Según los analistas de la entidad estadounidense, la primera etapa de la transformación de Indra fue impulsada con una ejecución sólida en la optimización de su balance y un reenfoque en la eficiencia de costes, aunque la siguiente fase requiere una reestructuración de su negocio de servicios de consultoría y servicios informáticos, que representan el 60% de los ingresos y 30% del EBIT en 2017.
Goldman Sachs cree que esta reestructuración ejercerá presión sobre los márgenes de operación y los flujos de caja de la compañía.
Otros proveedores de servicios de tecnología europeos como Capgemini y Atos, que han llevado a cabo tales ejercicios de reestructuración, han gastado el 1% de sus ingresos para llevar a cabo este tipo de operaciones.
"Seguimos siendo conservadores y suponemos el 0,5% de los ingresos anuales de Indra en el medio plazo como costes de reestructuración", apunta el informe de Goldman Sachs.
Así Goldman recorta sus previsiones de ebit (resultado neto de explotación) para 2020 hasta situarlas un 9% por debajo del consenso de los analistas, y en el caso de sus estimaciones sobre el flujo libre de caja son un 23% inferiores al consenso y un 18% inferiores a la media de los objetivos fijados por la compañía para 2020, según recoge Reuters.
Las acciones de Indra caen en el año un 8,3%. Los títulos de la compañía que preside Fernando Abril-Martorell no protagonizaban un descalabro tan grandes desde el 15 de noviembre de 2016 tras presentar sus resultados del tercer trimestre. La capitalización de Indra es la tercera más del Ibex 35 con 1.883 millones de euros, sólo por delante de DIA y Tecnicas Reunidas.
En los indicadores técnicos de Estrategias de Inversión tiene una puntuación de uno sobre diez y tendencia bajista, según su comportamiento en las últimas 200 sesiones bursátiles. Su cotización está marcada por un momento negativo y un volumen decreciente, mientras que el único parámetro en 'verde' es su volatilidad decreciente tanto a medio como a largo plazo.
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