El viernes Wall Street acabó en positivo después de una semana en la que registró datos negativos entre otras cosas por los problemas con la vacuna de la covid-19 y porque ya se sabe que no se va a aprobar el estímulo financiero antes de las elecciones.
Correcto. El mercado sigue pendiente de dos cosas fundamentales. Por un lado, la reactivación de lo que se llama ahora la economía de la movilidad, aquella que tuvimos hasta febrero, después de descartarse una recuperación en V, que no se ha materializado ni en EEUU ni globalmente. Enfocados en las vacunas que deberían abrir la posibilidad del retorno de la economía de la movilidad y la reactivación económica que tanto necesitan los países. Por otro lado, la aprobación o no de un nuevo paquete fiscal que está totalmente trabado en el Congreso, y las propias elecciones. El mercado está un poco más tranquilo que en semanas anteriores. La volatilidad está controlada. El mercado sube y baja pero sin mayor violencia. Con lo cual, el mercado sigue estando en un patrón más o menos estable.
También Wall Street reaccionó a los resultados empresariales. Las principales entidades financieras de EEUU presentaron sus cuentas: Goldman Sachs, Morgan Stanley o Wells Fargo. ¿Cómo está la salud financiera del país?
Entramos en la época de resultados corporativos que deberían coadyuvar a la recuperación del mercado viendo cómo las corporaciones norteamericanas se desenvuelven en lo que ya debería ser el rebote. Estamos viviendo ya un rebote, no necesariamente una recuperación, después de un segundo trimestre que fue tan destructivo. La economía comienza a recuperarse y los resultados de los bancos son indicativos y han sido en general, no todos, pero los clave, positivos en la medida en que las provisiones contra la cartera deteriorada por la crisis ha sido inferior a lo que se esperaba. Pero inferior es un decir. En el caso de JP Morgan se esperaba una provisión de más de 2.000 millones de dólares. Fue de algo más de 600. Es mejor de lo esperado pero sigue siendo severa, con lo cual, las cotizaciones de las acciones no reaccionaron en positivo. Ese parece que va a ser el patrón en una situación en la que solo el 48% de las compañías están dando indicaciones de resultados a diferencia del pasado, en el que los ratios eran del 75%. Las propias compañías no tienen muy claro cuál va a ser la dinámica de resultados y no quieren crear expectativas que decepcionen al mercado. La salud de los bancos es estable y positiva porque hemos tenido un paquete de asistencia monetaria. Incluso con esa asistencia las provisiones siguen siendo significativas. Vienen desde el primer trimestre y continúan en el tercero a niveles sustanciales, lo que también indica que la recuperación va a ser más larga de lo que inicialmente se esperaba.
También conocimos la semana pasada datos muy importantes, como el del IPC, en el 0,2% en septiembre. También las ventas minoristas, que aumentaron un 1,9% también el mes pasado, mejor de lo esperado. También el déficit fiscal.
Con una inflación tan baja, del 0,2%, con un objetivo de la Fed del 2%, estamos muy lejos de una situación inflacionaria que defina que hay actividad económica en el país. De ahí que las declaraciones de la Fed en las últimas semanas y meses, han sido de que se tiene que mantener la asistencia monetaria, subrayando que se tiene que incrementar la asistencia fiscal para mantener la economía en proceso de recuperación. El escenario inflacionario es más o menos abierto en un futuro indeterminado, lo que entusiasmaba al mercado en el sentido de que las tasas de intereses van a seguir siendo muy bajas en los próximos dos o tres años. Esa recuperación en las ventas minoristas es importante porque ya hemos recuperado prácticamente los niveles previos antes de la corrección de la covid-19, pero en una mezcla muy singular. Los patrones de consumo de los norteamericanos están cambiado súbitamente y los patrones de inflación también. Las ventas minoristas en físico están colapsando con el cierre de tiendas a diestro y siniestro. Ya cerró el déficit fiscal norteamericano y lo hace en 3,13 billones de dólares, cuando habíamos abierto el año con menos de 1 billón. El déficit fiscal se triplica. Estamos con un déficit fiscal del 18% del PIB, con un paquete fiscal cuya aprobación dependerá de los resultados del 3 de noviembre, pero podríamos quintuplicar el déficit fiscal respecto a cómo empezamos el año, lo que lleva a que más temprano que tarde en EEUU debe haber una reforma fiscal en la que lo más probable es que haya que aumentar los impuestos gane quien gane las elecciones.
Queda muy poco para los comicios y parece que lidera las encuestas el demócrata Joe Biden. ¿Qué sectores o empresas se verían beneficiados e la bolsa si gana uno u otro candidato?
En términos de planes de gobierno, en cuento a la Administración Trump no hay muchos detalles. Sería una continuación de lo que ya hemos visto. Los republicanos insisten en recortar el gasto social, pero cómo hacerlo en el marco de la pandemia y las cuarentenas que han creado destrucción económica. El mercado empieza a tener una suerte de mayor confianza en una lección de Biden en lo que ya se llama la ola azul. El propio Wall Street prevé que Biden ganaría la presidencia, por esos márgenes que pasaron del 7,1% a 10,6% de media de las encuestas. El mercado comienza a sentirse cómodo porque se evitaría una crisis política en la que Trump cuestionaría los resultados. Y dos porque la propuesta de incrementar los impuestos fundamentalmente a las ganancias de capital, que va a afectar a los mercados de valores, sería compensado con un paquete de gasto fiscal como el que inicialmente propuso Nancy Pelosi de 3,3 billones y un plan de infraestructura que Trump prometió y nunca ejecutó. De ahí que el mercado empiece a decir que un triunfo de Biden no va a ser tan incómodo. Cuando uno ve los resultados históricos del mercado de valores americano siempre ha tenido mejores resultados con administraciones demócratas que republicanas en los últimos 40 años.
La semana pasada se reunió el FMI. ¿Cuáles son las previsiones? ¿Siguen siendo negras a corto plazo o hay una luz al final del túnel?
El FMI tuvo su reunión de otoño, que este año fue virtual, como la de primavera. Señalan, básicamente, que están más optimistas en el rebote de este año. Modifica sus perspectivas de crecimiento global en 0,4% de mejora en virtud de lo que esperaban. Pero señalan que el próximo año el deterioro va a ser del 0,2%. Y subrayan que la recuperación va a ser larga y de alguna forma no del todo confiable. Destacan que va a haber una necesidad de seguir implementando paquetes fiscales y monetarios, que no todos los países tienen la capacidad de hacerlo. E indican, como lo habían hecho en el pasado, que el fondo está dispuesto a modificar los esquemas de reestructuración de deuda soberana a nivel global, previendo que bien un deterioro el próximo año, en virtud del gasto público y los déficits.
Señalan que las economías que dependen de la movilidad y del petróleo van a ser más afectadas que aquellas que dependen de la manufactura y de la producción de materias primas de uso industrial. La recuperación de los mercados emergentes en general es mejor que la de los desarrollados, pero muy enfocados en Asia. China es la única economía que crece este año. Mejora sus perspectivas el FMI, con un crecimiento que no llega al 2% pero que crece. Latinoamérica, muy golpeada con una contracción del crecimiento de casi el 9%, con una recuperación de menos del 4% en el próximo año. Posiblemente una de las regiones que vaya a tardar más tiempo en recuperar los patrones de crecimiento.
¿Cómo está en estos momentos la situación arancelaria entre Europa y EEUU? Porque la UE ha recibido la autorización de la Organización Mundial de Comercio para imponer aranceles a los productos estadounidenses por valor de casi 4.000 millones de dólares. Y todo esto viene por las subvenciones que recibió Boeing. Trump ya ha hablado al respecto. ¿Crees que estamos ante una nueva guerra comercial?
A puertas de una elección como la del 3 de noviembre, la capacidad de maniobra de la Administración Trump es limitada. Si Trump perdiera las elecciones, toda la política exterior va a cambiar con la Administración Biden y podría tener una solución mucho más fluida. Si el presidente Trump es reelegido habría una guerra comercial con Europa. La amenaza ha sido constante. La Administración Trump quería poner tarifas a todos los productos de consumo europeo que son importantes. Esto podría ponderar esa guerra tarifaria en un momento en el que la economía norteamericana necesita una reactivación y menos conflicto.