El sábado se concretó una evidencia nacional, la imposibilidad de conseguir a corto plazo una cantidad escalofriante de miles de millones de euros, o billones de pesetas para los euro/escépticos. Por delimitar el asunto, un mínimo del 3% del PIB y hasta un máximo del 10%, o entre 30.000 millones y 100.000 millones.
Nunca fue tan verdad el titular. Ya desde su salida a bolsa en julio del año pasado, no hubo un solo analista que apoyase el proyecto, tanto en precio como en racionalidad empresarial. Era una verdad callada, pensada por todos, que el invento era un artilugio para salvar egos y evitar malintencionadas interpretaciones partidistas.