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    Interés fijo

    Actualizado a:
    Juan Ángel Hernández.   Editor de  de Estrategias de Inversión    

    ¿Qué es el interés fijo?

    El interés fijo se refiere a una tasa que se mantiene constante durante toda la duración de un préstamo o inversión. Así, si esta es del 3% significará que cada año ganaremos un 3% sobre el total prestado. Por ejemplo, en un depósito a plazo fijo a 3 años, cada año ganaríamos un 3% sobre la cantidad depositada. En el caso de 10.000 euros, ganaríamos 300 por año de forma bruta.

    En el caso de una hipoteca, quiere decir que los intereses que pagaremos a lo largo de toda la vida del prestamos siempre serán los mismos, aunque cambien las condiciones de mercado. Es decir, pagarás lo mismo por la cuota el primer mes del primer año, que el último mes del año 15 o 20 de la duración de tu hipoteca.

    La principal ventaja del interés fijo es la previsibilidad, ya que permite al prestatario o inversor saber con certeza cuánto pagará o recibirá en cada período, ofreciendo estabilidad financiera y protección contra posibles subidas en las tasas de interés del mercado. Algo que puede ser especialmente positivo si se firma una hipoteca a un tipo fijo bajo, ya que se tendrán condiciones ventajosas durante toda la vigencia del préstamo.

    También es probable que las tasas de interés fijo sean ligeramente más altas en algunos momentos en comparación con las tasas variables, debido a que incorporan el riesgo de futuras subidas en el mercado. Este tipo de interés es común en productos como hipotecas, préstamos personales y bonos.

    Así, si vas a firmar un préstamo, una hipoteca o vas a invertir en renta fija o en depósitos bancarios es muy probable que te afecte en todos ellos el tipo de interés fijo. En España, las hipotecas a tipo fijo no son las más demandadas, de hecho es más habitual la fórmula de las hipotecas a tipo variable que van indexadas al Euribor y que dependen de las condiciones económicas de cada momento.

    ¿Qué es el interés variable?

    El interés variable se refiere a un tipo de interés que cambia a lo largo del tiempo debido a variaciones en el índice de referencia o bien a las propias condiciones del mercado. A la hora de pagar un préstamo, el interés variable hace que podamos pagar más o menos, en función de la variación del índice de referencia o de la situación de la economía. En contraposición con el interés fijo, que permanece constante durante todo el periodo de la deuda, el interés variable sufre revisiones anuales, semestrales o mensuales lo que puede hacer que los pagos de la deuda aumenten o disminuyan.

    Este tipo de interés es muy común en algunos productos financieros como hipotecas, préstamos, y tarjetas de crédito. En España, la mayoría de las hipotecas constituidas son de interés variable. A su vez, este interés suele vincularse a un índice de referencia, como la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE), el Euribor (en Europa), o la Libor (anteriormente en uso para muchos préstamos internacionales), entre otros. Así, el interés que paga el deudor cambia con el tiempo a medida que lo hacen estos indicadores señalados.

    Para verlo con un ejemplo, podemos decir que, si un préstamo tiene un interés variable basado en el Euribor, que es el caso más común en España, más un margen del 2%, y el Euribor es del 1%, entonces la tasa de interés aplicable en ese momento sería del 3%. Si el Euribor aumenta o disminuye, la tasa de interés total también cambiará, lo que afectará los pagos mensuales del préstamo. Generalmente, los bancos ponen un interés base al que añaden el Euríbor, en el caso de las hipotecas de este estilo.

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