La preocupación de la Fed por la economía estadounidense augura tipos muy próximos al cero hasta 2023; mientras que el BCE vigila pero no actúa. ¿Cómo están afectando las políticas de los bancos centrales a la renta fija?
La semana pasada el evento clave fue la reunión de la Reserva Federal porque anunció en agosto que mantendrá los tipos de interés en sus niveles actuales hasta que la inflación se mantenga estable en el 2%, o en cualquier caso hasta 2023, una política monetaria ultra acomodaticia porque es una condición necesaria para apoyar la recuperación económica a medio plazo.
Este año hemos visto medidas que nunca habíamos visto hasta ahora, los estímulos son más de dos veces superiores a los que se implantaron en la gran crisis de 2008, ya que los bancos centrales están comprando hasta bonos de alto rendimiento, lo que se conoce como ‘high yield’ y el Banco Central Europeo ha anunciado que también puede comprar bonos verdes. Creemos que el BCE ha hecho mucho, pero puede que haga más en diciembre con otro programa de compra de activos de renta fija, porque la Fed aún ha hecho más que el BCE. Estas compras han tenido un impacto porque antes del Covid-19 los bonos soberanos y la renta fija de calidad tenían unos rendimientos bastantes bajos, con rentabilidades negativas en bonos corporativos.
Con el virus esto ha cambiado radicalmente porque se produjo una venta masiva de bonos corporativos y los rendimientos han aumentado significativamente para todos los activos de crédito. Sin embargo, con los nuevos estímulos los rendimientos se han vuelto a estrechar casi a niveles de finales de 2019. Esto quiere decir para los inversores que para lograr rentabilidad debe ir a buscar fuera de los activos clásicos, porque estamos casi de vuelta al principio del comienzo de año.
En renta fija, ¿encontráis diferencias de oportunidad por países? ¿Qué zonas geográficas os parecen más interesantes?
Hay diferencias por países, pero nosotros seguimos viendo valor aún en Europa y EEUU en el segmento de crédito. Somos positivos en ‘high yield’, más en Europa que en EEUU, porque las compañías del Viejo Continente están menos apalancadas y porque se benefician más de los bancos, de hecho hay más bonos basura en EEUU, los CCC. La crisis no ha terminado y que vamos a vivir quiebras de empresas a pesar de todos los paquetes de ayudas.
Asia nos parece interesante porque fueron los primeros en empezar con el Covid-19, pero también en salir de la crisis. Hay que ser selectivos, nosotros analizamos de cerca la India, donde 5,6 millones de infectados pero los datos están mejorando. Nos gustan países para invertir como Indonesia, Malasia, Filipinas y la India, incluso con la situación actual. También somos positivos con China y su renta fija.
La renta fija de China tiene un comportamiento distinto a la renta fija europea e incluso a la emergente, es un activo que diversifica y el país está abriendo cada vez más la puerta a inversores internacionales y quiere situar al yuan como una divisa relevante a nivel internacional parecido al euro y al dólar y como una divisa de reserva. China está creciendo en población, la industria de los planes de pensiones en China es muy relevante y estas se invierten en renta fija. China crece anualmente a un ritmo del 5% y el 6%.
En América Latina, además de la crisis hay que añadir el bajo precio del petróleo que afecta a países como México, Brasil y Ecuador, mientras que Argentina ha llegado a un acuerdo con los tenedores de deuda después de meses y meses de negociaciones. Vemos oportunidad y nos gusta Chile y Uruguay.
Dentro de la renta fija emergente, ¿qué tipo de emisiones preferís?
Ante la situación que vivimos marcada por el virus, el bajo precio del petróleo, la incertidumbre, la ralentización económica… creemos que hay que ir a buscar inversiones muy líquidas, por esta razón preferimos deuda soberana o de compañías públicas, porque hay empresas privadas que pueden no aguantar o no tener el músculo financiero suficiente, mientras que con deuda pública o empresas estatales nos sentimos con una cierta garantía o más seguridad.
Cuando uno invierte en renta fija emergente debe decidir si invierte en divisa fuerte o en divisa local, y hay que mirar otros criterios como el crecimiento del PIB, la relación deuda sobre PIB, la estabilidad política, la corrupción… Hay países que tenemos totalmente excluidos como Venezuela, Líbano por los problemas políticos que tiene y la corrupción, Bielorrusia o Irak. A más largo plazo hay divisas que han caído mucho frente al euro como el real brasileño, el peso mexicano, la lira turca… eso quiere decir que la deuda emergente en este tipo de divisas puede suponer una oportunidad pero lo veríamos a más largo plazo. A corto y medio plazo deberíamos invertir en divisa fuerte porque nos parece una posición más cautelosa.
La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de las duraciones. ¿En renta fija emergente os decantáis por las emisiones de corta duración?
Es un poco en función de lo que busque el inversor, si el inversor busca parte de los mejores rendimientos que hay en renta fija emergente, que se llama el ‘carry’, con menos riesgo, debería estar en posiciones más cortas pero si se buscan más rendimientos aunque con mayor volatilidad entonces recomendamos mayores duraciones... para una cartera media de renta fija emergente la duración estaría en 8 años.
En Eurizon destaca el Epsilon Fund Emerging Bond Total Return. ¿Cuál es su filosofía de inversión y cómo se comporta el fondo en este convulso 2020?
Es nuestro segundo fondo de mayor éxito en la firma, tiene un patrimonio de 3.700 millones de euros. Es un fondo que se lanzó en plena crisis financiera de 2008, tiene muchos años de vida y ha vivido crisis de mercados emergentes y de mercado de crédito, por lo que el gestor está bastante curtido ya que es el mismo equipo que estaba desde el lanzamiento. La filosofía de inversión es muy prudente y su objetivo es tener una correlación baja a las principales clases de activos y siguen una estrategia en función del crecimiento del PIB de los países, estabilidad política… Al menos el 80% de la cartera está en deuda soberana y de empresas estatales por la seguridad que nos genera, mientras que gestionamos de forma muy activa la duración y el riesgo de crédito, de divisa… con el objetivo de ofrecer un producto de baja volatilidad. En el año está en positivo y al cierre de agosto se rentabiliza un 0,72%, que para un fondo de renta fija emergente en plena pandemia está muy bien. De hecho, es el fondo que menos sufrió durante la crisis del coronavirus. Cayó un 5%, pero entre los fondos de renta fija emergente fue el que menos cayó y con una volatilidad a un año es de alrededor del 4%.
¿Recomendaría renta fija emergente a inversores españoles, tradicionalmente bastante conservadores?
Sí, porque hay que tener en cuenta que no quedan muchas alternativas de bajo riesgo porque la deuda clásica, los bonos de la eurozona, cuentan con rendimientos negativos o planos si uno va a muy largo plazo. En crédito, es verdad, que sigue habiendo rendimiento pero mucho menos [que el que vimos entre mitad de febrero y finales de marzo], pero teniendo en cuenta los planes de los bancos centrales las rentabilidades seguirán reduciéndose. Un inversor conservador, aunque le asuste un poco, si de verdad quiere rendimiento tiene que dar el paso hacia a los bonos de alto rendimiento o renta fija emergente. Nuestro producto es muy defensivo y dentro de una cartera emergente de corto plazo es una buena opción. Tiene 12 años de vida y ahí se puede ver que se ha defendido muy bien en momentos de tensiones en los mercados.