Un metaverso de verdad, no esa versión de los Sims o Second Life que nos intentaron colar hace unos meses. Sin ellas, las experiencias inmersivas que buscan proporcionar empresas como Meta carecen del grado de personalización y realismo necesario para engendrar verdaderas interacciones en entornos virtuales.
Resulta curioso que Meta apostara inicialmente por crear experiencias inmersivas, sin tener desarrollada la capacidad de generación de contenido y la infraestructura de conectividad necesaria. Esta estrategia se demostró insuficiente y costosa, como lo atestiguan los 4 mil millones de dólares en pérdidas debidos a sus esfuerzos en el metaverso. Ahora parece que están haciendo esfuerzos significativos para reorientarse hacia la IA, entendiendo que es el primer paso para enriquecer la Realidad Virtual (RV) y la Realidad Aumentada (RA). Por otro lado, compañías como Apple han tenido un enfoque más cauto y acertado, invirtiendo en áreas que combinan hardware, software y servicios. Su producto Apple Vision Pro es una muestra de este enfoque.
A medida que las Big Tech se embarcan en esta carrera (más privada que pública en este momento) por conquistar el metaverso, la IA se presenta como un diferenciador clave. En un futuro cercano, la IA mejorará la personalización y el realismo de las experiencias virtuales, analizará los datos de los usuarios para adaptar estas experiencias en tiempo real, y potenciará los avatares y gemelos digitales con inteligencia y comportamientos realistas.
Esta carrera también plantea desafíos y una gran dependencia en el área de conectividad que marcará, además, el momento adecuado para una adopción masiva. En concreto, requieren soportar un nivel de transferencias de información entre millones de dispositivos, eliminando la latencia y consiguiendo que la experiencia virtual se perciba igual que la que vemos hoy con nuestros propios ojos. Esta es la promesa que nos pone en la mesa el despliegue del 6G.
La conectividad se está convirtiendo en la siguiente carrera espacial y un pilar de la geopolítica internacional. Ya lo hemos visto con el despliegue del 5G con las empresas chinas y EEUU. Los primeros experimentos están siendo asombrosos, y ninguna potencia se quiere quedar atrás. De momento China lleva la delantera, logró el año pasado enviar 1TB de datos en sólo un segundo. Esto es como descargarse toda una película en alta definición en sólo un segundo.
Aunque todavía no hemos finalizado la implantación del 5G, y queda mucho camino por delante, intuimos las capacidades que la siguiente generación va a ofrecernos. Y podemos imaginar la revolución de experiencia que vamos a disfrutar si lo unimos con la tendencia que está tomando el desarrollo de la Inteligencia Artificial Generativa.
Podremos disponer de un mundo paralelo en el que los objetos físicos cuentan con gemelos virtuales de alto realismo creados de forma automática con IAG (Inteligencia Artificial Generativa). A través de estos duplicados digitales, podríamos controlar el mundo físico desde la comodidad de nuestro hogar. Es como tener el poder de mover y modificar objetos físicos sin tener que tocarlos, y todo gracias a la digitalización y la conectividad.
Este es un cambio revolucionario que está a la vuelta de la esquina, y el 6G jugará un papel vital en su materialización. Hasta ahora, el Internet de las Cosas (IoT) ha sido una serie de dispositivos conectados, cada uno realizando sus propias tareas de forma independiente. Pero el 6G permitirá que estos dispositivos no sólo estén conectados, sino que también converjan y trabajen en conjunto como parte de redes inteligentes. Nos encontraremos en un mundo de E2E (Everything to Everything) o "Todo a Todo", donde todos los dispositivos y objetos estarán interconectados.
El 6G y la IAG serán los grandes facilitadores de la comunicación entre el mundo virtual y el real, esencialmente fusionando estos dos mundos para formar la base de un metaverso híbrido y personalizado. Este nuevo metaverso no será sólo un campo de juego para los entusiastas de la tecnología, sino un mundo digital interconectado con el físico de forma bidireccional y sin restricciones físicas.