Los índices europeos se han revalorizado un 8% durante el año y los mercados del Reino Unido y Estados Unidos se encuentran rezagados. Mientras, Japón se sitúa en el vagón de cola, con un avance por encima del 2% en lo que va de año, si bien ha marcado mínimos del -4%.
Estos datos revelan una intensa actividad y, claramente, no existe motivo alguno para el tedio. Pero si echamos un vistazo rápido a las diferentes variables del mercado podremos determinar las posibles raíces de este aburrimiento.
En la actualidad, el índice de volatilidad (VIX) también cotiza cerca de sus mínimos históricos. Los dos únicos repuntes coincidieron con los acontecimientos políticos que rodearon las delicadas situaciones creadas por el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Muchos vendedores de volatilidad están conteniendo el índice de manera transitoria, una posición que sólo será beneficiosa si no se produce ninguna circunstancia que incremente sustancialmente la volatilidad real. Evidentemente, no parece preocuparle a nadie.
El precio del crudo, que en el pasado solía ser motivo para reajustar las valoraciones de la renta fija y la renta variable, ha exhibido un buen comportamiento desde el comienzo del año. Una fluctuación del 10% en torno al punto central de los 50 USD no parece demasiado excesiva en un momento en el que toda la atención se centra en las negociaciones sobre los recortes de producción. La volatilidad a largo plazo del precio del oro negro ha descrito una continua trayectoria descendente en lo que va de año. A menos que el frente geopolítico depare nuevas sorpresas, esta tendencia probablemente persistirá.
El tipo de cambio entre el euro y el dólar estadounidense, que se ha mantenido en una estrecha banda de negociación en gran parte de los últimos seis meses, ha experimentado una ruptura al alza como consecuencia de la revaluación por parte del mercado de la probabilidad de que las medidas de Trump para estimular la inflación acaben dando frutos. Si bien esto podría parecer el comienzo de una nueva etapa, el entusiasmo se diluye rápidamente cuando analizamos el tipo de cambio EUR/USD a más largo plazo: durante más de dos años, ha permanecido estancado en una horquilla de entre el 1,04 y el 1,15.
Por su parte, los rendimientos de los bonos a más largo plazo también oscilan dentro de un rango limitado. En el Viejo Continente, ninguno de los acontecimientos políticos potencialmente calamitosos logró que el rendimiento de los bunds alemanes se desviara de su horquilla de negociación. Incluso la errática política de Trump tan sólo ha provocado leves fluctuaciones en los bonos estadounidenses. Si repasamos brevemente los diferenciales en los segmentos con calificación de grado de inversión y high yield, apenas observamos actividad. Tan solo se puede apreciar un reducido grado de continua contracción de los diferenciales.
En esta situación, cobra más relevancia que nunca combatir la complacencia de la forma más rigurosa posible, ya que existen numerosos elementos potencialmente catastróficos allá donde miremos. En cualquier caso, esta situación soporífera es preferible a una oleada de caos en el mercado.