Apenas empezábamos a detectar un punto de inflexión sobre las consecuencias generadas por la crisis subprime y la crisis de deuda periférica, que ha azotado terriblemente a las economías de todo el mundo, pero parece que estuviéramos ante las puertas de una nueva crisis que tienen como protagonistas los países emergentes.
La punta del iceberg la encontramos en el verano de 2013 cuándo la rupia india se depreció fuertemente, después de que la Reserva Federal anunciara en mayo la retirada de los estímulos monetarios de la QE3. Seguidamente, a finales del primer mes de 2014, la lira turca y el peso argentino sufrieron fuertes devaluaciones frente a las principales divisas en las que tuvo que intervenir el banco central mediante la subida de tipos de interés.
Por otra parte es indiscutible que China está inmersa en un proceso de desaceleración en su crecimiento. Después de tres décadas marcando tasas por encima al 10%, actualmente se desarrolla en una tasa del 7,5% y muchos analistas son propicios al aterrizaje duro (hard landing). Como el crecimiento de la primera economía de los países asiáticos está en declive, no es de extrañar que los demás países que le suministran las materias primas sufran un duro golpe en sus exportaciones.
Otra de las claves la encontramos en los movimientos del flujo de efectivo que se dirigía a las economías emergentes gracias a la alta rentabilidad que ofrecen sus bonos y a una Reserva Federal que inyectaba mensualmente 85.000 millones de dólares mensualmente. Pues bien, desde que se inició el famoso Tapering, el negocio de entregarle papel de deuda estadounidense se está acabando, por lo que el dinero percibido cada vez será menor para financiar la compra de deuda emergente, por lo que es bastante probable que el dinero cambie el rumbo y vuelva a dirigirse a las economías desarrolladas.
Ante este escenario… ¿Cómo evolucionará la situación en los países emergentes?, ¿Estamos ante las puertas de una nueva crisis?
"Estas son las cuestiones y en vuestra mano quedan las resoluciones"