El yolandismo y el belarrismo nos llevan cuesta abajo y sin frenos hacia el salario mínimo. A todos, y el que se crea a salvo se equivoca. Salarios en mínimos, recaudación fiscal en máximos. Son vasos comunicantes. Las genialidades fiscales es lo que tienen: Colonial y Merlin, otras que amenazan con irse. Legislación desde la ideología y el desconocimiento.
La imprenta de fabricar billetes se ha detenido. Pero los capitales (el dinero de verdad) comienzan a regresar al país. Hay divisas fuera de la economía por importe cercano a la mitad del PIB argentino. Pues ya ha vuelto un 6,6%, en una primera oleada. Esta es la odisea de Milei, por encima de todo, una auténtica epopeya monetaria. Sólo un Cisne Negro podría detener ya los efectos de este giro pro market.
El “mercado”, palabra terrible y amenazante, cuya “avidez”, según dijo Joan Manuel Serrat en su discurso por el premio Princesa de Asturias, es lo más grave que existe, culpable de generar ese mundo que detesta. Irene Montero también quiere que todo esté bajo el control del Estado “y no del mercado”. Mercado y capitalismo: ¡anatema, herejía, sacrilegio!
España es un país de pobres, cada día más. Su PIB es pequeño, y, sobre todo, las rentas de sus gentes, bajísimas. Y no, no es cuestión de redistribución, ni de imponer más impuestos por doquier. Es cuestión de creernos que este puede ser un gran proyecto y aplicarnos a la tarea de hacerlo crecer. Porque las cifras fiscales son para llorar.
Este iba a ser el año de las nuevas salidas a Bolsa. Así se pregonó, con más voluntarismo que otra cosa, a finales del ejercicio pasado y principios del presente, desde varios flancos. Era cierto que estaban dados los mandatos de colocación. Los bancos de inversión, junto a los despachos legales, estaban trabajando a tope en ellos. Se habían realizado las peticiones oportunas a CNMV, BME… Ahí estaban Astara, Europastry, Tendam (la antigua Cortefiel), Hotelbeds, Volotea… para aterrizar en el mercado. Un puñado de colocaciones en Bolsa que tenían que reactivar el negocio y lanzar un mensaje de economía efervescente. A falta de un trimestre para acabar el ejercicio, todas ellas se han cancelado y mira que han intentado salir, por activa y por pasiva. Un gatillazo total.
El pasado 7 de octubre se ha celebrado el Día de la Educación Financiera. Inicialmente, suena bien. Todo lo que sea conocimiento, adelante, aunque ya hay que torcer el gesto cuando se ve que el acontecimiento va promovido por el Plan de Educación Financiera, que lideran el Ministerio de Economía, y dos instituciones tan lamentables como el Banco de España y la CNMV.
En 1996, cuando comencé a trabajar en prensa económica, me cayó, entre otras cosas, hacer un comentario diario de materias primas. Ahí es nada, en una época sin internet. Tocaba hacer lo sagrado en esta profesión: llamar a fuentes y que me contaran. No era muy difícil: había decenas de entidades financieras en España (más que ahora) y se ponían al teléfono sin demasiadas cortapisas. Merrill Lynch, ABN Amro, JP Morgan, Santander, All Trading, Adisa, Central Hispano, Argentaria… Casas grandes, pequeñas, independientes; muchas de ellas desaparecidas o fusionadas… pero entonces estaban. Y contaban cosas.
"En política se puede hacer de todo, menos el ridículo", decía Josep Tarradellas. Esta afirmación es dolorosamente cierta cuando hablamos de economía, sobre todo en relación con los mercados financieros. La interacción entre la política y los mercados en España en lo que va de siglo ha sido casi siempre un desastre, y las consecuencias de este ridículo han sido dolorosas para todos. Porque los mercados somos todos.
Todo el mundo que trabaja en sector financiero sabe que el Ejecutivo está con ganas de hincarle el diente al ahorro particular. Primero, lo atacaron frontalmente: endurecieron las condiciones a las sicav y a los planes de pensiones particulares, hasta herirlos de muerte. Hoy, apenas quedan sociedades de inversión colectiva y no entra dinero en pensiones. Un enorme beneficio para… nadie.
Mario Draghi, súper Mario, es de lo más potable de la Unión Europea, lo cual tampoco es que sea para tirar cohetes. Lo considero el hombre de los parches. Históricos, grandilocuentes, puntualmente eficaces… pero parches.