La humanidad ha vivido en constante guerra. Primero guerras entre tribus, luego entre países y finalmente guerras entre continentes. Los humanos no sabemos vivir sin pelearnos con nosotros mismos. A la fecha de escribir este articulo ACNUR informa de seis países en guerra con amplios desplazamientos de población, Yemen, Irak, Siria, Sudan del Sur, Somalia y Afganistán. Pero a estos podríamos añadir otras zonas de conflicto como son Palestina o el Sahel.
Y a pesar de esto podemos decir, sin faltar a la verdad, que el mundo está viviendo el periodo de paz más largo de la historia de la humanidad, lo que ha permitido un desarrollo tecnológico sin paragón previo.
Entonces, ¿cabria hacernos la pregunta de si el hombre se ha pacificado? Sin duda habría motivos para hacernos esta pregunta, pero la respuesta siempre sería no.
Las ansias de poder y control sobre los otros, cuando menos están al mismo nivel que han estado de manera previa. Los humanos no hemos cambiado en nada, solo que la civilización y sobre todo la tecnología nos permite desarrollar esas guerras en otros ámbitos, casi igual de sangrientos, aunque ahora no se tiña de rojo el suelo.
“La tercera guerra mundial es una guerra silenciosa, una guerra de guante blanco, y se juega en el campo de batalla que más duele después del físico, el económico”
Hagamos un poco de historia. Una vez vencidos los alemanes y liberada Europa de los nazis, los países aliados se juntaron en un hotel de los EEUU, en el estado de New Hampshire, llamado Bretton Woods, con el propósito de fijar un nuevo orden mundial. Los políticos eran conscientes de que el desencadenante de la llegada de los nazis al poder eran las condiciones leoninas impuestas en el Tratado de Versalles para resarcir a los aliados de los daños provocados por los alemanes en la primera guerra mundial.
Había que reestablecer el orden mundial y lo iba a hacer el patrón, el jefe, los EEUU.
Los acuerdos de Bretton Woods creaban instituciones que se han demostrado clave hasta en los días actuales, como fueron el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, pero sobre todo hacían algo mucho más importante, reconocían a los EEUU como país preponderante para la gran mayoría del planeta, al fijar su moneda, el USD, como la moneda de referencia para el resto del mundo. Se vinculó el valor de esta al valor del oro y el de todas las otras monedas al del USD.
Este sistema, al que se le denomino “patrón oro”, valió hasta que otra guerra, esta vez la de Vietnam, agoto las arcas americanas y desequilibro su balanza comercial, obligando a que dicho patrón de referencia se abandonase para permitir que los americanos emitieran más moneda. Esto llevó al sistema de cambio que ahora tenemos, es decir un sistema de cambio “libre”. Pero curiosamente, el dólar siguió siendo la moneda de referencia, es decir, la moneda con la que todas las otras se comparaban y la moneda que se utilizaba mayoritariamente en las transacciones internacionales.
Curiosamente en 1973, casi a la par de la desaparición del patrón oro, se crea en Bruselas, pero promovido por los americanos el sistema SWIFT que es el sistema electrónico de intercomunicación bancaria, al que están suscritos casi 12.000 bancos el mundo, y desde luego todos aquellos que tienen o pretenden obtener una mínima representación en el planeta. Este sistema es el que permite realizar transferencias internacionales de dinero. Lo curioso del sistema es que la mayoría de transferencias requieren lo que se llama un banco corresponsal, es decir un banco que actúa como hub de otros, y estos son en su inmensa mayoría bancos americanos.
A través del sistema SWIFT se mueven diariamente unos 1.5 Tn de USD (o lo que es en terminología española 1.5 Bn). Para contextualizar esta magnitud sería como mover en un solo día 1,5 veces la riqueza que se genera todo el estado español en todo un año.
“Cada día se mueve en el mundo el dinero equivalente 1,5 la riqueza que genera un país como España en todo un año”.
La monitorización del sistema permite su control, legal o ilegal, moral o inmoral, pero ya hay demasiados ejemplos descritos de monitorización por parte de las agencias americanas, como la NSA.
Y el conocimiento es poder, y en este caso podemos decir que es poder infinito.
Adicionalmente este inmenso negocio de corresponsalía bancaria genera unas ingentes comisiones y gracias a que 3/5 de los bancos corresponsales son americanos, estos se quedan con el 52% de las comisiones bancarias que se generan diariamente en el mundo.
Todo lo anterior ha ido generando que Wall Street sea una plaza financiera cada vez más y más importante, hasta tal punto que podríamos decir que es el único lugar en el mundo donde se negocian bonos y acciones de gran tamaño. Cierto es que una empresa no necesita acudir a New York para emitir sus bonos negociables, pero igual de cierto es que si quiere que estos se hagan en cantidades muy significativas, o lo hace allí o nunca lo conseguirá. En cualquier caso, sino todos los “players” la inmensa mayoría de ellos, operan activamente en ella, y lo hacen bajo la legislación, control y jurisprudencia americana.
Todo esto se traduce en que los americanos tienen en sus manos un arma potentísima y muy barata para utilizar cuando les interesa, y no es otra que la coacción. Si les interesa realizar presión sobre alguien solo tienen que impedir operar en Wall Street o impedir operar allí a aquellos que operen con él en cualquier sitio del mundo.
El ejemplo más plausible y sencillo lo encontramos en Venezuela. El gobierno estadounidense ha decidido cortar las fuentes de financiación del gobierno bolivariano de Venezuela. Lo primero fue impedir que se comerciaran sus bonos soberanos, lo segundo los de sus empresas, principalmente su petrolera y después impedir operar a aquellos que hagan algún acuerdo comercial, aunque sea en otra parte del mundo, con el gobierno de Venezuela.
Dicho y hecho.
Pero es que además de esto, han bloqueado las cuentas de sus dirigentes en bancos americanos y de manera colateral han impedido el movimiento internacional del dinero de estos al impedir que se utilicen los bancos corresponsales americanos para tales movimientos.
Como puede verse el poder es absoluto, y quizá si es bien usado, hasta útil para la humanidad, porque permite luchar activa y eficientemente contra delincuentes y dictadores. Pero claro está, EEUU ya no es el único jefe en la mesa, ahora están también los chinos.
“La segunda potencia económica mundial reclama su papel en la mesa de decisiones. Los chinos no van a permitir por más tiempo que los americanos sean los únicos gendarmes del mundo.”
Hace escasamente una década China representaba solo el 3,5% del PIB mundial, pero hoy en día representa ya el 12,5%, y depende las estimaciones de quien las haga se estima que entre el año 2025 y el 2030 será el líder mundial por generación de PIB. Aquí es donde China no acepta esta situación de control americano o de no control por su parte.
El euro nació con la idea de ser una moneda preponderante, pero se quedó todo en una ilusión, pero es que el yuan es una moneda irrelevante en el mercado internacional. Todas las compras y ventas internacionales en China se hacen en USD y la situación de perdida de control llega hasta el punto de que su segunda mayor empresa por capitalización bursátil que es TENCENT esta obligada a cotizar, además de en su plaza de referencia que es Hong Kong, en New York. Todo un insulto para el orgullo chino.
La plaza financiera por excelencia del mercado asiático siempre ha sido Hong Kong. Es más, el que fuese durante muchos años el principal banco internacional ingles, tenía y tiene nombre asiático el HSBC (Hong Kong, Shanghai Bank Corporation), porque nació ahí.
“La tecnología y el control de Hong Kong van a permitir a China la preponderancia mundial que buscan.”
China quiere controlar Hong Kong, y seguro que mucha culpa la tiene su orgullo, pero tanto o más que en este, la razón esta en la intención de controlarla financieramente. Pero el control de esta plaza financiera solo es el principio, tienen que atacar el status quo del USD y es ahí donde la tecnología acude a su rescate.
He definido el dinero como un activo intermedio de intercambio, que para ser utilizable como tal debe cumplir con dos requisitos. Uno ser estable y otro ser emitido por un organismo o estamento que otorgue la necesaria confianza mediante el aporte de la garantía de último recurso. Si a esto se le otorga la seguridad que aporta la tecnología blockchain el coctel estará perfectamente preparado.
Una moneda con tecnología blockchain emitida por el banco central chino, cumpliría y cumplirá todos los requisitos anteriores, y conseguirá salirse del control del sistema SWIFT, que actualmente subyuga a los chinos a los americanos.
Pues bien, ¡ya está! Y de momento se llama DCEP (Digital Coin Electronic Paid)
Y definitivamente, no les interesa romper el status quo en Hong Kong, porque lo han intentado montando una replica en Shanghái y no lo han conseguido. Veremos los intentos chinos del control financiero de la plaza en muchos ámbitos. Lo harán con paciencia, sobre todo mientras su moneda coge peso mundial, pero que nadie espere cambios en su hoja de ruta actual. El que escribe está seguro que no van a mover un ápice sus posiciones de control.
Se juegan mucho en esta nueva guerra silenciosa.