El sistema de pensiones español se encuentra en un momento complejo. Tanto es así que para poder garantizar su viabilidad a largo plazo deberá ser sometido, con toda probabilidad, a reformas más profundas a las ya realizadas. Y las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas, debido a los importantes retos a los que se enfrenta. En primer lugar, los que están relacionados con cuestiones demográficas, que derivan del progresivo envejecimiento de la población, la baja tasa de natalidad y la mayor esperanza de vida y que hacen que la tasa de dependencia aumente de manera considerable.
En segundo lugar, los factores económicos, que están relacionados con aspectos como las altas tasas de desempleo y la temporalidad o precariedad, los salarios bajos y, por tanto, las bajas cotizaciones.
Pese a las últimas reformas llevadas a cabo en los años 2011 y 2013, viendo la evolución demográfica y con la vuelta a la variable del IPC para los cálculos de la revalorización de las pensiones, “la sostenibilidad y el mantenimiento a largo plazo de un sistema basado en el reparto intergeneracional como el actual resultan realmente difíciles”, advierte Alfonso Castro, director de Arquia Gestión.
Desde el propio Estado advierten de esta situación. Así, el Banco de España subrayó a principios del pasado octubre que, en ausencia de recortes, el gasto en pensiones públicas se disparará desde el 10,8% del PIB en 2018, hasta el 13% en 2030, el 14% en 2035 y el 16% en el 2050. “No hay duda: si no se toman medidas, el sistema es inviable. Cuanto antes se adopten las reformas, mayor margen temporal habrá para distribuir los costes entre las generaciones”, apunta Eduardo Bandrés, director de Economía Pública y Bienestar de Funcas.
A pesar de las voces de alerta de organismos, instituciones, asociaciones o, incluso, organizaciones políticas, los gobernantes se muestran incapaces de llegar a acuerdos en una cuestión tan esencial como el sustento de los españoles en las últimas etapas de su vida.
Para alcanzar reformas consensuadas del sistema de pensiones se creó el Pacto de Toledo. “El problema es que desde hace unos años la política se ha radicalizado de tal manera que no parece fácil conseguir acuerdos entre los partidos con representación parlamentaria”, indica Bandrés. A la espera de que los políticos tomen cartas en el asunto, muchas son las medidas que se apuntan para intentar mejorar la situación de un sistema cada vez más deficitario.
Entre ellas, desligar las pensiones del IPC, pagar las prestaciones de viudedad y orfandad a cargo de los Presupuestos Generales del Estado o con impuestos, aumentar o eliminar los límites de bases de cotización, retrasar la edad de jubilación o usar la totalidad de la vida laboral como base para el cálculo de la pensión. Mientras tanto, según los últimos datos disponibles, la Seguridad Social tuvo que destinar la cifra récord de 9.710,3 millones de euros al pago de las pensiones en octubre, un 4,9% más.
La mayor parte de ese importe, 6.923 millones, se destinó al pago de las pensiones de jubilación, partida que se incrementó 5,1%. Sean cuales sean las medidas que finalmente se tomen, en el futuro, las pensiones públicas de jubilación serán en comparación con los salarios, menores que las que ahora perciben los actuales pensionistas. Así lo explica Jordi Fabregat, director del Executive Master en Finanzas de Esade: “como casi cobramos lo mismo jubilados que trabajando, no hacía falta ahorrar para la jubilación, pero como esto es insostenible, cada vez habrá que ahorrar más, aunque esto parezca un insulto para los jóvenes que cobran un salario precario”.
Además de la escasa concienciación, en ocasiones, la falta de ahorro se debe a una información insuficiente sobre esta divergencia entre último salario y la pensión, a pesar de que la reforma de 2011 incluía la obligación de la Seguridad Social de informar a los contribuyentes, siguiendo el modelo sueco de envío periódico de estimaciones en un sobre naranja. Sin embargo, en España se ha diseñado un simulador en la web del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que hace una estimación aproximada sobre el importe que correspondería.
Cómo ahorrar para la jubilación
Sí parece claro que se deberá generar un ahorro para la jubilación, ahora la cuestión es cuál es el vehículo más idóneo para generar dicho ahorro. “Los planes de pensiones son un vehículo muy bueno para poder generar ese ahorro finalista, puesto que aúnan la flexibilidad de las aportaciones, la rentabilidad de las inversiones de los mismos, y la capacidad de movilizar y cambiar el tipo de inversión ajustándola al ahorrador, además de una fiscalidad en el momento de las aportaciones que permite ahorrar impuestos”, destacan desde Arquia. En esta categoría también se podrían encajar también los planes de previsión asegurados (PPA).
Lo cierto es que la fiscalidad es uno de los argumentos más potentes y utilizados a favor de los planes de pensiones. No en vano, dichos vehículos disfrutan de ventajas tributarias en el momento de realizar la aportación, aunque no en el momento de rescatar el ahorro.
Por el contrario, una de las mayores críticas son las comisiones. Desde la gestora de gestión pasiva Finizens consideran que los gastos corrientes (gastos relacionados con las actividades de gestión/ depositaria y deducibles automáticamente del valor liquidativo), donde la media se sitúa en el 1,15% anual, explica en gran parte, “los bajos rendimientos producidos por los planes de pensiones españoles”. Su análisis indica que el 57,74% de todos los planes de pensiones españoles sigue cobrando la comisión máxima legal para su categoría de inversión.
Con todo, según datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco), a 30 de septiembre de 2019, los planes de pensiones en España presentan una rentabilidad interanual del 2,77%, con ganancias en todas las categorías, destacando aquellas con mayor exposición a renta fija de larga duración, tras la intensa revalorización que ha experimentado la deuda pública a 10 años.
Sobre esta cuestión, el BCE ha alertado del exceso de riesgos que están tomando tanto aseguradoras como fondos de pensiones en un contexto en el que más de 19 billones de dólares en valores de renta fija cotizan con intereses inferiores al 0%.
A largo plazo, en concreto a 26 años, la rentabilidad media anual alcanza el 3,86% para el total de planes. Asimismo, en el medio plazo, a cinco y diez años, los planes de pensiones presentan una rentabilidad media anual del 2% y del 3,23% anual, neta en todos los casos de gastos y comisiones. Si hablamos de patrimonio, el del sistema individual se situó en 77.252 millones de euros, un 3,7% más, con 7,47 millones de partícipes.
Muy inferior es el patrimonio del sistema de empleo, con un volumen de activos de 35.539 millones, un 1,2% más que en septiembre de 2018.