Nací hace 57 años en Castejón, un pueblo de la ribera de Navarra. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, y en 1987 ingresé en el diario Expansión, donde fui jefe de sección, redactor jefe, subdirector y finalmente director entre 1999 y 2002. Mi contribución fundamental fue establecer la línea editorial, rotundamente alineada con el liberalismo. En 2002 dejé el periódico para asesorar a la dirección de Diario Económico, el periódico financiero más importante de Portugal. A la vuelta, fui nombrado director de Actualidad Económica, revista que dirigí hasta el julio de 2019, durante el periodo más longevo de todos los responsables de esta revista decana de la prensa española, que nació en 1957. He colaborado con la cadena COPE durante 14 años, esporádicamente con Telecinco o Cuatro, y también en Telemadrid.
En 2019 recibí el premio a la libertad que otorga la Institución Civismo, que antes han obtenido gente mucho más importante que yo como Esperanza Aguirre, Albert Boadella, Mario Vargas Llosa o Cayetana Álvarez de Toledo.
Soy un liberal conservador, convencido de que el socialismo solo es capaz de producir mediocridad y retraso económico, como bien demuestra la evidencia empírica. Es un honor para mí poder trabajar en Estrategias de Inversión. Espero no decepcionarles demasiado.
A pesar de las expectativas favorables sobre la aprobación de varias vacunas con buenos resultados, y de que en algunos países éstas ya han empezado a suministrarse, las perspectivas económicas para el año próximo incluso se han ensombrecido. El último pronóstico del Banco Central Europeo es que la actividad en el Continente crezca apenas un 4% en 2021, un punto menos de lo que se estimaba en septiembre.
Según los últimos datos de la OCDE, España sufrirá en 2020 el mayor desplome de actividad de todos los países desarrollados. El PIB caerá un 11,6% frente al 9% de Italia y de Francia o el 5,5% de Alemania. El Gobierno está convencido, sin embargo, de que los fondos europeos que habrán de llegar en 2021 permitirán a nuestro país un rebote importante de la producción y del empleo que tampoco avala la institución internacional.
Desde que en los países civilizados rige la economía de mercado los precios fluctúan según la sagrada ley de la oferta y la demanda. Suben cuando los bienes son escasos y bajan cuando el apetito por conseguirlos se reduce por las razones que sea. Esta ley universal tan probada empíricamente no ha impedido, sin embargo, la tentación secular de los gobiernos de todo signo por intervenir los precios por supuestas razones de interés general. La mayoría de los políticos está determinada, en pos de un falaz bienestar general, a que no suban, aunque esta sea una guerra perdida pues se entabla con todos los elementos en contra. Sobre todo, contra el sentido común.
Si se dice con razón que el proyecto de presupuestos del Estado es la ley anual más importante porque permite inducir las prioridades del Gobierno en materia de política económica y conocer su estrategia para sortear las eventuales crisis e impulsar la actividad, la que maneja en estos momentos el Ejecutivo no sale bien parada.
