Existen sectores en los que EE. UU. presenta falta de competitividad, ya sea por altos costes, baja eficiencia productiva, o porque otros países han tomado la delantera con estrategias más eficientes y sostenibles.

La industria manufacturera, entre los altos costes y la deslocalización

La manufactura tradicional es uno de los sectores donde Estados Unidos ha perdido competitividad de forma notable. En las décadas de posguerra, EE. UU. era el líder indiscutible de la producción industrial mundial. Sin embargo, con el auge de la globalización y la deslocalización de la producción a países con mano de obra más barata, como China, India y México, el sector ha visto una gran disminución en su participación global.

Según el Bureau of Labor Statistics (BLS), los costes laborales en EE. UU. superan ampliamente los de Asia y Latinoamérica. Por ejemplo, mientras que el salario promedio en manufactura en EE. UU. ronda los 25 dólares por hora, en China este mismo coste se reduce a 5 dólares. La capacidad de producir bienes a menor coste ha permitido a otras naciones dominar el mercado global de productos como textiles, electrodomésticos y componentes tecnológicos.

En 2023, Estados Unidos representó apenas el 16% del valor agregado mundial en manufactura, mientras que China lideró con un 30%, según datos del Banco Mundial. La desventaja competitiva no solo se limita a costes laborales, sino también a la infraestructura industrial, que en muchos casos resulta obsoleta en comparación con las megafábricas automatizadas que operan en Asia.

Agricultura y ganadería, un gigante con pies de barro

Aunque Estados Unidos sigue siendo una potencia en producción de alimentos, enfrenta serios problemas de competitividad en la agricultura tradicional y la ganadería. Los elevados costes de producción, el agotamiento de los recursos naturales y las prácticas poco sostenibles han mermado su liderazgo global.

Un informe del USDA (Departamento de Agricultura de EE. UU.) reveló que el coste promedio de producción de un kilo de maíz en EE. UU. es de aproximadamente 0,18 dólares, mientras que en Brasil y Argentina, el mismo producto puede producirse a menos de 0,12 dólares. Este diferencial de costes hace que países sudamericanos ganen terreno en mercados internacionales, especialmente en Asia.

Por otro lado, la ganadería estadounidense también enfrenta retos significativos. El informe de FAO de 2022 destaca que países como Australia y Brasil se han consolidado como líderes en exportación de carne bovina gracias a menores costes de producción y condiciones climáticas favorables. En contraste, la industria ganadera de EE. UU. tiene que lidiar con el aumento del precio de los alimentos para el ganado y con regulaciones ambientales cada vez más estrictas, lo que incrementa sus costes operativos.

Transporte ferroviario, un sector relegado

En cuanto al transporte ferroviario, Estados Unidos se encuentra rezagado respecto a otras economías desarrolladas. Mientras que países como Japón, China y varias naciones europeas han invertido en sistemas ferroviarios modernos y eficientes, EE. UU. ha priorizado la infraestructura para automóviles y transporte de carga.

Según un estudio de la Asociación Internacional de Transporte Ferroviario, la red de alta velocidad en China alcanza los 40.000 kilómetros, mientras que en Estados Unidos no existe una red de alta velocidad comparable.El servicio de pasajeros en trenes como Amtrak resulta limitado, lento y costoso en comparación con opciones similares en Europa y Asia. Esto afecta no solo la competitividad del transporte de pasajeros, sino también el transporte de mercancías, donde la eficiencia podría reducir considerablemente los costes logísticos internos.

La falta de inversión en modernización ferroviaria limita a EE. UU. en un momento en el que el mundo apuesta por medios de transporte sostenibles y eficientes en términos energéticos.

Energías renovables, al rezago frente a Europa y China

Si bien Estados Unidos es uno de los mayores productores de energía, su competitividad en energías renovables no alcanza el liderazgo global. Europa y China han tomado la delantera en este sector gracias a políticas públicas enfocadas en la transición energética y una inversión masiva en tecnologías limpias.

Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), en 2022 China representó el 35% de la capacidad instalada global de energía solar, mientras que Estados Unidos aportó apenas un 11%. En energía eólica, China y la Unión Europea también superan a EE. UU. en capacidad instalada y ritmo de crecimiento.

El rezago estadounidense se debe, en parte, a la dependencia de combustibles fósiles y a los intereses del sector petrolero, que a menudo han frenado el avance de la transición energética. Aunque la administración actual ha impulsado iniciativas como la Ley de Reducción de la Inflación para fomentar energías limpias, el ritmo sigue siendo insuficiente frente a la competencia global.

Aunque Estados Unidos sigue siendo una potencia económica en muchas áreas, no es inmune a los retos de competitividad global. El futuro de la economía estadounidense depende también de su capacidad para adaptarse y modernizar estas industrias pero la duda es, ¿lo conseguirá? ¿y a costa de qué?