El secretario de Estado de Economía y apoyo a la empresa, Gonzalo García, tuvo la amabilidad de impartir una charla para Estrategias de Inversión. En ella, habló de los Fondos Next Generation recibidos y su grado de ejecución, augurando que abonarán las condiciones necesarias para que las futuras generaciones tengan un entorno económico más sólido y sostenible. Pero, además, vaticinó que a final de año la inflación habrá corregido sus recientes repuntes, así como que el Banco Central Europeo (BCE) no endurecerá su política. Ni subirá tipos ni restringirá en exceso los programas de compra de deuda pública y privada.
Una buena noticia, si no hay mayor novedad, ya que esta es la gran preocupación de los mercados de capitales. En un grado superior al Covid, incluso.
En EE UU, por ejemplo, tanto el Dow Jones como el Nasdaq sufren una corrección muy severa, excesiva, si se tiene en cuenta los resultados empresariales, que continúan siendo buenos. Pese a disponer de las mayores y mejores empresas del mundo, EE UU teme un endurecimiento monetario, que los analistas anuncian como inminente, y que puede despertar a los inversores del actual mundo en el que viven, de tipos al cero o negativos y todos los estímulos monetarios precisos.
Ya se sabe que si los mercados odian algo es la incertidumbre. Volver a un modelo de economía antigua, sin el sostén indefinido de los bancos centrales, abre la puerta a un escenario inédito en 10 años. ¿De nuevo habrá que volver a la ortodoxia monetaria, para que un país mantenga un rating; el control de la masa monetaria, el control de la deuda pública…?
Eso supondría un cambio estructural, en teoría sano sobre el papel, pero sobre el que hay muchas dudas sobre la capacidad de la economía para afrontarlo.
En Europa, Gonzalo García descartó esta posibilidad, que, entre otras cosas, podría provocar una crisis de deuda. García esbozó un panorama razonablemente bueno, con crisis Covid superada, reducción de deuda y déficit y cierta estabilidad de los precios energéticos. El secretario de Estado descartó la irrupción de nuevas crisis.
Apalancado en el Plan de Recuperación y Resiliencia, anuncia recuperación y efectos de los fondos europeos hasta el 2025. Muy del brazo del sector privado, al que calificó de “cómplice” del desarrollo.