Una posición corta en una acción es una operación con la que se pretende ganar dinero con la caída de su precio. Al abrir una posición corta se toman los valores prestados de un tercero, generalmente a través de un bróker, para después venderlos (venta a crédito). La ganancia o pérdida procede de la diferencia entre el precio de venta del activo y el que se paga posteriormente para comprarlo con el fin de devolver el préstamo. Si se ha acertado en la estrategia, se habrá vendido a un precio alto y se habrá recomprado a uno más bajo.
¿Quién presta las acciones?
Suelen ser bancos depositarios o inversores institucionales a largo plazo como, por ejemplo, compañías de seguros o fondos de pensiones. Para ellos, prestar esas acciones es otra forma de rentabilizar su cartera, ya que cobrarán una "comisión de alquiler".
En España, la CNMV exige desde 2010 que los inversores le comuniquen toda posición corta sobre cualquier acción cotizada siempre que supere el 0,1% del capital social (el 16/03/20 bajó el umbral desde el 0,2%), publicando en su web aquellas que excedan del 0,5%.
Cualquier inversor puede abrir una posición corta en acciones, desde un particular hasta un institucional, aunque son más habituales y, sobre todo, más importantes cuantitativamente las realizadas por estos últimos. Hay que decir, no obstante, que los "grandes jugadores" en esta operativa suelen ser los hedge funds.
¿Ángeles o demonios?
Ni lo uno ni lo otro, son inversores que, arriesgando su dinero, intentan obtener una rentabilidad. Donde algunos ven a unos especuladores a la baja que tratan de ganar dinero invirtiendo contra empresas en dificultades, otros ven a unos inversores necesarios, sofisticados, que contribuyen a una mejora del proceso de formación de precios. De lo que no hay duda es de que dan liquidez y profundidad al mercado y contribuyen a aumentar su eficiencia.