El crecimiento económico de China en 2022 se desplomó a uno de sus peores niveles en casi medio siglo, debido, en gran parte, a las estrictas restricciones del COVID y la caída del mercado inmobiliario. El crecimiento del cuarto trimestre y algunos de los indicadores de diciembre, como las ventas al por menor, superaron las expectativas del mercado, pero los analistas señalaron que el impulso económico general en toda China seguía siendo débil y destacaron los retos a los que se enfrenta Pekín tras retirar abruptamente su estrategia de "cero COVID" el mes pasado.

En concreto, el producto interior bruto (PIB) creció un 2,9% en el cuarto trimestre del año pasado respecto a 2021, según los datos de hoy martes de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), lo que supone también un ritmo inferior al 3,9% del tercer trimestre y pone de manifiesto la debilidad subyacente en muchos sectores. Aun así, la tasa superó la expansión del 0,4% del segundo trimestre y las expectativas del mercado de un aumento del 1,8%.

En el conjunto de 2022, el PIB se expandió un 3,0%, muy por debajo del objetivo oficial de "alrededor del 5,5%" y frenando bruscamente el crecimiento del 8,4% de 2021. Si se excluye la expansión del 2,2% tras el impacto inicial del COVID en 2020, es el peor resultado desde 1976, el último año de la Revolución Cultural de una década de duración que destrozó la economía, apuntan fuentes de Reuters.

Por meses, la producción industrial creció un 1,3% en diciembre respecto al año anterior, ralentizándose desde el 2,2% de noviembre, mientras que las ventas al por menor, un indicador clave del consumo, se contrajeron un 1,8% el mes pasado tras la caída del 5,9% de noviembre.

Los datos oficiales mostraron que el desempleo disminuyó a pesar de que la actividad manufacturera y de servicios se vio afectada por el aumento de las infecciones por COVID. La tasa nacional de desempleo, basada en encuestas, bajó al 5,5% en diciembre desde el 5,7% de noviembre.

"La actual 'ola de salida' de la reapertura de China, más rápida de lo previsto, se ha cobrado un alto precio en la actividad económica en los últimos meses, debido al aumento de las infecciones, la escasez temporal de mano de obra y las interrupciones de la cadena de suministro", señalaron los economistas de Goldman Sachs, que destacaron las contracciones anuales de la producción de productos siderúrgicos y cemento en diciembre.

Por otro lado, el sector inmobiliario chino fue uno de los principales lastres para el crecimiento. La inversión en el sector cayó un 10,0% interanual en 2022, el primer descenso desde que se iniciaron los registros en 1999, y las ventas de propiedades sufrieron el mayor desplome desde 1992, según mostraron los datos de la ONE, lo que sugiere que las medidas de apoyo del Gobierno estaban teniendo un impacto mínimo hasta el momento.

Además, la población de China descendió en 2022 por primera vez desde 1961, según los datos de la Oficina Nacional de Estadística, un cambio histórico que se espera que marque el inicio de un largo periodo de declive en el número de ciudadanos y que convierta a la India en la nación más poblada del mundo en 2023. "La población tenderá probablemente a la baja a partir de ahora en los próximos años. Esto es muy importante, con implicaciones para el crecimiento potencial y la demanda interna", afirmó Zhiwei Zhang, economista jefe de Pinpoint Asset Management. "De cara al futuro, la demografía será un viento en contra. El crecimiento económico tendrá que depender más del aumento de la productividad, impulsado por las medidas gubernamentales."

Previsiones 2023

La repentina relajación por parte de Pekín de las estrictas medidas antivirus ha impulsado las expectativas de una reactivación económica este año, pero también ha provocado un fuerte aumento de los casos de COVID que, según los economistas, podría obstaculizar el crecimiento a corto plazo. La caída del sector inmobiliario y la debilidad de la demanda mundial hacen que la recuperación del crecimiento dependa en gran medida de los consumidores.

Ante ello, los máximos dirigentes chinos se han comprometido a dar prioridad a la expansión del consumo para apoyar la demanda interna y la economía en general este año, en un momento en que los exportadores locales pasan apuros antes los temores de recesión mundial. También se espera que el banco central relaje su política monetaria este año.

El año 2023 en China "será agitado; no sólo tendrá que sortear la amenaza de nuevas olas de COVID-19, sino que el empeoramiento del mercado inmobiliario residencial del país y la débil demanda mundial de sus exportaciones serán frenos significativos", dice en este sentido Harry Murphy Cruise, economista de Moody's Analytics.

Con todo, un sondeo de Reuters prevé que el crecimiento repunte hasta el 4,9% en 2023, a medida que los dirigentes chinos aborden algunos de los principales lastres del crecimiento: la estrategia de "cero COVID" y una grave recesión del sector inmobiliario. La mayoría de los economistas esperan que el crecimiento repunte a partir del segundo trimestre.

Señalar también, desde el otro punto de vista, que un fuerte repunte en China podría atemperar una recesión mundial prevista, pero también podría causar más quebraderos de cabeza inflacionistas en todo el mundo justo cuando los responsables de política monetaria están empezando a controlar las subidas récord de los precios.