Pocos días antes, el presidente de la Generalitat Valenciana criticaba a las demás comunidades (del PP, evidentemente) que hicieran eso, y pedía que el Gobierno las penalizase. Pero el tema fiscal va a ser inevitablemente una cuestión que se va a poner una y otra vez sobre la mesa, entre otras cosas porque el aumento en Europa de los temidos partidos de ultraderecha tiene mucho que ver con eso. Más de lo que desde los foros políticos se pregona. No lo llame fascismo, llámele fiscalidad, que es lo que cada día presiona más a la sociedad.
El ciudadano quizá no sepa mucho de fiscalidad, pero sí sabe lo que paga. El que tiene una cierta edad, sabe que cuando España entró en la Unión Europea en 1986, se introdujo un tributo indirecto llamado IVA, que nadie sabía muy bien qué era. Gravaba el consumo, al 12%, lo que parecía algo descomunal, porque encarecía prácticamente todo al 12%, de la noche a la mañana. Pero se vendió que con eso se reducirían hasta desaparecer los impuestos directos. Hoy, el IVA está al 21%. Y los impuestos directos no sólo no han desaparecido, sino que están hasta debajo de las piedras. Cada vez que comparece un político es para anunciar un nuevo impuesto. La fiscalidad en España succiona, de facto, más del 50% del PIB. No es erróneo decir que un ciudadano dedica casi dos tercios de sus ingresos anuales a impuestos, entre las cotizaciones sociales que paga su empresa, el IRPF que abona, el IVA, los impuestos a la luz y los hidrocarburos, el IBI, las plusvalías; ya veremos qué pasa con las herencias… Es imposible hacer nada sin pagar impuestos. Y sufrir dobles o triples… imposiciones.
La gente hace tiempo que se ha cansado y la cacareada promesa política de que es para garantizar derechos sociales comienza a no calar en la sociedad. Consciente o inconscientemente, el ciudadano sabe que no será a base de impuestos como se saldrá adelante. Eso comienza a reflejarse en las encuestas y los políticos ya han comenzado a hacer la guerra por su cuenta en este asunto, aunque sólo sea, para defender su corral, y aunque sea a costa de enfrentarse a la dirección general del partido en España.
De hecho, ya ha salido Patxi López, con unas declaraciones bastante lamentables, criticando la máxima liberal o de derechas que afirma “el dinero donde está bien es en el bolsillo de los ciudadanos”. López argumentaba que cuando una persona tenga que ser operada, a ver de qué le sirve el dinero en el bolsillo.
Nadie ha planteado que se dejen de pagar impuestos y menos de la noche a la mañana, aunque la se le podría responder: ¿saben qué pasaría si ese 50% de PIB que succiona la fiscalidad de retornara a la sociedad? Que cada ciudadano podría pagarse la sanidad sin problemas. Incluida la operación. Porque la fiscalidad encierra dos cosas muy nocivas: la intención de crear redes clientelares electorales, y la decisión de pensar por el ciudadano y tomar las decisiones por él, como si fuéramos tontos.