La sorpresa ha sido tal que muchos comentaristas de los mercados, analistas, expertos y demás han recordado las similitudes que hay entre lo que se ha dado en llamar el “oil crash” del 81 y ahora.
Todo había comenzado en el año 78, cuando una conjugación de factores iniciados por la revolución iraní y la posterior guerra de este país con Irak casi triplicó los precios del petróleo hasta niveles que en la actualidad hubieran estado en niveles de 100 dólares.
Desde el 81 los precios comenzaron a desplomarse en una manera muy parecida a la que se ha producido en los últimos meses en el mundo, cuando han pasado desde más de 100 dólares hasta el entorno de los 50 dólares.
Esta caída se produjo, además, como indican muchos analistas por la aparición de nuevas fuentes de crudo, tal y como ha ocurrido ahora. Todo el mundo señala que la mayor parte de este movimiento a la baja es fruto de un problema de oferta, por la demanda que ha generado la revolución del petróleo no convencional, o de esquisto de las costas estadounidenses.
Sin embargo, los expertos de Citi recordaban en un reciente informe que no hay que dejarse llevar. Reconocen que es cierto que la historia sugiere que la caída es parecida en amplitud a la que se ha producido en otros ciclos y que el ajuste de este tipo de ciclos suele tardar un tiempo, con lo que este año podríamos terminar el ejercicio con un barril que rondara los 60 dólares.
Con todo, los analistas de la firma aseguran que hay diferencias entre aquella situación y la actual son importantes. Entre otras señalan que las nuevas fuentes de suministro (Mar del Norte, Africa occidental y Alaska) formaron una cuña en la curva de costes que la OPEP trató de asumir.
Esas nuevas zonas de explotación formaban parte de los dominios de las grandes petroleras del mundo y eso permitió que esas empresas y sus beneficios lograran sobrevivir a las caídas experimentadas por el petróleo.
Sin embargo en esta ocasión esta caída en los precios ha sido provocada por las empresas relacionadas con la extracción de este petróleo no convencional. El problema para las grandes petroleras, explican en Citi, es que esta vez su exposición a este negocio no es relevante, con lo que la caída de los precios van a afectar tanto a sus negocios como a sus resultados.
Sin embargo la sangre podría no llegar al río. En su opinión la OPEP podría salirse con la suya y en la actualidad ya se estaría observando una reducción de la oferta de petróleo no convencional estadounidense. También se producirán recortes en el CAPEX de las grandes y, además, podríamos asistir a una recuperación de la demanda.
A pesar de todo, en Citi no aconsejan mantener las esperanzas de que el petróleo volverá a alcanzar los 100 dólares el barril, ni hará una recuperación en forma de V.
Por eso en Citi le aconsejan varias estrategias de inversión en este contexto:
1- Alinearse con lo que ocurre: Hay que invertir en empresas que hayan querido aceptar la nueva situación –caída de precios afectarán a los beneficios-. Entre sus acciones favoritas la británica BP, por ejemplo. Por el contrario, Chevron y Exxon Mobil no estarían en esta lista.
2- Invertir en los supervivientes: Su segunda estrategia es la de invertir en compañías que pueden invertir y crecer a pesar de los bajos precios. Es decir, que ya tengan exposición al petróleo no convencional estadounidense o brasileño. Entre las elegidas en esta situación estarían Conocco Philips y BG.
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