Alrededor de la mitad de las 20.268 criptomonedas contabilizadas como oficiales el pasado verano y operativas en el universo cibernético desde su irrupción, hace un decenio y medio, languidecen tras la debacle en la cotización de la mayor parte de sus instrumentos de inversión; incluidos sus buques insignia, bitcoin, creada en 2009, y etherum, en fechas más recientes, en julio de 2015. No están muertas técnicamente, pero pululan por los mercados a la espera de salir a flote o de consumar definitivamente su acta de defunción.
Sostenibilidad + digitalización. Es la fórmula sobre la que se ha asentado la agenda verde europea, los recursos Next Generation y el Green New Deal americano. Sin embargo, el obligado botón de reset al que la Gran Pandemia dirigió a la resiliencia de las empresas por las disrupciones de los confinamientos sociales y la hibernación de las economías, por un lado, la escalada de los precios energéticos del otoño de 2021, por otro, y los daños colaterales, geopolíticos y económico-financieros, de la guerra de Ucrania, en tercer término, parecen haber ralentizado las estrategias de reconversión industrial.
Ernesto Antolín, presidente del conglomerado de industrias auxiliares del automóvil, explica desde el Foro Hispano-Alemán que inauguró el Rey Felipe VI en Berlín, en su reciente viaje oficial a la capital germana, que Europa necesita contar con un sector industrial fuerte y competitivo que refuerce la estabilidad en el empleo y genere la gran riqueza que aporta a todo el tejido productivo por su liderazgo en tecnología, digitalización y desarrollo de la I+D. Antolín redundó en el hecho de que, tras la paralización de las economías en los meses más duros del COVID, en 2020, fue el primer sector que se recuperó con fuerza liderando la recuperación en toda la Unión Europa.
“Queremos ser líderes en movilidad sostenible con nuestra estrategia Positive Motion”, un ambicioso plan para ser referentes en la transición energética y líderes en movilidad sostenible para 2030, explica Fernando González Romero, director de Tesorería y Financiación Bancaria de Cepsa. La energética resalta que “el papel de la tecnología y de la innovación resulta esencial en el desarrollo y la transición baja en carbono del sector industrial”.
Repsol lleva años poniendo en marcha distintas acciones que le acercan a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y a la agenda 2030. En su sector, Repsol fue la primera compañía que apoyó el Protocolo de Kioto; la primera en emitir un bono verde; la primera, en diciembre de 2019, en anunciar su objetivo de ser una compañía con cero emisiones netas en 2050; y la primera en presentar un marco integral de financiación sostenible para acompañar a su proceso de transición, afirman fuentes de la multinacional española.
Desde la multinacional industrial explican a Estrategias de Inversión que realizan un seguimiento minucioso del escenario geopolítico y de todos aquellos fenómenos que contribuyen a la escalada de los precios, con objeto de abordar las presiones inflacionistas actuales y de atenuar las posibles subidas que se produzcan en el futuro.
El espectro de la inflación se ha propagado por todo el globo terráqueo y ha hecho emerger casi al unísono el fantasma de la recesión, también bajo un riesgo ya latente, y cada vez más evidente, de expansión internacional, después de que la primera potencia mundial, EEUU, haya registrado números rojos en el primer semestre de 2022. Ante esta tesitura, sobrevenida tras el fulgurante despegue del ciclo de negocios post-Covid -catapultado por históricos estímulos económicos y monetarios-, las empresas se encuentran ante el obligado desafío de ganar ventajas competitivas, mejoras sus eficiencias productivas, avanzar hacia la neutralidad energética y la sostenibilidad, en pleno proceso de digitalización. La resiliencia emerge de nuevo en sus estrategias corporativas. Solo que en esta ocasión el mundo parece adentrarse en una nueva era, en la que se pondrá a prueba la capacidad de adaptación del sector privado global.
Los peligros de una desestabilización financiera se sitúan en niveles similares a los de las crisis precedentes, alerta el informe otoñal de Mercados de Capitales del FMI que menciona expresamente las presiones que ejerce la pinza inflacionista y geopolítica como detonante del riesgo de desorden en el precio de los activos. El Fondo también reclama en este sentido a los bancos centrales “cautela para calibrar sus subidas de tipos” porque su batalla contra la reducción de los IPC’s puede precipitar la caída de las economías y de las plazas bursátiles.
La Fed tiene al mundo en vilo. Los mercados y la economía global están en sus manos. La agresiva subida de tipos de la Fed ha generado un caos inversor internacional y ha elevado los daños a un PIB en recesión técnica en el primer semestre de 2022 y al conjunto de la actividad mundial.
El Año del Descubrimiento, del retorno del fantasma de la inflación, de la carrera monetaria por el encarecimiento del dinero, de la reordenación de las carteras de capital, de la vuelta de la hegemonía del dólar, del oro como valor refugio, de la recesión en el espacio industrializado, de la energía por las nubes y, en consecuencia, de la volatilidad de los mercados. Así describen en UBS el recorrido de doce meses desde que, el otoño pasado, surgiera el tsunami que propició el rally alcista de los precios de los combustibles fósiles, con el gas como abanderado de una sobrevalorización de la energía sin parangón desde los años setenta. Y que ahora cobra intensidad con el retroceso de la libra, cuyo valor se aproxima a la paridad con el dólar, y por la intensidad de la carrera competitiva entre las divisas asiáticas.