La inflación del país nipón se mantuvo por debajo del 3%, descendiendo por primera vez en 13 meses, aunque por encima de la meta del 2% que fija el Banco de Japón. Con respecto a la tasa de inflación general, el IPC aumentó tres décimas en octubre, alcanzando el 3,3%, y la tasa de inflación subyacente en el 4% (menos del 4,2% registrado en septiembre).
La guerra de Ucrania, la pandemia y la inestabilidad económica han afectado de lleno a la economía de Japón. El IPC subió un 2,5% en 2022, viéndose un debilitamiento significativo del yen, que le hizo registrar un comportamiento peor con respecto al dólar. No obstante, los inversores extranjeros apuestan por la divisa japonesa debido a que las valoraciones de los activos son mucho menos caras que en otros mercados.
Evolución histórica
Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón afrontó la década de los 60 con optimismo y con la pretensión de resurgir económicamente mediante un plan estratégico de reconstrucción y modernización, invirtiendo en tecnología e industria. Entre el Gobierno y el sector privado se estableció una alianza que, sumada al reconocimiento internacional de compañías como Honda, Sony y Toyota, permitieron a la economía japonesa una posición preferente.
El país se especializó en la producción de bienes de elevada calidad, duraderos y de bajo costo, exportando especialmente productos electrónicos y automóviles. Sería en los años 80 cuando pasaría a convertirse en la segunda gran potencia mundial, solo por detrás de EEUU.
Japón logró cosechar un superávit comercial sin precedentes gracias a las exportaciones, invirtiéndolo las empresas y los bancos en adquirir nuevas tierras y acciones. Gracias a la explosión del mercado inmobiliario, el mercado de valores logró un auge exponencial.
Los años dorados de la economía japonesa
Entre 1955 y 1989 el valor de la propiedad inmobiliaria en Japón se multiplicó por 75 y equivalía al 20% de la riqueza mundial, es decir, uno 20 billones de dólares. Ya en 1990, el valor de todas las propiedades de Tokio equivalía a las de EEUU.
Por su parte, los índices bursátiles alcanzaron un momento álgido, pasando el valor de las cotizaciones a multiplicarse por 100 entre 1955 y 1999 y permitiendo que la capitalización de la bolsa nipona superase a la estadounidense.
El inicio del declive
Pero tras todo crecimiento sin límites llega una caída sin frenos, que para la economía nipona se consumaría en los años 80. El Banco Central de Japón fue criticado por su decisión de subir los tipos de interés. En 1988, ante la sensación de que el precio de la vivienda era un activo fijo, empezaron a reducirse sus valores en muchas zonas del país, alcanzándose el colapso definitivo en 1990.
Quienes habían comprado activos inmobiliarios o solicitado préstamos veían que sus propiedades iban descendiendo de valor. Las empresas no podían cumplir con las obligaciones fiscales.
El Nikkei 225, el índice de referencia nipona, perdió un 63% del valor en dos años. Se perdieron billones de dólares que provocaron el hundimiento de la Bolsa de Japón. Rápidamente los precios se redujeron en todo el país, no alcanzando los niveles de 1990 hasta el año 2007.
En tiempos de crisis, los casos de corrupción se hicieron comunes en el Gobierno, con manipulaciones en el precio de las acciones y fraudes fiscales llamativos. Por su parte, los hogares japoneses vieron reducidos sus ingresos reales, y por ende, el consumo directo y la inversión. Se entraba en una profunda etapa de deflación.
En el caso de las empresas, éstas empezaron a acumular elevados índices de endeudamiento, pues no podían invertir en nuevos activos. Pese al apoyo del Gobierno, no lograron levantar cabeza y provocó que las que no estaban intervenidas fuesen menos competitivas y se propiciase la destrucción del empleo y el descenso notorio de la productividad y de las inversiones.
Previsiones económicas
Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) se estima que la economía japonesa crecerá un 1,4% al cierre de 2023, una cifra relevante y positiva si se tiene en cuenta que la población se ha ido reduciendo considerablemente durante los últimos 14 años. De igual modo, las estimaciones de crecimiento del PIB para este año han subido a un 2,7%.
Se espera que el Nikkei 225 mantenga en 2024 los elevados niveles cosechados durante el presente año, pues no había alcanzado una cuota tan alta desde principios de la década de 1990. Por aquel entonces, la economía de Japón aún experimentaba su particular milagro.
Durante al año, se ha apreciado una subida de casi el 30% gracias, en gran medida, a la apuesta de los inversionistas internacionales por las acciones de las empresas japonesas. De hecho, en marzo de 2023, se presentó un plan de reformas para que las empresas pagasen más dividendos a sus accionistas o recomprasen acciones de su misma compañía.