Las presiones inflacionistas globales – soportadas por la subida en los precios de las commodities – podría en realidad aliviar ese problema. Pero por ahora Japón ha perdido sus 42 años de antigüedad como la segunda economía del mundo. La fortaleza del yen y el final del incentivo al consumo se han combinado para poner presión, a pesar que el gasto del consumidor y la vivienda residencial fueron más fuertes de lo que se esperaba.
Con una edad media de 44.7 años, Japón está quince años por encima de la media de edad mundial y en 2050 la proporción de ancianos llegará al 75%. Esto significa que por cada cuatro trabajadores, tres estarán jubilados. Los cambios demográficos de Japón son bien conocidos en el sentido de que se espera que el 30% de su población desaparezca en 2055. Sin embargo, el tamaño de la carga de la deuda se pasa a veces por alto. Debido al plan de estímulo que Japón puso en marcha para ayudar a su economía durante la crisis, su déficit se acercará al 10% del PIB en 2010. Esto hará que el ratio deuda pública- PIB alcanzará el 200% y la deuda total sobre PIB cerrará en el 500%.
Aunque es difícil ver cómo la debilidad demográfica de Japón podría ser revertida, la clave para el éxito económico se encuentra en parte en la productividad de sus activos y cuánto éxito se puede sacar de su vecino: China. Mientras se pronostica que el PIB de China doble al de Japón en 2019, China empuja hacia dentro- su esfuerzo por desarrollar su demanda interna y bajar su dependencia de las exportaciones- podría beneficiar a Japón. Los datos de enero muestran que las importaciones chinas crecieron un 51%, resaltando la importancia del crecimiento dinámico interno de la región. china a superado a los Estados Unidos como socio comercial más grande de Japón y la clave para compensar la debilidad doméstica de Japón está en las propias manos del país. Sin embargo, lo que podría ser necesario para la economía pura es una mejora continuada de algunos factores y un acercamiento cultural.