Pero el yen se está devaluando como consecuencia del diferencial de tipos de interés existentes entre la Reserva Federal de EEUU y el Banco Central de Japón. Tras caer por debajo de la marca psicológica de los 150 yenes por dólar, el gobierno nipón acordó tomar medidas contra los movimientos excesivos de su moneda, sin descartar ninguna opción. El yen ha perdido ha perdido más de un 25% frente al dólar en el último año, retrocediendo a cotas de hace 25 años.
Evolución histórica del dólar yen. Fuente: Reuters
Es una situación contradictoria, pues los inversores se enfrenan a unos tipos de interés estadounidenses cada vez más altos y prolongados en el tiempo, a la par que el Banco de Japón mantiene su política de tipos de interés superbajos. Por tanto, la fortaleza del dólar es el principal factor que impulsa la debilidad del yen. Así pues, si EEUU limitase o recortase sus tipos de interés, el yen lograría dejaría de debilitarse de manera natural, sin precisar de una intervención urgente.
Tras el desplome del pasado 3 de octubre, horas después, el dólar cotizaba a 149,17 yenes en el mercado asiático. Esto ha llevado al Gobierno a seguir muy de cerca la evolución del mercado frente a la excesiva volatilidad implícita. En esta línea, Shunichi Suzuki, ministro de Finanzas de Japón, no excluye la posibilidad de intervenir en la compra de yenes.
Evolución dólar yen en los seis últimos meses. Fuente: Reuters
La línea de trabajo de Japón en materia económica es conforme a los acuerdos alcanzados con sus socios del G7 y el G20, incluyendo un compromiso con la postura de que los movimientos excesivos del tipo de cambio son considerados indeseables. La debilidad del yen está incentivando las exportaciones japonesas y aumentando el coste de las importaciones de materias primas, algo que repercute directamente en los hogares.
La intervención gubernamental
La administración de Fumio Kishida, primer ministro de Japón, no descarta la elaboración de un presupuesto suplementario con nuevas medidas que permitan amortiguar el golpe de la elevada inflación, entre las cuales se incluirían subsidios para hacer frente a las elevadas facturas eléctricas.
La última vez que Tokio intervino en la compra de yenes fue en septiembre y octubre de 2022, momento en el que la moneda se desplomó a su mayor mínimo en 32 años, en los 151,94 dólares.
La respuesta del BoJ
Recientemente, el Banco de Japón (BoJ) acordó mantener su política monetaria ultraflexible con tipos de interés de referencia negativos del -0,1%, lo que supone la depreciación del yen frente a otras divisas. Se trata de la misma tasa que se viene aplicando desde enero de 2022.
La entidad, liderada por Kazuo Ueda, acordó seguir comprando tantos bonos del Gobierno como fuesen necesarios, sin límite superior, con el objetivo de que los rendimientos de la deuda pública nipona a diez años se mantuviesen en torno al 0%.
De igual modo, consolida su política de control de la curva de rendimientos de la deuda pública. Se permite así que la rentabilidad del bono fluctúe en un rango de +/- 0,5 puntos porcentuales con respecto al nivel objetivo. Por tanto, ofrecerá comprar bonos soberanos de Japón con vencimiento a diez años a un tipo del 1% todos los días hábiles mediante operaciones de compra a tipo fijo.
Situación económica crítica
En agosto, la tasa de inflación de referencia se posicionó en el 3,1% interanual, manteniendo las cifras de julio. El IPC se moderó una décima en el 3,2%, mientras que la inflación subyacente (que excluye a los alimentos frescos y a la energía) se mantuvo en el 4,3%, máximo del año 1981. Pese a todo, el FMI pronostica un crecimiento del 1,6% para la economía de Japón en 2023 gracias al fuerte consumo público y a la inversión.
La eliminación de las restricciones relacionadas con la pandemia ha derivado en una demanda reprimida de gasto de consumo, aunque la inflación está erosionando el poder adquisitivo de los hogares frente a unos salarios cada vez más bajos y ajustados. Japón mantiene la relación deuda/PIB más elevada del mundo, con una previsión del 261,1% para 2023 y del 260,3% para 2024, según el FMI.
El deterioro comercial
El conflicto armado de Ucrania y los problemas de la oferta para hacer frente a la elevada demanda ha aumentado los precios de la energía y de algunos de los inputs de la industria japonesa, ya que Japón importa toda su energía de combustibles fósiles, han conducido a la quiebra. De este modo, el superávit comercial de años atrás se ha transformado en un déficit de 6 billones de yenes ante el elevado aumento de las facturas energéticas. Y es que el yen ha perdido toda la magia que lo caracterizaba.