. El sector es más resistente que antes, algo que se refleja en la estabilidad de nuestras calificaciones crediticias hasta ahora”, añade Troiano. Un escenario que también comparte Robert Casajuana, socio economista de SLM, que indica que “los grandes grupos bancarios muy centrados en banca comercial o minorista sufrirán más que los grupos bancarios que pueden repartir su negocio también en las unidades de banca de inversión o de gestión de activos (Asset Managers). Por ello, valoro negativamente en la actual tesitura de mercados que el Banco Sabadell haya vendido su gestora de fondos y planes de pensiones”.
Un año de pandemia
A los problemas de falta de rentabilidad financiera que tenía la banca antes de la pandemia se han sumado otros nuevos como el posible deterioro de la calidad de los activos y la morosidad, lo que obliga a las entidades a buscar mayor eficiencia y sinergias con el objetivo de seguir la senda de la reducción de costes. Caixabank acaba de presentar este mes de abril un ERE para el 19% de su plantilla, 8.291 empleados concentrados en gran medida entre Madrid, Barcelona y Valencia y el cierre 1.534 oficinas, el 27% de su red comercial. Un camino que también va a seguir BBVA con el despido de 3.800 trabajadores y que tiene en marcha ya Banco Santander con la salida de 3.500 personas y Banco Sabadell con 1.800 bajas.
“Uno de los aspectos más relevantes de la banca europea es la situación del ratio de eficiencia: la media de los principales bancos europeos se sitúa en niveles del 65%, lo que significa que sólo 2/3 de los ingresos que generan se dedican a cubrir sus gastos de estructura. Es evidente que a pesar de los esfuerzos en reducción de costes, el modelo de negocio cada vez es menos rentable y esto debería incentivar la búsqueda de eficiencias. A día de hoy se están buscando en entornos nacionales pero el siguiente paso será la búsqueda de economías de escala a nivel europeo”, subrayan Eduardo Areilza y Alberto Gil, senior director de Alvarez & Marsal.
La pandemia como se ha visto ha sido un catalizador para impulsar la concentración bancaria a nivel nacional, con ejemplos próximos como Caixabank y Bankia, Unicaja y Liberbank o los italianos Intesa Sanpaolo y Unione dei Banchi Italiane, con el objetivo de poder ganar tamaño, ahondar en la subida de comisiones y rebajar costes por sinergias, además de tener mayor músculo financiero para seguir dando pasos en el desarrollo tecnológico que supone la digitalización de la banca. Con el beneplácito del regulador bursátil y del mercado se espera que las fusiones y adquisiciones vayan a más y se vean más operaciones de calado en los próximos meses.
En cuanto a los impagos, el ratio de mora medio en la banca europea es del 3% y apenas ha tenido efecto en las cuentas de los bancos gracias a los planes puestos en marcha por las administraciones públicas a través de avales para los prestatarios y también préstamos garantizados y moratorias para los bancos. “Ahora hemos entrado en un nuevo ciclo de calidad de los activos, en el que se producirá un aumento de la morosidad a medida que se vaya retirando el apoyo público a la economía. Los bancos ya han realizado importantes provisiones en 2020, pero nuestra previsión es que las provisiones sigan siendo elevadas en 2021”, remarca Troiano.
2021 también es el de la vuelta de los dividendos, que hasta ahora están limitados únicamente al 15% del beneficio neto. El mercado descuenta que en septiembre el BCE eleve el porcentaje o marque de alguna manera cuáles son los bancos que tienen colchón para poder pagar más dividendos a sus accionistas y no quedarse atrás frente a otros sectores en bolsa. En España ya han anunciado planes de pago todos los bancos cotizados, a excepción de Banco Sabadell que sigue muy presionado por el retorno de sus activos (ROE).
¿Subida de tipos?
Un tema recurrente en este comienzo de año ha sido el repunte de la rentabilidad de los bonos de Estados Unidos, en especial los de mayor duración. Esto genera mucha expectación cada vez que se reúnen los bancos centrales, especialmente la Reserva Federal de EEUU, por si dan señales de hacia dónde se va a dirigir la política monetaria en el corto y medio plazo. “Se está sobreponderando el riesgo de inflación en este momento, dicho coloquialmente, nos estamos poniendo la tirita antes de tener la herida. Claro que en el algún momento la inflación puede, pero hoy y ahora no es el problema. Y diría más: ni está ni se la espera en uno o dos años”, indica Casajuana.
Los bancos son especialmente sensibles a los tipos de interés, puesto que en gran medida su negocio se basa en el margen de intereses que supone captar dinero de los ahorradores a corto plazo y prestarlo a los emprendedores o a los consumidores a largo plazo. “Un pronunciamiento de la curva de rendimiento sería positivo para los ingresos. Sin embargo, si esto ocurre demasiado rápido, también podría tener implicaciones adversas para la calidad de los activos. Las economías europeas están muy apalancadas, tanto el sector público como el privado, y unos tipos de interés más altos significarían que la deuda es más difícil de pagar, al menos para los prestatarios más débiles”, remarca Troiano.
¿Hay solución?
El factor macroeconómico es importante en la banca por lo que un acelerón del plan de vacunación a nivel europeo podría ser muy positivo para el sector, sin embargo el sector arrastra desajustes que nada tienen que ver con la pandemia, como los bajos tipos de interés, los costes regulatorios, las elevadas bases de capital y la creciente competencia que ejercen las compañías tecnológicas en cuestiones como los pagos, la inversión o incluso el acceso a la financiación. La tecnología facilita que las barreras de entrada al sector sean cada vez más reducidas y la banca ya no tenga el monopolio de algunos servicios que hasta ahora sólo se ofrecían desde una oficina de una entidad.
“El nivel de ROE de los principales bancos europeos cerró en el 1,8% en 2020. Es relevante señalar que en 2019 la rentabilidad media era del 5,4%, un nivel ya prácticamente a la mitad de lo que sería una rentabilidad mínima exigible por un inversor. De este círculo vicioso no se sale con soluciones incrementales sino con soluciones disruptivas como la gestión activa de carteras, los programas de eficiencia base 0, las ventas de negocios/segmentos poco rentables, estrategias de digitalización e innovación en productos tradicionales como hipotecas o consumo. Todas estas soluciones que recomendamos desde A&M, son independientes de la situación de la pandemia ya que son medidas que mejoran la competitividad de las entidades independientemente del entorno”, añaden Areilza y Gil.
La banca también debe dar pasos hacia la transición ecológica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) mediante la financiación de proyectos ‘verdes’, pero también a la hora de cuantificar, posicionarse y gestionar el cambio climático. La inversión socialmente responsable tras la pandemia no sólo va a ser financiar energías renovables, sino la puesta en marcha de prácticas que vayan en la línea de respetar el medio ambiente, la sociedad y el buen gobierno.