¿Qué es Mutuactivos Pensiones?
Mutuactivos Pensiones es una gestora de planes de pensiones que pertenece al Grupo Mutua Madrileña. Nuestra misión principal es ofrecer soluciones de ahorro e inversión orientadas a los productos del Pilar 2 y el Pilar 3. Estas soluciones abarcan tanto el ahorro a través de las empresas como el ahorro individual, y tienen como objetivo complementar la pensión pública que la mayoría de las personas recibirán al jubilarse. En definitiva, nos especializamos en el desarrollo de estrategias de ahorro finalista y a largo plazo, diseñadas para mantener el poder adquisitivo de nuestros clientes durante la jubilación, asegurando así su bienestar económico en esta etapa de la vida.
¿Como están en activos bajos gestión, partícipes, productos e historial de rentabilidad?
En Mutuactivos Pensiones estamos experimentando un crecimiento excepcional en los últimos años. Este año, proyectamos un incremento superior al 30% en los activos bajo gestión, acercándonos ya a los mil millones de euros. Contamos con una oferta diversificada que incluye tanto productos dirigidos a grandes empresas como a pymes, dentro del Pilar 2, que engloba el ahorro empresarial a través de redes de planes de empleo y de promoción conjunta. Asimismo, disponemos de una amplia gama de planes de pensiones individuales diseñados para satisfacer todos los perfiles de riesgo; estos permiten a los ahorradores e inversores seleccionar el plan que mejor se adapte a sus necesidades, incluyendo modelos de ciclo de vida que ajustan el producto en función de la edad y el tiempo restante para la jubilación. Esto garantiza una estrategia óptima para canalizar el ahorro a largo plazo. Nuestra competitividad en precios, junto con las extraordinarias rentabilidades que estamos logrando, nos posiciona como líderes en el sector. Este año prevemos alcanzar un rendimiento cercano al 30% en renta variable internacional y superar el 7% en planes de renta fija. Históricamente, nuestras rentabilidades anualizadas se sitúan en torno al 4% en productos conservadores y cerca del 8% en los más agresivos. En definitiva, ofrecemos productos de alta calidad respaldados por una estructura de servicio excepcional, característica distintiva del Grupo Mutua. Estos factores son los que impulsan el sólido crecimiento que estamos registrando.
¿Aplican, entonces, un modelo de riesgo compartido?
Así es. Así fue como nacimos... Tanto nuestra gestora de fondos de inversión como la gestora de planes de pensiones surgieron con el propósito de gestionar los recursos del propio Grupo Mutua. En el caso de los fondos de inversión, el objetivo era gestionar el capital de la Mutua, mientras que en los planes de pensiones nos enfocamos en administrar el plan de pensiones de los empleados de la organización. Esto ocurrió en la década de los 80, y en 2025 celebraremos 40 años desde nuestra fundación. Aunque hemos crecido significativamente desde esos primeros pasos, esa esencia sigue siendo parte fundamental de nuestro ADN. No debemos olvidar que Mutua Madrileña es la última gran mutualidad de España, una compañía cuyos propietarios son sus clientes. Esta filosofía mutualista impregna todas nuestras filiales, guiando nuestra manera de trabajar y nuestro compromiso con la excelencia y el servicio al cliente.
¿Cómo está el mundo de las pensiones ahora en España, desglosado por primer, segundo y tercer pilar?
En los países desarrollados, especialmente en la OCDE, se reconoce que un sistema de pensiones sólido debe basarse en tres pilares. El primero es el pilar público, que constituye el sistema de pensiones estatal, por el cual los ciudadanos reciben una pensión vitalicia en función de los años cotizados; este ha sido históricamente el pilar principal en España, en detrimento de los otros dos pilares. El pilar 2 se refiere al ahorro promovido por las empresas, a menudo canalizado mediante planes de empleo que forman parte de la retribución de los trabajadores. Por último, el pilar 3 corresponde al ahorro individual, esencial para complementar la pensión pública y mantener un poder adquisitivo adecuado durante la jubilación, especialmente en un contexto de creciente longevidad.
España enfrenta desafíos únicos dentro de este marco. A pesar de tener una de las mayores esperanzas de vida del mundo, cuenta con una natalidad muy baja, un mercado laboral marcado por el desempleo y la precariedad, y una creciente presión sobre el sistema público de pensiones. Además, el envejecimiento poblacional y la jubilación de la generación del "baby boom" están agravando esta situación.
El pilar público se sostiene mediante incrementos en las cotizaciones sociales, transferencias estatales y mayores impuestos, pero estas medidas no parecen ser sostenibles a largo plazo. A pesar de esto, los incentivos para fortalecer los pilares 2 y 3 son insuficientes. En este contexto, fomentar el ahorro empresarial e individual es crucial para garantizar la estabilidad del sistema de pensiones y abordar uno de los mayores retos socioeconómicos de España.
Siempre se ha criticado que el segundo era un pilar dedicado solo destinado a las grandes corporaciones, pero España es un país de pyme. ¿Qué incentivos deberían darse para que realmente capilarice el sistema?
En España, el desarrollo del segundo pilar del sistema de pensiones ha sido insuficiente. Actualmente, este representa un volumen de apenas 35.000 millones de euros, equivalente al 4% del PIB, una cifra considerablemente baja en comparación con otros países de nuestro entorno. Aunque en los años 2000 se inició un proceso de externalización de compromisos por parte de grandes corporaciones, el crecimiento posterior ha sido mínimo, incluso durante períodos en los que los incentivos fiscales eran mayores que los actuales. Dos problemas principales explican esta situación. Primero, la complejidad administrativa para la creación y gestión de estos planes. Aunque recientemente se han introducido planes simplificados y se trabaja en iniciativas como los planes de promoción conjunta, los avances han sido limitados. Segundo, los incentivos económicos para empresas y empleados son insuficientes. Por ejemplo, la actual deducción adicional del 10% en el Impuesto de Sociedades para aportaciones a planes de pensiones está limitada a salarios medios de 27.000 euros, una cifra que no ha sido actualizada desde 2006. Esto subraya la necesidad de adecuar los incentivos a las condiciones económicas actuales, eliminando restricciones obsoletas o ajustándolas a la inflación. En el ámbito de las cotizaciones a la Seguridad Social, aunque se han reintroducido bonificaciones, éstas son parciales y no lo suficientemente amplias como para estimular un cambio significativo. Todo esto indica una falta de voluntad política para abordar el problema de manera estructural. En lugar de adoptar medidas de largo plazo, los cambios recientes parecen orientados más a medidas paliativas que a soluciones efectivas, evidenciando una estrategia limitada que podría estar influida por el corto plazo electoral.
La sensación que tiene la pyme es que, a cambio de no mermar unos ingresos tributarios de hoy, no se está incentivando una gran ventaja del mañana. ¿Es así?
Totalmente. Es cierto que se están implementando medidas positivas en relación al segundo pilar, como el mayor protagonismo otorgado a la negociación colectiva, lo cual representa un avance importante. Sin embargo, estas acciones aún son insuficientes y se perciben como tímidas en comparación con las prácticas de otros países de nuestro entorno. En varios países, el marco jurídico fomenta la adhesión automática de los empleados a planes de ahorro para la jubilación al incorporarse a una empresa, destinando parte de su salario o cotizaciones a este fin. Este enfoque no se ha implementado en España, lo que limita el desarrollo de este pilar. Adicionalmente, sería necesario incluir el análisis del ahorro para la jubilación como un punto obligatorio en la negociación colectiva, tanto en convenios sectoriales como en convenios de empresa. Esta medida no solo fortalecería el ahorro, sino que también beneficiaría especialmente a las pymes, que podrían encontrar en estos convenios una guía para establecer planes de pensiones colectivos. Adoptar un enfoque más proactivo y obligatorio en estos aspectos podría acelerar el desarrollo del segundo pilar y ofrecer mayor seguridad financiera a los empleados en su jubilación.
¿Cuál sería la medida ideal para estimular el segundo pilar?
La primera tiene que ser económica, tiene que ser tangible. Es fundamental que las empresas reconozcan los beneficios de desarrollar y promover planes de pensiones, eliminando los límites actuales en deducciones fiscales y bonificaciones a la Seguridad Social. Estas medidas permitirían a las empresas tener incentivos económicos claros y tangibles para fomentar el ahorro previsional. En segundo lugar, es necesario revisar los límites fiscales establecidos, ya que estos no consideran las diferencias individuales en las necesidades de jubilación. Las deducciones fiscales deben alinearse con la capacidad de ahorro personal, teniendo en cuenta los ingresos y gastos de cada individuo, para favorecer una planificación financiera adecuada. Por último, es crucial implementar un modelo de asignación obligatoria de planes de pensiones en todas las empresas, sin importar su tamaño. Este enfoque debe incluirse como un punto clave en las negociaciones colectivas de convenios sectoriales, provinciales o nacionales, garantizando que los planes de pensiones adquieran la misma relevancia que las condiciones salariales y laborales en los acuerdos entre patronal y sindicatos.
¿Es, asimismo, una cuestión de mentalidad?
Desde luego, y también de quizás no hacer fiscalmente los números... De cara al próximo año, ya hay muchas renovaciones salariales negociadas en convenio e igual que se puede negociar que la subida salarial para el ejercicio 2025 es un 2% o un 3% de media, puede ser un 1,5 más un 1% en un plan de pensiones, es decir, al final el concepto retributivo en términos económicos es el mismo. Es verdad que también ayudaría a que no veamos solo el dinero inmediato y el dinero de corto plazo como única fuente de negociación colectiva a la hora de analizar el sistema de retribución. Creo que tenemos que pensar que, precisamente, a lo mejor esas personas que no están dedicando tanto atención a su ahorro finalista de cara a la jubilación y están interesados en el dinero inmediato (con mayor tributación) quizás son los que más problemas van a tener y más van a sufrir ese problema del sistema público, sobre todo los menores de 50 o 45 años.
¿Cuál es su opinión sobre el tercer pilar del sistema de pensiones, que ha sido recientemente muy castigado debido a las limitaciones en las aportaciones? ¿No sería necesario ser más ambicioso en las medidas para su desarrollo?
Totalmente. En relación al primer y segundo pilar, se observa falta de ambición, y en cuanto al tercer pilar, la situación es aún más preocupante. La actual política de aportaciones limitadas a 1.500 euros no es suficiente para construir un ahorro adecuado para la jubilación. No basta con justificar estas limitaciones como una medida fiscal para las altas rentas, ya que este enfoque carece de base realista. Es necesario establecer límites de aportación razonables para asegurar un ahorro efectivo para la jubilación, y distinguir entre el límite de aportación y el de deducción fiscal. Los planes de pensiones están diseñados específicamente para complementar la pensión pública y, dado su enfoque en jubilación, invalidez y fallecimiento, deben ser tratados de forma más favorable. Además, la tributación de las plusvalías obtenidas en los planes de pensiones debería ser más favorable, gravándolas como rendimiento del capital, no como rendimiento del trabajo. Finalmente, la reforma actual parece intentar promover el Pilar 2 a costa del Pilar 3, lo que no tiene sentido. Es crucial fortalecer ambos pilares para complementar adecuadamente la pensión pública y garantizar la sostenibilidad del sistema de ahorro a largo plazo.
¿Por qué no hay voluntad por impulsar fuertemente el Pilar 3 al que se podían dar todo tipo de incentivos?
En España, la clase política se ha centrado más en el corto plazo que en el largo, influenciada por los ciclos electorales. A pesar de los diferentes gobiernos a lo largo de los últimos 20 años, todos han tendido a reducir los incentivos al ahorro a largo plazo. El pacto de Toledo, creado en 1995, ya preveía los problemas que enfrentaríamos con la jubilación de la generación del baby boom. Es sorprendente que no se haya fomentado más el ahorro a largo plazo, ya que no solo es crucial para complementar la pensión pública, sino también para financiar la economía a través de la inversión.
Recientemente, el informe Draghi destacó la necesidad de que Europa invierta 800.000 millones de euros anuales solo para mantener su posición económica. En España, el ahorro finalista representa apenas un 13% del PIB, lejos del 27% que Draghi considera necesario para que Europa se mantenga competitiva. Este ahorro no solo es vital para complementar las pensiones, sino también para financiar el crecimiento empresarial. Actualmente, el total de productos de ahorro finalista en España apenas alcanza los 150.000 millones de euros, mientras que la inversión en fondos de inversión y seguros de ahorro supera los 500.000 millones.
Es fundamental impulsar el tercer pilar del ahorro para resolver tanto el desafío del complemento a las pensiones como la financiación de la economía.