Un año se cumple de que una nueva guerra, tras la última de los Balcanes en los 90, vuelva a desestabilizar al mundo en general y a Europa en particular, donde se está desarrollando. Todavía tenemos más que viva esa imagen de los kilómetros de tanques rusos a punto de entrar en Ucrania, mientras solo las inteligencias de Estados Unidos y del Reino Unido apostaban ciegamente por ello.
Y más allá del coste de vidas, de futuros destrozados y de lo que supone la injerencia en un país extranjero, marcado como en el caso de Ucrania hasta ahora por la libertad, que se convierte en un gran campo de batalla y a sus ciudadanos en soldados, la carga económica es de primer orden y todavía la estamos pagando…y lo que vendrá.
Recordemos que el impacto fue de enorme calibre al tratarse Rusia del tercer productor de Futuros del petróleo del mundo y por desarrollarse en un mundo donde todavía ni tan siquiera nos habíamos recuperado del azote de la pandemia. Unos efectos, en especial en las commodities, con un efecto devastador en el campo de la energía. Y es que entonces, el gas y el petróleo comenzaron a subir como si no hubiera un mañana y trajo consigo las ayudas estatales en toda Europa a la energía, carburante incluido.
Hasta un 72% llego a crecer el precio del Brent en sus peores momentos de esta reciente historia, el 7 de marzo, cuando se evidenciaron varios factores. El primero la dependencia abismal de media Europa, con Alemania a la cabeza de la energía rusa, que entonces exportaba cinco millones de barriles de crudo diarios y más de la mitad llegaban al Viejo Continente. Lo que elevó exponencialmente el precio.
También otros factores como el hecho de que cualquier desviación que se produce en un mercado tan polarizado como el del crudo repercute en el precio. Y justo llevaba a rozar los máximos de 2008, en esos 140 dólares, en momentos en los que, además el dólar era el dueño y señor de los mercados. No olvidemos que es la divisa en la que se paga el oro negro. Lo que se ponía sobre la mesa era la intención de Estados Unidos y de Europa de prohibir la importación de petróleo.
Se llegó a hablar de los 185 e incluso de superar los 200 dólares, pero el máximo quedó en esa cota. La intervención de los gobiernos, con cambios drásticos en el suministro en paralelo a las sanciones a Rusia, mientras se topaba el precio en Europa ha obligado a un Vladimir Putin más acorralado a vender a precio de saldo en China e India sus stocks de crudo, e incluso a anunciar, con enfrentamiento incluido con Arabia Saudí, un nuevo recorte en la producción de paso efímero por el precio del petróleo.
Lo cierto es que los mayores efectos posteriores sobre el coste del crudo han llegado de Estados Unidos. Y la situación actual de precios, de vuelta a niveles de principios de febrero de 2022 y de antes de la invasión rusa y de las sanciones múltiples, pero a todas luces ineficaces, se debe en gran parte a ello.
En especial a ese anuncio de EEUU, el pasado día 13 de liberar hasta 26 millones de barriles de sus reservas estratégicas entre abril y junio de este año, que le llevará marcar un nuevo mínimo en ellas desde 1983. Así el precio ha vuelto a rebajarse claramente por debajo de los 90 dólares en el caso del Brent y de acercarse a la cota de los 80 dólares por barril.
En su gráfica de cotización, vemos como el precio del crudo se mueve con fuertes caídas en la última semana que superan el 4%, del 7% en el mes y del 4,5% en el trimestre, mientras que, en lo que va de año pierde un 5,45%. En el último año, desde antes justo de la invasión, el precio se recorta un 15%, que fue exactamente lo que subió, frente a sus niveles actuales, tras la invasión.
El otro factor determinante para su retroceso sigue siendo el habitual: el miedo a la recesión, que llega de forma global, de Europa o bien de Estados Unidos o con el endurecimiento el último año de la política de Covid 0 en China, antes de abandonarla. Es el mayor detonante para su bajada, y el que ahora perdura en los mercados financieros, con una ecuación básica: menor consumo, menor precio.
Y ¿ahora qué? Se preguntarán con la vista puesta en esa cota de los 81 dólares para el Brent. De momento Rusia amaga, pero no tira la pelota. Sabemos ya que en marzo mantendrá el actual nivel de las exportaciones y domina el mercado el endurecimiento de tipos que los analistas mundiales ya descuentan, en forma de prolongación de las subidas por parte de la Fed tras sus actas de la última reunión.
Pero no crean que está todo el pescado vendido. Desde Goldman Sachs consideran que el precio del crudo podría volver sobre los 100 dólares. Su estratega jefe Jeff Curie considera que un posible déficit de suministro asegurará que una gran parte de las capacidades no utilizadas anteriormente de los productores de petróleo se agoten, lo que debería hacer subir el precio del crudo en los mercados internacionales "significativamente"