¿Qué es el IVA?
El IVA, según la descripción dada por la propia Agencia Tributaria es lo siguiente:
El IVA es un impuesto de naturaleza indirecta porque recae sobre una manifestación indirecta de la capacidad económica, concretamente, el consumo de bienes y servicios.
Este impuesto grava tres clases de operaciones distintas, a saber:
- Entregas de bienes y prestaciones de servicios realizadas por empresarios y profesionales en el desarrollo de su actividad.
- Adquisiciones intracomunitarias de bienes realizadas por empresarios, profesionales o personas jurídicas que no actúan como empresarios o profesionales, aunque en ocasiones pueden ser realizadas por particulares (por ejemplo, adquisición intracomunitaria de medios de transporte nuevos).
- Importaciones de bienes, cualquiera que sea quien las realice, ya sea empresario, profesional o particular.
Más sobre el IVA
El Impuesto sobre el Valor Añadido entró en vigor en España el 1 de enero de 1986, coincidiendo con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE), la organización que precedió a la actual Unión Europea. Este tributo tuvo su razón de ser en nuestro país para iniciar un proceso de adaptación y armonización fiscal con el resto de los países miembros, ya que se pretendía unificar los sistemas tributarios en el marco comunitario.
Tras seis años de vigencia, en 1992, se aplicó una reforma de calado sobre el impuesto, ya que se introdujeron cambios normativos para alinearse con las directrices fiscales de la Unión Europea. Aunque se buscó una armonía entre los estados miembro, el porcentaje que cada uno de los países aplica varía notablemente de unos a otros.
¿Cuándo se paga IVA?
El IVA es un tributo indirecto que se aplica sobre el consumo de bienes y servicios. Lo que esto quiere decir es que el dinero no se abona de forma directa al Estado, sino que se incluye en el precio de venta de productos y servicios, siendo el consumidor final quien lo asume. Es decir que, si un producto vale 2 euros, al añadirse el IVA valdrá 2,42, que es la cantidad que el consumidor paga en el establecimiento. Eso sí, según se avanzan los bienes y servicios a través de las diferentes etapas de producción y distribución, el IVA se aplica en cada una de estas fases, no solo al final.
De esta manera, las empresas, a lo largo de la cadena de producción, pagan el IVA por tanto en las compras que realizan y como en las ventas que efectúan a sus clientes. Este proceso se repite hasta que el producto o servicio llega al consumidor final, quien es el que en última instancia paga el impuesto.
En términos fiscales, las empresas no asumen el IVA como un coste propio, sino que actúan como un agente intermedio entre el consumidor y el Estado. Como un recaudador del estado. Es decir, que el consumidor final paga el IVA a la empresa, la compañía lo recauda y es la encargada de reembolsarlo a la cuenta del Estado. Por eso, se dice que es un impuesto indirecto.
Como ya sabrás, tanto las empresas, como los profesionales autónomos están obligados a presentar periódicamente una liquidación del IVA a la Hacienda correspondiente, que generalmente suele ser cada tres meses. En esta presentación de impuesto, se explica la diferencia entre el IVA soportado en sus compras y el IVA repercutido en sus ventas. Tras esta operación, se determina si la empresa tiene que pagar la diferencia a Hacienda o si, por el contrario, tiene derecho a una devolución en caso de haber pagado más IVA del que ha cobrado.
Aparte de lo dicho, el tipo efectivo de IVA cambia en función del producto. Así, el general es del 21%, pero para algunos alimentos y servicios se reduce hasta el 10%.