Sólo cuatro días después de que se cumplan ocho años de la quiebra de Lehman Brothers. Ese acontecimiento marcó el inicio de la mayor crisis financiera en el último siglo y sus efectos siguen aún tambaleando la economía de muchos países. El sector bancario, que fue el epicentro de ese terremoto, sigue aún convaleciente. Sobre todo porque las políticas poco convencionales de los bancos centrales de todo el mundo que se pusieron en marcha para salvar la economía siguen hiriendo al corazón de su negocio, el cobro de intereses.
Hace solo un año, cuando el mercado descontaba que la Reserva Federal iba a comenzar su proceso de normalización monetaria –como así hizo el pasado mes de septiembre-, la mayor parte de los analistas de Wall Street afirmaba que el sector bancario iba a ser uno de los que mejor se iba a comportar en bolsa. Unos tipos más altos implican que el banco puede cobrar más a sus clientes.
Nadie contaba entonces con la crisis del sector de la energía, ni con la desaceleración China, los problemas bancarios en Europa, ni con las incertidumbres geopolíticas a uno y otro lado del Atlántico. Todos los problemas a los que se ha enfrentado el mercado este año han repercutido en un retraso de la normalización para este ejercicio. Si a finales de 2015 los propios miembros de la FED esperaban hasta cuatro subidas, los expertos destacan que con la mejor de las suertes solo deberíamos esperar una, lo que dejaría los tipos en el rango de 0,5%-0,75%.
Tras las palabras de la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, este fin de semana en Jackson Hole este año, parece ser que el mercado comienza a dar más posibilidades a una subida en septiembre. Con todo, el mercado de futuros solo le otorga un 33% de posibilidades, aunque se trata de un porcentaje mucho más elevado de lo que ha sido en los últimos meses. Si hiciéramos caso a estas cifras, el mercado le da más posibilidades a una subida en enero del año que viene. Habrá que ver.
Por el momento, los resultados de los bancos durante el segundo trimestre del año han sido mejores de lo que esperaba el consenso. Con todo, en Fitch apuntan que “no veremos mejoras sustanciales en lo que queda de año debido a los bajos tipos de interés, las modestas expectativas de crecimiento, las incertidumbres políticas y el aumento de los costes de los créditos”. Malo para selector que tiene un ROE (rentabilidad sobre activos propios) de alrededor de un 6%.
Tal y como se puede ver en este gráfico el banco con un ROE más bajo es Bank of America, con un 5,7% por lo que según esta métrica sería el banco más necesitado de un alza de tipos. Por el contrario, el que presenta una mayor rentabilidad es Wells Fargo, superando el 11%.
Desde que la crisis financiera dejó al descubierto los problemas de capitalización de muchos bancos, la situación ha cambiado radicalmente y ahora todas las entidades financieras del país muestran unos sólidos ratios de solvencia, tal y como demostraron los últimos test de estrés. La firma con un ratio más bajo es Bank of America y, por el contrario, la más reforzada es Morgan Stanley.
Precisamente es Bank of America la entidad que mejor se comporta en los últimos seis meses, con alzas en bolsa que rozan el 25% desde finales de febrero, cuando los mercados tocaron mínimos. De las seis mayores entidades financieras prácticamente todas están en negativo en doce meses, precisamente por los obstáculos a los que se enfrenta el sector.
Esto ha provocado que solo dos de estas entidades cotice a un precio valor en libros superior a 1, JP Morgan y Wells Fargo. El resto está muy por debajo del valor contable de sus activos.
De todos estos bancos, el consenso de analistas apuesta mayoritariamente por comprar sus acciones. Son Bank of America, Citi y JP Morgan los que recogen un mayor porcentaje de recomendaciones de compra, alrededor del 75%.
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