La economía española se desinfla cada minuto al son que marca la subida de los precios que se refleja en todos y cada uno de los bienes y servicios que pagamos. Los más inmediatos ya los hemos visto. Y lo peor es que se produce, por el conflicto de Ucrania con Rusia, con efecto multiplicador a lo que ya estábamos padeciendo.
La luz, por ejemplo, ya la pagábamos a precio de oro y el encarecimiento del petróleo también, aunque se ha tornado en exponencial tras la invasión rusa sobre territorio ucraniano. Los efectos inmediatos ya los estamos comprobando, en los hogares con el incremento de la factura eléctrica mientras buscamos la mejor tarifa o miramos cada día los horarios para encender los electrodomésticos.
También con la subida de lo que pagamos en la calefacción y más a diario, cuando llenamos el depósito de carburante de nuestro coche: 29 euros más, nos cuesta si lo llenamos de gasolina y hasta 35 euro si lo hacemos con gasóleo.
También en las empresas y para los autónomos, desde aquellas electrointensivas que incluso tienen que parar la producción porque no pueden pagar la factura o los transportistas o pescadores que no pueden salir a faenar. Y crean, con la huelga de transportes, derivados como el desabastecimiento que en algunos casos se padecen, también por el efecto acumulación.
Impacto que también nos vuelve a las familias, con ese encarecimiento de las materias primas, en el coste de los productos, y que sentimos especialmente en el caso de la alimentación. Todo un círculo que ya se traslada de forma global a las grandes cifras.
Lo cierto es que los precios han subido, como vemos en la gráfica hasta el mes de febrero, los últimos datos publicados en España al 7,6% niveles desconocidos en la inflación de nuestro país desde 1986. Aunque si comprobamos la progresión, ha sido claramente en vertical, acrecentada por la guerra
El resultado es que, desde el Gobierno se sigue sin tocar el 7% de previsión para el presente ejercicio, a pesar de que desde todas las instancias que se han pronunciado, indican que el crecimiento será muy inferior a esa cota ya más que desfasada. Por ejemplo, desde CaixaBank Research ya advierten, solo en una primera fase, en su informe mensual de marzo, que el efecto en el PIB de 2022 puede superar el 1%, es lo que indica Oriol Aspachs, director de Economía Española de la firma.Eso con petróleo a 105 dólares el barril y gas en los 120 euros mhw.
Desde el Panel de Funcas, el más completo compendio de hasta 19 servicios de estudios y predicción económica, incluyendo el suyo para elaborar una media de PIB, alcanzaría en previsión el 4,6% este año, un punto menos ya incluyendo ese impacto de la guerra, al menos con los daños económicos en España registrados hasta ahora.
De ellos, el más optimista es AFI analistas Financieros Internacionales que prevén un Producto Interior Bruto en España del 6% frente al apenas 2,9% que marca Metyis, una consultora de origen holandés. Argumentan que la diferencia entre los panelistas viene marcada por la incertidumbre del conflicto y su impacto, que podría diferir de forma acusada las previsiones expuestas. Es decir que el impacto podría ser todavía mayor en nuestra economía. Para la inflación, su previsión alcanza ya el 5,8% para todo el año.
Dos más son los grupos que han revisado las previsiones de la economía española en las últimas fechas: S&P, que, a pesar de la guerra lo deja las expectativas de PIB en un elevado 6,1% desde el 7% anterior y que refrenda, dice que las perspectivas de crecimiento a largo plazo son sólidas por lo que mantiene su clasificación crediticia sobre la duda soberana en A y eleva la perspectiva de negativa a Estable.
El último en hacerlo es Fitch que baja su estimación al 5% del 6,3% previamente previsto para indicar que el conflicto ruso y los precios energéticos han propiciado este fuerte recorte. Además, destaca la agenda de rating que España no recuperará el nivel medio de PIB anterior a la crisis hasta el segundo trimestre de 2023, algo en lo que también coincidirá el Panel de Funcas.