Recientemente, Joe Biden se ha mostrado optimista y satisfecho por la expansión del PIB en EEUU, que se aceleró en 2023 hasta el 2,5% con respecto al 1,9% del año anterior, tomando como referencia estimaciones del Departamento de Comercio. Si bien es cierto, el presidente ha estado sometido a una elevada presión desde su elección en noviembre de 2020, pues han sido muchos los expertos que predijeron una recesión inminente que, por el momento no ha llegado.

Los datos favorecen a Biden, pues durante el cuarto trimestre de 2023 se consiguió un crecimiento del 3,3% en proyección anual, lográndose la expansión del PIB a 12 meses si continuaran las condiciones actuales. Su reconocido plan económico ‘Bidenomics’, ha permitido un crecimiento económico más fuerte que durante el mandato bajo la administración Trump.

El país en plena época de transformación

Biden asegura que el pueblo estadounidense experimenta el crecimiento más fuerte y la tasa de inflación más baja en comparación con las principales economías del mundo. De hecho, los datos están de su mano, y los salarios, la riqueza y el empleo se encuentran más elevados ahora que antes de la pandemia. De hecho, los salarios subieron y, desde mediados de 2023, los aumentos fueron superiores a los incrementos de los precios.

La política de Biden se ha enfocado en mantener un equilibrio entre el impacto de la inflación y el poder adquisitivo. De hecho, entre 2020 y 2021, el PIB estadounidense registró su mayor caída desde 1946 (-3,5%), pero también se recuperó y alcanzó el más elevado desde 1984 (+5,9%).

La administración Biden aboga por sentar las bases del futuro y por mantener la recuperación económica más equitativa de la historia de EEUU, impulsada por las industrias del siglo XXI y en la que la clase media es especialmente protagonista.

Unas cifras de empleo incuestionables

La administración Biden mantiene un mercado laboral férreo, pues la tasa de paro lleva dos años completos por debajo el 4%, consiguiendo mantener 37 meses consecutivos de creación de empleo pese a la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) para combatir la inflación. Las cifras de enero de 2024 superaron todas las previsiones, creciendo en 353.000 empleos no agrícolas, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales (Departamento de Trabajo). 

Se logran unas cifras que duplican las previsiones de los analistas y las cifras más altas en un año. La tasa de paro se situó en el 3,7% (mismo dato que en diciembre de 2023). El empleo crece en casi todos los sectores, pero especialmente en enero se vio una pujanza en servicios profesionales y empresariales (74.000 nuevos empleos), sector sanitario (+70.000), comercio minorista (+45.000), asistencia social (+30.000), sector industrial (+23.000) y sector público (+36.000).

Con los datos del PIB en la mano, EEUU está viviendo ‘un aterrizaje suave’, en el que la inflación se enfría con tasas de interés más elevadas, pero sin caer nunca en la recesión. De hecho, los expertos esperan que la Fed reduzca sus tasas en 2024, lo que hará el crédito más asequible para los hogares y logrará restablecer el poder adquisitivo. Mientras tanto, Biden mantiene el pulso a la economía y aguanta la situación hasta la cita con las elecciones presidenciales de noviembre de 2024.

La herencia de Donald Trump

Tras la administración demócrata de Obama, había una tendencia de desaceleración. En 2015 la economía creció a una tasa del 2,9% y en 2016 al 1,6%, pero la entrada de Trump en la Casa Blanca consiguió revertir la situación y en 2017 lograr un crecimiento del 2,4%, en 2018 del 2,9% y en 2019 del 2,3%. Todo ello en un contexto de alza de tipos de interés, prolongado hasta septiembre de 2019. Además, la tasa de crecimiento del PIB alcanzó un máximo del 3,9% durante el último trimestre de 2017.

Pese a lo fuerte que comenzó su mandato, el poder de Trump se fue desinflando. El carismático presidente solo se centró en Wall Street y le dejó a Biden una economía prácticamente en ruinas, con casi 10 millones de puestos de trabajo menos que antes de la pandemia, además de una pronunciada recesión.

Tras la entrada de Biden en el poder, se presentó el nuevo informe del Departamento del Trabajo relativo a las solicitudes de ayudas por desempleo. En total, 900.000 personas pidieron por primera vez subsidios, una cifra muy alta aunque menor a la de la última semana de gobierno de Trump.

Parte del crecimiento económico experimentado durante la era Trump se debe a una política fiscal expansiva, que ha impactado en el déficit público, aumentándose considerablemente el déficit federal. Así pues, elevó la deuda del gobierno a cifras que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial.

La deuda federal estadounidense llegó al 98% del PIB del año fiscal 2020 en septiembre, mientras que en 2019 estaba en el 79% y cuando llegó a la Casa Blanca en el 70%. Es decir, casi 30 puntos de deuda sobre PIB en solo cuatro años.

El gran error de la guerra comercial

Pese a los buenos datos del mercado laboral, Trump implantó una política proteccionista en EEUU enfocada contra China, para ensalzar la industria manufacturera nacional. Esto no reportó un auge relevante en empleos, ya que se crearon alrededor de 400.000 nuevos puestos de trabajo en el sector manufacturero.

De igual modo, sus numerosos aranceles nuevos sobre el acero, el aluminio y otros productos de China crearon una presión al alza sobre los precios en EEUU. De hecho, aún se pagan las consecuencias, pues los aranceles estadounidenses y de represalia afectan actualmente a más de 460.000 millones de importaciones y exportaciones, suponiendo unos costes anuales para el consumidor de unos 57.000 millones de dólares.

El próximo 5 de noviembre de 2024 volverán a verse en las urnas Trump y Biden, con la economía como epicentro y con la estrategia de ambos de tener la piedra filosofal para salvaguardar la integridad del país en un contexto de plena incertidumbre económica.
 

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