La FED ha movido ficha al igual que lo ha hecho el Banco de Inglaterra, mientras que el BCE, hasta el momento se ha desmarcado de sus movimientos. La Reserva Federal apuesta por subidas contundentes pero progresivas y descarta elevar los tipos en Estados Unidos en 75 puntos básicos de una sola tacada. Mientras en la eurozona, lo que se debate es cuándo es el momento adecuado para comenzar a dejar la estela de los tipos en negativo, con todo lo que ello implica.
La mayor oficialidad, la que representa la presidenta Christine Lagarde que todo lo fía a la reunión de junio: se analizará y se verá. Pero la realidad supera la lentitud con la que habitualmente se mueve el Banco Central Europeo.
De hecho, en Alemania hemos visto esta semana como el bund germano superaba por primera vez el 1% por primera vez desde 2012, mientras, como señala Financial Times, los inversores ya se están preparando para que la entidad dejé de elevar su cartera de bonos de 4,9 billones de euros en los próximos meses, tras lo que llegará, desde julio, como se descuenta, la subida de tipos.
También en España donde en la primera subasta de Mayo el Tesoro ha pagado a los inversores por primera vez en dos años por las letras a 12 meses, anticipando también una subida en los tipos, mientras que el bono de referencia, el 10 años volvía a elevar su rentabilidad por encima del 2%.
La inflación además empuja hacia esa dinámica, a pesar de que las previsiones de crecimiento cada vez se mueven en Europa más a la baja y habrá impacto sin duda en el endurecimiento financiero que prepara el BCE en familias y empresas. De ahí que la senda alcista de los tipos sea mucho más tenue, a modo de encarecimiento del dinero en su mínima expresión, aunque progresiva para no dañar más a la economía de la eurozona.
Además, ya tenemos sobre la mesa el 7,5% de encarecimiento de los precios en abril, una décima más, mientras el BCE espera que el IPC de la eurozona se relaje en la segunda parte del año.
Sin embargo, nada apunta a un escenario claramente bajista de los precios, porque se espera que los costes de la energía sigan siendo muy elevados, ahora mismo aumentan a un ritmo del 38%, algo que seguirá tensando la inflación a pesar de que haya relajación. Más si cabe si finalmente, tras el paso dado por la Comisión Europea, los Estados aprueban en seis meses el embargo al petróleo ruso, que encarecerá de nuevo esos costes con la búsqueda de nuevos suministros para países como Alemania de aquí a fin de año.
Con todo, los grandes halcones, que también los hay en el seno del BCE comienzan a levantar la voz. Es el caso de Isabel Schnabel, miembro de la Junta de la entidad, que acaba de destacar en el diario alemán Handelsblatt que la inflación es “extremadamente alta” y que es posible ya que julio el BCE deba aumentar los tipos: “hablar ya no es suficiente, tenemos que actuar”. Poco más que decir.
Desde Goldman Sachs también apuestan porque los tipos de interés en la eurozona subirán en el mes de julio y lo harán de forma muy moderada: en 25 pb. Y sus previsiones es que ese incremento se produzca dos veces más a lo largo del año, en septiembre y en diciembre de 2022.
Y mirando más allá, en el horizonte de 2023, desde la firma americana consideran que habría una nueva progresión, de hasta subidas en cuatro veces para su tasa de referencia. Eso dejaría los tipos de interés de la eurozona el año que viene en el 1,25%.