Existen varios factores que explican el encarecimiento de los automóviles. Uno de los principales es la inflación generalizada, que ha afectado a los costes de producción, desde las materias primas hasta la energía necesaria para fabricar los vehículos. Además, la crisis de los microchips, que comenzó en plena pandemia y se ha prolongado más de lo esperado, ha generado un desajuste entre la oferta y la demanda, y ha disparado los precios.
También hay que considerar la transición hacia la electrificación del parque automovilístico. La exigencia de normativas medioambientales más estrictas ha obligado a los fabricantes a invertir enormes cantidades de dinero en investigación y desarrollo de modelos híbridos y eléctricos, cuyos costes de producción son más elevados que los de los vehículos de combustión tradicional. Como resultado, los precios de venta han subido para compensar estas inversiones.

Fuente: Carlos Arenas Laorga
El primer impacto de esta situación lo sufren, evidentemente, los consumidores. Adquirir un coche nuevo es cada vez más difícil para la mayoría de los españoles. Aunque la inflación general en los últimos 20 años ha sido mayor que la de los coches, desde 2019 el precio de los coches se ha disparado, con una inflación general acumulada del 22%, frente a un 41% en los automóviles (media de los modelos más vendidos). Además, este encarecimiento también ha provocado una subida de precio de los coches usados, lo que agrava aún más el problema.
También se está observando un alargamiento en la vida útil de los vehículos. Los conductores intentan estirar al máximo la durabilidad de sus coches actuales, posponiendo la compra de uno nuevo. La economía va como un cohete, pero cada vez que analizamos un sector, nos encontramos con problemas estructurales.

Fuente: Carlos Arenas Laorga
La industria automovilística es una de las más importantes para la economía española, tanto en términos de empleo como de contribución al PIB. El peligro de la caída de las ventas también podría provocar un cambio en los hábitos de movilidad. Con los precios al alza, el renting y el carsharing podrían ganar terreno frente a la compra tradicional de vehículos. De hecho, el renting ya es una de las fuentes más importantes de ingresos de muchos concesionarios frente a la tradicional venta. Más que concesionarios de coches son bancos especializados en financiación de coches.
A corto plazo, no parece que los precios vayan a bajar. La electrificación del sector seguirá empujando los costes al alza, y aunque la crisis de los microchips parece cosa del pasado, todavía se necesitan ajustes en la producción para recuperar un equilibrio entre la oferta y la demanda de todos los componentes.
A medida que la tecnología avance y la competencia aumente, es posible que veamos una normalización de los precios de los coches. Mientras tanto, el coche privado podría dejar de ser la opción preferida por muchos ciudadanos. Y no por preferir otra alternativa, sino por no tenerla.