La economía mundial se encuentra en una situación precaria. Para Fidelity, no importa qué definición se utilice del término “recesión”: estamos sumidos en una. La pregunta no es si habrá una recesión mundial, sino lo profunda y larga que será. Para impedir que ésta derive en una depresión, los gobiernos deben ser audaces y creativos a la hora de lanzar instrumentos fiscales novedosos, amplios y a gran escala que aborden específicamente la crisis actual.
Recesión en 2020, debilidad en 2021
En un momento en el que las medidas de contención diseñadas para frenar la propagación del Covid-19 también frenan la actividad económica, Fidelity espera que el PIB se contraiga en la mayor parte de los países desarrollados en 2020, con dos o tres trimestres de crecimiento muy negativo. La contracción del segundo trimestre probablemente sea de una magnitud nunca vista hasta ahora. Las regiones empezarán a mostrar los primeros atisbos de crecimiento en la segunda mitad de 2020.
De hecho, su hipótesis de trabajo actual —un “rebote dilatado en el tiempo”— sugiere un ascenso muy laborioso lastrado por un bucle de retroalimentación negativo entre China y el resto del mundo. A pesar de que ha retomado la actividad prácticamente en su totalidad, China se enfrentará a una enorme caída de la demanda ante la contracción de la economía mundial.
En un escenario catastrofista, la economía china también podría contraerse durante el año, pero resulta más probable que registre un crecimiento de un dígito bajo en 2020, similar a los niveles a los que estamos acostumbrados en los mercados desarrollados.
El doble impacto del petróleo y el virus se extenderá por toda la economía
Los riesgos sistémicos derivados del endeudamiento de las empresas ya han vuelto al primer plano y, en este sentido, los focos se dirigen hacia el sector energético estadounidense. El doble golpe asestado por el virus y el reciente hundimiento del precio del petróleo va a provocar una oleada de impagos empresariales durante las próximas semanas. El efecto se extenderá a la economía real y los mercados financieros.
El elevado endeudamiento de los hogares, los excesos en el mercado de la vivienda y la precaria posición en que se encuentran las cuentas públicas de muchos países desarrollados y emergentes son también áreas de vulnerabilidad que, de no corregirse, podrían provocar nuevas perturbaciones que amplificarán la sacudida. De acuerdo con su hipótesis de trabajo actual, Fidelity no espera, en cualquier caso, que se desencadene una crisis financiera total.
La zona euro se enfrenta a una situación peligrosa, pero el bazuca del BCE ayuda
Fidelity considera que la zona euro es la más expuesta de todas las regiones. Ya se enfrentaba a unas bajas perspectivas de crecimiento antes de la crisis, pero la conmoción provocada por el virus plantea uno de los mayores retos a los que se han enfrentado los estados miembros hasta ahora.
Las fracturas estructurales existentes, la integración inacabada dentro de la unión, así como la falta de cohesión política, hacen a la zona euro especialmente vulnerable ante otra crisis. Sin embargo, es posible que esta haga más digeribles las opciones de la unión presupuestaria y la mutualización de la deuda, lo que podría desencadenar una mayor integración, que es la única forma para que el bloque se mantenga intacto a largo plazo.
Entretanto, el Banco Central Europeo ha entrado de nuevo en modo “lo que sea necesario”. Su programa de compras de emergencia a causa de la pandemia (PEPP, por sus iniciales en inglés), valorado en 750.000 millones de euros y anunciado el 18 de marzo, constituye una nueva y formidable arma. El PEPP cuenta con menos restricciones que programas anteriores y debería calmar los diferenciales italianos, lo que dará a los gobiernos europeos un tiempo precioso para coordinar más medidas fiscales.
Muchas dinámicas en liza
Vaticinar la gravedad del impacto del virus en la economía y los mercados es tremendamente complejo. El análisis de escenarios de Fidelity sugiere una amplia gama de evoluciones, desde una recesión mundial moderada con contracción en los países desarrollados y algunos países emergentes hasta una profunda recesión en 2020 que afecte a todas las regiones.
La dificultad para realizar previsiones económicas en este entorno es que la situación es altamente volátil. Dado que se sabe tan poco sobre el virus (difusión, tratamiento, duración y fiabilidad de las estadísticas de casos) y tan poco sobre la posible eficacia de las políticas y el comportamiento de los consumidores y empresas en una situación sin precedentes como esta, resulta extremadamente difícil modelar los efectos sobre la economía con un alto grado de convicción.
Según Fidelity International, a medida que el virus avance, podremos entender mejor todas las dinámicas en liza y cómo interactúan. La economía mundial está entrando en una nueva fase a la que nos vamos a enfrentar con nuevas medidas monetarias y fiscales. Los inversores tendrán que adaptarse al nuevo paradigma.